Capítulo 12.

26K 2.1K 210
                                    

—Pero qué casota

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Pero qué casota. Esto es tres veces nuestra casa —comentó Pame, su hermana—. Podría apostar que los baños son de oro, ¿puedo mirar? —La emoción en la cara de la chica lo decía todo. Samantha la miró mientras desaprobaba rápidamente.

—No son de oro, y debes quedarte en un solo lugar, ¿bien? No toques nada.

—No tocaré nada —comentó, sentándose en las sillas giratorias de la cocina mientras Samantha volvía al desayuno. La chica se había quedado dormida con los niños la noche pasada en el sofá, y por culpa de una mosca fue levantada pasada las 5 de la mañana, así que decidió llevar a los niños a sus respectivas habitaciones mientras preparaba el desayuno. Esperaba que su jefe no le hiciera un pleito por la escena de anoche, aunque lo dudaba, porque de haber sido así, Samantha tenía más que claro que la noche pasada la habrían levantado. Y ese no fue el caso, al contrario, amaneció arropada con una manta bastante acogedora.— Así será mi casa cuando me case con Timmy.

—¿Aún sigues con eso? ¿Le hablaste? —preguntó la chica. Su hermana menor estaba detrás de un chico que era todo lo contrario a ella, y era loco porque Pame jamás fantaseaba sobre un futuro con nadie, solo con él. La chica rió mientras veía a su hermana mayor hablar.

—No, solo cruzamos miradas, pero yo sé que ahí hay algo. Mi Antivirus Troyano me lo dice. —Se acomodó las gafas mientras suspiraba. —Nuestra casa será gigante y tendré una habitación solo para mis computadoras.

—Claro, claro que sí ¿Y cómo piensas mantener a los niños fuera de ahí?

—De la mejor manera, no teniéndolos —comentó como si fuera una respuesta tan obvia, pero así era la menor de los Brown.— Sé que amas a los niños, Sammy. Pero esa eres tú, porque tienes sangre para ello, por otra parte estamos las mujeres rebeldes y sin control como yo. Preferimos no tener niños, pero bueno, ese no es un tema importante, esta gigante casa sí lo es.

—¿Cuándo piensas hablarle a Timmy? —preguntó la mayor. Samantha sabía que aun en el fondo, Pame era una chica tímida cuando de chicos que le gustasen se trataba. ¿La razón? ella también lo era y conocía esas ilusiones y ese tono de la voz que en ocasiones su hermana manejaba al hablar del tal Timmy. No quería que, al igual que ella, perdiera oportunidades debido a su falta de habla.— Pienso que deberías hablarle, no creo que sea tan mal chico.

—No, no lo es. Es muy buena persona en realidad, demasiado buena para ser real. Es que el hecho de que me guste va en contra de mis principios y lo que soy. —Exhausta, la menor se quitó las gafas mientras tapaba su cara con sus manos.

—¿Y qué eres? —preguntó la chica con una risa fugaz y baja.

—Una revolucionaria loca por la tecnología. Tendría que casarme con Steve Jobs.

—Steve Jobs está muerto.

—¡Bueno, no lo sé, Samantha, con uno de sus hijos! No tendría por qué estar gustándome un jugador de fútbol americano. La verdad es que ni siquiera entiendo ese deporte, solo voy a los juegos porque él está jugando, y claramente me hago pasar como una increíble fanática del fútbol. Lo único que sé es que anotan... ¿goles? ¿esos son goles? Realmente no lo sé.

UNA NIÑERA PARA MIS HIJOS |LIBRO #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora