6 de la mañana. Él no era madrugador antes de sus hijos, pero aprendió a hacerlo después de que Sandy cumplió los 2 años. Había asimilado que los niños se levantaban realmente temprano y él no quería interrumpir el mal sueño de su esposa debido a las largas noches que pasaba en vela con Bradley. Él también las pasaba de vez en cuando, pero era mucho más fuerte. Sin querer aprendió a hacer de todo, a lavar, a cocinar a limpiar la casa, lavar trastos y demás. Eso no lo hacía menos hombre, simplemente le daba igualdad a su esposa. Si ella podía hacer algunas tareas domésticas, él también podía hacerlas, así como ella podía cambiar el aceite del auto o manejar algunas cuentas. A simple vista cualquiera habría podido decir que su esposa era una princesa, y lo era, pero también, al mismo tiempo, era una mujer bastante decidida que dejaba sus puntos en alto sin mirar atrás, haciendo que su matrimonio realmente funcionara. Quizás, por esa misma razón, para él no fue difícil en cuanto a tareas con sus hijos. Hoy tenían escuela nuevamente, así que se levantó mucho antes que ellos para hacer desayuno, ordenar sus uniformes y recoger todos los juguetes que habían dejado tirados la noche pasada.
La parte difícil no era hacer todo eso, era levantarlos sin patalear de la cama. Durante los primeros cuatro meses de la muerte de Camille, Braxton había dormido con sus hijos, los tres en la misma cama, hasta que se dio cuenta que no era bueno hacerlo. No debía malacostúmbralos, así que volvieron a sus habitaciones. Algunas veces los levantaba él, otras veces lo hacía su madre, quien era la única que pisaba realmente la casa, y sólo lo hacía para sacar a los niños.
Bradley era mucho más rápido de levantar. Sólo eran unas cuantas palabras, y el pequeño pelinegro saltaba de la cama como si lo hubieran recargado con baterías. En cambio Sandy era difícil, ella solía pedir 5 minutos más o lloriqueaba. Siempre que eso ocurría, Braxton le daba sus 5 minutos en cama mientras alistaba a su otro chico. Pero ese día, como nunca antes, ella se levantó en la primera llamada, feliz y sonriendo, igual que su hermano.
—Hola, papi. Buenos días —habló la pequeña rubia mientras le daba un beso al pelinegro, saltaba de su cama y se ponía las pantuflas.
—Papi, ¿dónde está la abuelita? —preguntó el pequeño Bradley desde la puerta. Braxton sonrió.
—Ella ya no vendrá tan seguido. Ahora yo los ayudaré, los llevaré a la escuela y demás —respondió, haciendo sonreír a su hijo. En eso, su pequeña salió del baño, así que los tres salieron en busca del desayuno.
Los pequeños estaban muy felices de que después de tanto tiempo su padre volviera a comer en la mesa con ellos. Él solía leer el periódico siempre, pero esta vez sólo estaba desayunando con sus hijos. A veces sentía que la casa era muy grande para ellos, otras veces sentía que era muy pequeña, pero de todas maneras, la esencia de ella seguía intacta.
—Hoy, después de la escuela, conocerán a dos personas geniales que los van a mantener a salvo, a cuidar y demás —habló, refiriéndose a los chicos de seguridad que iban a tener a partir de ahora. No sólo lo hacía por seguridad, sino también por precaución, porque sabía que su salida iba a significar paparazzis y preguntas. Ellos no respetaban ni siquiera a los niños, así que no iba a soportar ver a sus pequeños en aprietos, era mejor mantenerlos seguros.
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UNA NIÑERA PARA MIS HIJOS |LIBRO #1|
ChickLitUna historia llena de ternura. Llena de sacrificios. Llena de amor. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. -1 Cori...