Capítulo 26.

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—Pobre chica, se fue llorando por culpa de esa mujer

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—Pobre chica, se fue llorando por culpa de esa mujer. —Una de las jóvenes que trabajaba en el club llamo la atención de Braxton en cuanto la escuchó hablar cuando volvía entrar al dejar ir a Samantha. No quería que se fuera, sabía que se encontraba llorando pero no conocía las razones de sus lágrimas. Eso lo hacía sentir culpable en gran parte porque fue el quien la trajo aquí. La había notado incómoda durante un largo rato, incluso se le pasó por la cabeza que quizás se hubiese divertido más con los chicos que con él sentados en una mesa, pero era algo a lo que no estaba acostumbrado aún. No quería entrar en comparaciones y no lo haría, Samantha era totalmente diferente a Camille y adoraba eso de ella. Sin embargo, sabía que no podía hacerla encajar dentro de un mundo que no le pertenecía, pero el podría encajar en el de ella, lo haría si eso significaba verla reír como siempre lo hacía. Las mujeres se encontraban hablando un poco alto sin darse cuenta que él se encontraba allí.— Yo fui por los platos y las vi. Esa mujer siempre ha sido así, la única manera que ella se comportase bien era con su hija y ese ángel murió. Ahora será otra vez una arpía como siempre.

Una de las mujeres asintió.

—Aunque la otra chica le dio su merecido, con mucha amabilidad a decir verdad. Ojalá esté bien. Es cierto lo que le dijo esa mujer, este mundo no es para ella, le van a destruir el corazón. —Las piezas encajaron muy bien en cuanto Braxton terminó de escuchar a las mujeres y Renata lo iba a escuchar.

Comenzó a caminar rápidamente de nuevo a la fiesta. Pasó al lado de las mujeres que se encontraban cotilleando, saludándolas con educación para luego abrir las puertas del lugar como si no pasara nada. Sus hijos aún se encontraban gritando y bailando alrededor de los recreacionistas. Sus ojos fueron justo hasta Renata, quien se encontraba llegando a la mesa con una sonrisa triunfal en la cara. Definitivamente esa mujer lo iba a escuchar, porque se hartó de aquello.

Sus pasos fueron rápidos y decididos conforme llegaba a la mesa. Allí se encontraban ahora muchos más amigos de su difunta mujer, sin embargo, ninguno de esos que se encontraban allí le importaban en ese momento tanto como poner en su sitio a la mujer.

—¿Qué le dijiste a Samantha? —Lanzó la pregunta haciendo que todos los que se encontraban en la mesa se quedaran mirándolo, incluso algunos de las mesas laterales, porque su tono fue lo suficientemente alto para que se escuchara entre ellos. Su mirada estaba clavada sobre Renata mientras ella dejaba su sonrisa y lo miraba con una incógnita en su cara antes de poner su mejor expresión de madre preocupada.

—Oh, hijo, Braxton ¿Qué ha pasado? ¿Está Sammy bien?

—No, no te atrevas a llamarla Sammy. No tienes ningún derecho. —habló mientras comenzaba a reírse con sarcasmo y rabia—. Tampoco el de llamarme hijo, así que mejor me dices qué le dijiste a Samantha, Renata.

—Braxton, cálmate. —William, el esposo de Renata y padre de Camille, le habló con extrañeza, pues a diferencia de su mujer, él realmente no sabía de qué estaba hablando el chico.— ¿Qué ha pasado, por qué te encuentras alterado?

UNA NIÑERA PARA MIS HIJOS |LIBRO #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora