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*Jack*

Lo primero que veo al despertar es el rostro de Elena, tiene unas ligeras ojeras y el cabello medio despeinado atado en una coleta del lado izquierdo de su cabeza.

—Ya era hora de que despertarás, espero que no se haga una costumbre que te desmayes después de cada batalla. —Me acerca un vaso con agua, refresco mi garganta seca y se lo agradezco.

—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

—Solo unas horas, lo suficiente para que nos trajeran de vuelta a la capital. —Me duele un poco la cabeza, pero más que nada me siento agotado. Intento levantar los brazos, pero me es imposible, ella me mira preocupada.
—¿Estás bien? ¿Quieres que llame al doctor?
—No, estoy bien, solo muy cansado.
Mi voz sale algo ronca y me duele la garganta al decirlo.
—No me sorprende, en especial por lo que hiciste ayer.

No recuerdo mucho después de que pelearamos con los tipos de las armas mágicas.
—¿Qué hice ayer? —Me mira un poco sorprendida o emocionada.

—Activaste tu aura, calcinaste todo alrededor de nosotros, luego te desmayaste.
Me incorporo de la impresión.
—¿Enserio lo hice?—
No puedo creer que no recuerde algo como eso.

—Incluso nuestro maestro lo sintió, fue a buscarnos un minuto después de que cubrieras el campo de fuego, también dijo que tenías que descansar.

En ese momento entra un hombre por la puerta, es alto y tiene el cabello gris ondulado, tiene puesto un jubón deslustrado y viejo.

—Veo que ya ha despertado, permítame revisarlo. —Se acerca y levanta la ligera sábana de algodón que me cubre, revisa el corte de mi brazo que está casi curado, luego mi boca y ojos.

—Parece que todo está en orden, se recupera muy rápido tal como el general dijo. —la voz del hombre es suave y relajante.

—¿Ya puedo llevármelo? —pregunta Elena con impaciencia, supongo que habrá estado esperando hasta que desperté, y conociendo su paciencia debe estar muriéndose por salir de aquí.

—Si, solo les daré algunas indicaciones. No puede entrenar ni hacer mucha fuerza física o magia, debe descansar las próximas doce horas, necesita comer bastante para recuperar las fuerzas, y de preferencia debe dormir muy bien las siguientes noches. —sus ojos muestran algo de diversión y nostalgia, saca algo de un bolsillo de su jubón y se lo da a la rubia —esto le ayudará a recuperarse más rápido.

—Gracias, lo cuidaré bien. —me ayuda a ponerme la camisa y me da el frasco que contiene un líquido verdoso, su sabor es muy amargo y desagradable —vamos. —pasa mi brazo sobre su hombro y me alza en brazos.
—Oye, ¿Qué haces? Puedo caminar.

—No, no puedes, tienes que descansar. —al ver esto el hombre suelta una pequeña risa y abre la puerta para permitirnos pasar.

Me lleva cargando por todo el castillo ante la mirada curiosa de un centenar de personas, no puedo hacer más que encogerme para intentar que no me vean.

Siento la cara caliente y de seguro estoy más rojo que un tomate, volteo a ver a Elena, tiene los brazos y el rostro con raspones y moretones que aún no se han curado del todo,sin embargo ella parece feliz. Tiene una sonrisa alegre en lugar del ceño fruncido como era común verla.

Si nuestro maestro no hubiera estado ahí para salvarnos habríamos muerto, no puedo permitir que eso vuelva a suceder, eso pasó por qué a pesar de estar juntos no trabajamos en equipo, necesitamos comunicarnos mejor en combate.

—¿A dónde me llevas?— pasamos la puerta de mi habitación donde esperaba que me dejara.

—A mi cuarto, ¿A dónde más? Así podré cuidarte mejor. —aún me es difícil acostumbrarme al trato amable por parte de ella, no me molestaría quedarme con ella, pero no sé si sea correcto.

Moonshell la Leyenda [ Libro 1 Serie Moonshell]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora