IX

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*Joel*

La luz del sol poniéndose da un aspecto increíblemente hermoso a la gran cantidad de agua que se puede visualizar desde el muelle. A diferencia de la costa moonshelina, aquí el mar se encuentra hacia el este, por lo que los rayos del sol bañan las olas desde la tierra arrancándoles destellos dorados.

En los astilleros todo marcha perfectamente hasta el punto de casi haber acabado dos naves, con esto se podía transportar a un cuarto de la población actual y aún faltan más de una docena de barcos, al que va a ser comandado por mi le faltan los mástiles, los camarotes y las velas, pero en comparación con otros está muy avanzando.

A pesar de todo este avance se nota que los trabajadores se están comenzando a agotar, día tras día de forjar, cortar y martillear minaría las energías de cualquiera, es probable que sea necesario hacer un cambio en los trabajadores con el fin de que estos descansen. Para esto necesito pedir autorización a su majestad, por lo que será mejor enviarle una carta lo antes posible.

Me dirijo a mi carpa en donde me está esperando un soldado muy agitado que en cuanto me ve corre hacia mí y comienza a balbucear.

―Cálmate por favor y dime que es lo que pasa ―le digo poniendo una mano en su hombro para tratar de tranquilizarlo.

―Un ataque, un ataque va a ocurrir.

―¿Qué? ¿En dónde? ―pregunto alarmándome yo también.

―En la ciudad, en un mes, traigo un mensaje de Enemyres, deben de redoblar esfuerzos, trabajar de día y noche si es necesario, al menos tres barcos deben estar terminados en tres semanas para poder resguardar a las personas en estos ―su voz se corta entre cada frase para tomar aire, debe haber corrido todo el camino hasta aquí. Esto es bastante inesperado, un ataque tan rápido no había sido previsto, un ejército tan grande como el de Lambidio no se puede movilizar tan rápido.

Terminar los barcos será una tarea difícil, pero no puedo decepcionar al reino, a mi pueblo ni a Enemyres.

―También me dijeron que le entregará esta carta, aquí está. ―Me entrega un sobre de pergamino sellado con laca, dentro hay una carta corta pero concisa. Parece que el ejército que se acerca solo es una fracción de las grandes legiones tharatinas, eso me alienta un poco, con un ejército de ese tamaño aún hay algo de esperanza.

―Gracias por avisarnos, nos pondremos a trabajar de inmediato ―digo y salgo a dar la orden de concentrarse sólo en acabar tres barcos, no puedo fallar, el destino del reino está en mis manos.

*Jack*

Enemyres me lleva por un largo pasillo hasta una puerta que da a otra arena igual de grande que en la había hecho la prueba. Me impresiona mucho el tamaño de este lugar, por fuera se ve grande, pero por dentro parece que no tiene final. Tiene que ser del mismo tamaño que el pueblo entero para poder albergar al menos tres arenas. Dentro están dos chicas y tres chicos de mi edad, dos de ellos están peleando con espadas.

Puedo reconocer a Connor entre ellos, ambos tienen espadas largas, aunque la del otro chico es más delgada y ligera, intercambian rápidos espadazos que se escuchan desde una gran distancia, de repente el de la espada ligera comienza a salta y dar piruetas por todo el lugar hasta que llega con Connor y suelta un potente ataque usando el impulso de un salto mortal.

Parece que es el fin de Connor, pero él consigue parar el golpe y darle una patada en el estómago, en ese instante Enemyres se dirige hacia allá, pero ambos lanzan grandes bolas de fuego que chocan justo en el centro de la arena, cuando consigo ver a través del humo todos se dirigen hacia aquí.

Los chicos parecen avergonzados y Enemyres tiene el rostro muy serio, creo que no debían estar combatiendo en ese momento, las dos chicas parecen algo molestas.

Moonshell la Leyenda [ Libro 1 Serie Moonshell]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora