Moonshell la Leyenda [ Libro 1 Serie Moonshell]

IV

*Joel*

Once días después de que regresamos de la primera salida volvimos a salir hacia el este, algunos de los inmigrantes se ofrecieron para ayudarnos esta vez, por lo que nuestros números eran mayores, esta vez fue más sencillo tomar el pueblo, pero aun así era muy arriesgado hacer un ataque directo, usamos la misma técnica que en la incursión anterior.

Pasaron otras dos semanas y volvimos a salir, esta vez más lejos y a un pueblo más grande, este incluso contaba con un par de torrecillas de vigilancia en los extremos norte y sur del lugar, no podíamos acercar un ejército de casi trescientos hombres sin que lo vieran a los lejos. Por suerte, en un despliegue sorprendente de magia, Enemyres colocó algo parecido a una cortina que nos hacía invisibles, cuando estuvimos bastante cerca para atacar, la magia se detuvo y los vigías casi mueren del susto. La pelea fue dura, los superábamos dos a uno y aun así tuvimos muchas bajas, pero conseguimos un gran botín del cuartel general, muchas armas, armadura y caballos, sin mencionar la gran cantidad de personas que quisieron ir con nosotros.

Después de dos semanas más, estamos llegando al último pueblo al que iremos, en esta ocasión no tenemos que camuflarnos ya que somos alrededor de quinientos entre soldados y campesinos que decidieron ayudarnos, la mayoría viene del pueblo anterior.

Nos dividimos en cuatro grupos iguales para tomar el pueblo por asalto sin que ningún soldado pudiera escapar, a mí me toca comandar el ataque al lado este, así que tengo que hacer el mayor rodeo, pero también significa que es el lado menos vigilado y por lo tanto el más fácil de tomar.

Antes de dividirnos Enemyres nos dio el ya conocido discurso motivacional.

―Recuerden que es crucial que nadie escape, porque si lo hacen irán directamente con Lambidio y mandaran a un ejército contra nosotros ―dijo. Aun así, la victoria será fácil, en el pueblo no habrá más de cien soldados así que les ganaremos en número y atacaremos por sorpresa.

Ya estamos en posición de ataque, al atardecer el asalto comenzará, pero en lo lejos donde tendría que estar el grupo norte se oye sonar un cuerno, que era la señal de ataque, al parecer un guardia hizo sonar la alarma de que había fuerzas invasoras y el pueblo se está preparando para defenderse, hemos perdido el factor sorpresa, pero aún somos más que ellos.

Entramos en el pueblo sin encontrar resistencia alguna, seguimos avanzando y recorriendo toda la zona este hasta que nos aseguramos de que no haya nadie, entonces nos dirigimos a la plaza principal, llegamos casi al mismo tiempo que los demás grupos, estamos parados cerca de la resistencia, son poco más de ochenta soldados, están bien armados y forman filas, listos para defenderse.

Nos lanzamos al ataque todos al mismo tiempo, caemos sobre ellos y comenzamos a presionarlos hacia el centro, de forma que solo los que están en la línea externa puedan combatir, son buenos, pero nosotros somos muchos. Los derrotamos en menos de una hora, pero uno de los nuestros llega corriendo por la zona oeste e informa que diez o quince soldados enemigos están huyendo a caballo hacia la capital. Enemyres da la orden de que los persigamos, pero no tenemos caballos, los desgraciados mataron a todos los animales para que no pudiéramos seguirlos, así que lo único que podemos hacer es lanzarles lluvias de flechas, logramos terminar con la mayoría de ellos y con la mitad de los caballos, pero sobrevivieron tres que huyeron para informar a Lambidio sobre esto, es posible que también se hayan dado cuenta ya de los ataques que ocurrieron hace unas semanas.

Regresamos al pueblo cinco días después con las personas y las cosas que conseguimos, en esta ocasión casi todo el pueblo viene con nosotros. Al día siguiente hacemos un conteo de población y los resultados fueron que hay poco más de mil quinientas personas mayores de diez años y otras trescientas de menor edad. Esa noche festejamos tomando cerveza y licor de arce que obtuvimos en los pueblos, después de tantos combates y expediciones nos lo habíamos ganado.