Despertó de sobresalto ya que la alarma lo había despertado temprano como siempre, se quitó de encima a Makkachin que aún dormía para poder asearse y a tender el negocio familiar.
Fue a la cocina donde su madre le había dejado un desayuno sencillo pero hecho con todo su amor a su retoño que consistía en unos hot cakes y un vaso de jugo de naranja recién exprimida.
Ya recién desayunado atendió a algunos clientes, Yuuri se sentía de manera extraña, una manera que no podía entender y explicar, como si el deseo que alguna vez le pidió a una estrella fugaz se hiciese realidad, pero no podía sentirse feliz sin saber el motivo de esto, ni nostálgico, fue un día largo para él...
— ¡Yuuri-kuuuun! — Gritando por todo Yu-topia con una maleta, un chico de cabellos rubios y un mechón rojo apareció con los ojos iluminados.
El de gafas suspiró, Minami solía ser así de escandaloso en algunas ocasiones — Hola, Minami-kun — Le sonrió y cuando obtuvo su atención, Kenjirou se le acercó temblorosamente pero decidido, le tenía una propuesta a la persona que más admiraba e idolatraba del patinaje, Katsuki Yuuri.
Con una declinación le dijo, más bien gritó — ¡Por favor, sé mi entrenador Katsuki-San!
— ¿¡Huh!? No me pidas eso Minami-kun, no podría entrenarte.
— Se lo ruego Katsuki-San, acepte mi propuesta, por favor. — Con un japonés formal y una declinación se armo de valor para así poder traer al menos a su ídolo al Grand Prix, si no era como si competencia, lo sería como entrenador.
Yuuri lo pensó, estaba a punto de rechazarlo pero había conocido bien al chico y sabía muy bien que era su admirador así que sin más acepto. — De acuerdo, seré tu entrenador.
Al oír esas palabras no pudo si quiera parar sus lágrimas de felicidad, había estado practicando su propuesta desde hace mucho tiempo, de un salto se colgó abrazando al japonés mayor mientras le daba las gracias, Minako lo miró extrañada ya que Katsuki había se había retirado para no tener relación alguna con el patinaje artístico.
Minami Kenjirou con sus 21 años había crecido y madurado –algo– y se volvió muy atractivo, tenía muchas fans en muchas partes, y claro mejoró mucho en su labor.
El día transcurrió relajado y ahora que había aceptado ser el entrenador del japonés menor, tendría ahora que planificar una rutina de ejercicios, mejorar en sus coreografías como hacerle nuevas, esto era estresantes que no sabía cómo Víctor pudo tener paciencia con él, sus nervios y depresiones pero eso sin dudo lo llevó a ser mejor gracias a él.
Pensar en eso le hizo sentir una presión en su pecho haciendo que tocara ese lugar y tragara saliva, ¿Por qué rayos no pudo ser un mejor esposo para Víctor? ¿Por qué tuvo que cometer muchos errores?
A su vez en lo más profundo de su ser quería a Yuri Plisetsky pero como algo ¿Maternal? ¿Por que se dejó llevar con él? Sus motivos no eran justificación y se culpaba, lloraba hasta quedarse dormido, los Katsuki son muy inocentes que no saben nada al respecto, y el pelinegro tiene miedo y vergüenza en contarles la verdad, pero bueno... ahora seguiría su vida, y moriría con la culpa.
(...)
En la comodidad de su hogar, Yuri Plisetsky conversaba animadamente con Otabek Altin, el Kazajo había ido a visitarlo y se había quedado un tiempo hospedado en el hogar del rubio.
— Aún no creo que Nikiforov ya no esté, ¿Has hablado con Yuuri Katsuki? ¿Se encuentra bien? — Otabek Altin formaba parte de las personas que no sabían del tipo de relación que tenían los dos Yuris, aún que eran mejores amigos el Yuri ruso no tenía el valor de contarle a Otabek ¿Por qué? Tampoco sabía, el nombre no era lo único que compartían sino también que los dos eran personas indecisas.
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On The Blades© (Victuuri)
FanfictionDespués de que Víctor Nikiforov descubriera la infidelidad de Yuuri Katsuki con el patinador de oro Yuri Plisetsky, encontraron el auto de Nikiforov al fondo del lago Sestroretski Razliv en San Petersburgo por un accidente muy tarde en la noche, pe...