XLI

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*Joel*

La victoria de ayer fue en verdad decisiva, al demostrar nuestro apoyo y fuerza logramos que nuestros aliados confíen más en nosotros y que nos cedieran el espacio donde estaba el campamento enemigo, lo malo fue que en medio de la batalla fui alcanzado por una flecha justo en la coyuntura del brazo y el hombro y ahora tengo que descansar en el hospital improvisado del campamento, tengo completamente inmovilizado el brazo derecho, el dolor fue terrible en cuanto sacaron la flecha y no dejaba de sangrar, ahora me duele menos y por suerte no dañó ningún tendón o zona importante, la venda que recubre mi hombro está algo sucia de pus y sangre, espero que no se infecte, me levanto con esfuerzo y no puedo evitar hacer una mueca cuando mi extremidad herida se mueve, la tienda hospital está relativamente vacía, nunca deja de sorprenderme lo bien planeadas que están las estrategias del general, menos de veinte de nuestros hombres murieron, no se cuales serán los números para nuestros aliados pero estoy seguro que tampoco sufrieron muchas bajas, es más, conseguimos capturar un montón de rehenes, en este momento están en una prisión improvisada, desde ahí nos miran  todos con veneno en los ojos, ya que no podemos construir celdas individuales todos están en la misma, amontonados y atados de pies y manos, de otra forma sería muy fácil que escaparan.

Las caras de los pobladores que dormitan la mayor parte del tiempo en sus catres, ante la falta de algo mejor que hacer, muestran cansancio y aburrimiento, esta no es su casa, y no quieren ser refugiados, a mi también me gustaría volver a mi casa cerca del puerto, volver con mi esposa y mi hija, pero pensar en el pasado no mejora nada, camino por entre las tiendas buscando algo que hacer, si paso más tiempo acostado me volveré loco.

*Jack*

Hacía mucho que no probaba la sopa de nabos de agua de mi madre, a decir verdad casi desde que comenzó mi entrenamiento, han pasado muchas cosas desde eso, había olvidado lo que era comer tranquilamente sin tener que preocuparme por nada, aunque en realidad ahora mismo si tengo de que preocuparme, en una hora tendré que dejar el campamento para acompañar a mi maestro y mis compañeros a la capital de Antares, nos presentaremos ante el rey y viviremos en la capital para estar listos para las próximas batallas, después de que me desmayara ayer, un grupo de soldados me llevo a la enfermería y me atendieron, luego de unas horas me dejaron ir y me guiaron hasta la tienda que le correspondía a mi madre.                               

— ¿Mamá?— no quiero decirle que tengo que irme de nuevo, ayer se puso muy contenta cuando aparecí frente a ella y estuvo muy preocupada durante el viaje en barco.                                       
—¿Qué pasa cielo?— no me esta viendo pero puedo sentir el calor de su mirada, siempre supo reconfortarme cuando estaba mal.                           

—La sopa está deliciosa— no puedo hacerlo, ella voltea y me sonríe.               

—Eres un mentiroso, siempre has odiado la sopa de nabos— se sienta junto a mi y me observa fijamente— tienes que irte de nuevo ¿no es así?— intenta ocultarlo pero una pequeña lágrima asoma en su rostro.                               

—¿Cómo lo sabes?— sonríe.                                   

—Niño tonto, soy tu madre, yo se esas cosas ¿Cuándo te iras?—               

—En una hora, vamos a presentarnos ante el rey y nos quedaremos en la capital para planear toda la estrategia y los asuntos importantes— suena irreal cuando las palabras salen de mi boca, solo soy hijo de un par de granjeros, no tendría por qué ver siquiera a un rey en toda mi vida.                                   

Moonshell la Leyenda [ Libro 1 Serie Moonshell]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora