Braxton y Camille eran el sinónimo de pareja perfecta. Llevar el apellido Abbruzzi era uno de esos apelativos importantes en Seattle, algo que Camille se ganó con solo sonreír. Eran como esos cuentos para niños donde la doncella se casaba con el príncipe. Claro que ambos tenían fuertes apellidos en su espalda y lo único que tenía Camille de doncella era su buena conexión con las personas. Era la luz de cualquier lugar. Era la madre, hija, amiga y vecina perfecta. Antes de amar a alguien, posiblemente la amarían a ella.
Una mañana, en camino al club a una reunión de té con sus amigas para hablar de la vida o reír acerca de cualquier cosa, un accidente ocurrió, arrebatándole al mundo la posibilidad de verla sonreír de nuevo. Arrebatándole a todos un pedazo de su felicidad.
Braxton y sus dos hijos no tenían más que llorar en su soledad, porque era así como se sentía mejor, cuando nadie los veía. Para un padre con dos hijos pequeños, perder a su madre podría ser una de las peores cosas que a alguien alguna vez le debía suceder, más aun si todavía se está enamorado como el primer día. Permitirse tiempo para ellos podría significar una bancarrota en la empresa familiar, pero a él muy poco le importaba, porque no era la esposa del mundo o la madre del mundo; era su esposa, la madre de sus hijos.
Un año después, no completamente sanado, no completamente listo, volvió a mostrarse al mundo. Era notable el cambio que había tenido en él la pérdida, al igual que en sus hijos. Aunque ellos lo habían sobrellevado mejor, y por esa misma razón él decidió seguir adelante. No por él, quién ya había vivido su vida, amado y cometido errores; sino por sus hijos. Porque así como Camille le había enseñado alguna vez a no rendirse, él debía enseñarle esa misma lección a sus hijos, pues aunque existan adversidades, el mundo no se detiene, así que hay que continuar.
Volver a la empresa significaba dejar a los niños solos por mucho tiempo. Braxton pensaba que los hijos debían ser cuidados por sus padres, pues eran realmente importantes en la crianza del bebé, pero dadas las circunstancias, el trabajar por ellos significaba sacrificar ese tiempo. Pensó que quizás su madre o su suegra podrían ayudarle en casa, pero sinceramente ya estaban mayores para eso, y ponerles más trabajo sería buscar algo peor. Él no estaba completamente seguro de poder soportar una pérdida de nuevo.
Así que pensó que lo mejor era buscar una niñera para sus hijos. Nunca se lo había planteado, y realmente no se imaginaba gran parte de la vida de sus hijos siendo cuidados por una niñera, pero cada problema exige sacrificios, y este era el suyo. No buscaba una figura materna en sus hijos, eso era algo que nadie podía llenar, pero sí buscaba a alguien con quien sus hijos se sintieran a gusto. Alguien con quien volvieran a sonreír.
Samantha era perfecta para eso... No se conocían, no eran para nada parecidos, pero ella iba a aprender a amar a sus hijos de la manera en la que él quería que fueran amados. Aunque Braxton realmente no lo sabía, ni ella tampoco. Pero el destino se encargaría de que eso ocurriera Porque no se trata de buscar, sino de esperar que llegue una persona y te cambie la vida.
Camille lo aprobaría.
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UNA NIÑERA PARA MIS HIJOS |LIBRO #1|
Chick-LitUna historia llena de ternura. Llena de sacrificios. Llena de amor. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. -1 Cori...