Capítulo 11.

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—Películas —habló la pelinegra, ganándose otra mirada de desaprobación de su jefe

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—Películas —habló la pelinegra, ganándose otra mirada de desaprobación de su jefe. Samantha había llegado más temprano de lo normal para hablar con Braxton sobre las cosas que debían cambiar, algunas. Pero simplemente ambos estaban comenzando a frustrarse.

—No películas de Disney —respondió el hombre mirando a la chica, quien lo miró a punto de perder la cabeza—. Esas películas no le enseñan nada a los niños más que pasar todo el tiempo esperando por su príncipe azul.

—Lamento decepcionarlo. —Ella no era habladora, se sabía. Pero cuando tenía que refutar un punto o algo en lo que creía, nadie podía pararla.— Creo que el príncipe azul es una metáfora, una que como mujeres descubrimos al crecer. No es encontrar al príncipe azul, es encontrar al hombre que te ame, respete y te trate como te lo mereces. Los príncipes no dejaron de amarlas nunca, es un punto, si me lo pregunta. Muchas personas hacen ver ese tipo de historias como tontas porque no creen en el amor, pero no han visto su trasfondo. Por ejemplo, la Bella y la Bestia. Ella se enamoró de la bestia y le quería de esa manera sin saber lo que le esperaba al romperse la maldición. ella lo había aceptado así. Le enseña a las niñas que hay que mirar el interior y no lo exterior, por muy feo que sea. O Cenicienta, era una chica que lo había perdido todo y el príncipe se enamoró de ella. La buscó por todos los lugares del reino, sin importar su pasado o los errores que haya cometido ¿Qué me dice de Jazmín y Aladdín? A pesar de que era una princesa y tenía todos los lujos, siempre se preocupaba por todos. Ni hablar del Jorobado de Notre Dame, un hombre que estuvo encarcelado toda su vida por su apariencia y un día alguien ve algo bueno en él.

>>Y Mulán, por Dios, esa es la mejor de todas. Fue a la guerra por su padre, se convirtió prácticamente en un hombre y pasó por cosas inimaginables. Salvó China. No le veo ningún problema a las películas, el problema somos nosotros que no vemos más allá de ellas.— Cuando algo emocionaba a Samantha no había quien la calmase. Por suerte, su jefe era muy bueno escuchando, y a decir verdad, Braxton se encontraba atrapado completamente por todas las palabras de la chica, como si le estuvieran contando la mejor historia de todos los tiempos.— Hay que dejar de ser superficiales y ver los mensajes que las películas para niños quieren dejar. No se trata del final feliz, se trata de las demás cosas que hacen a la película importante. Sí, todas las niñas dicen que quieren ser princesas, o los niños que quieren ser príncipes, estoy completamente segura de que usted lo dijo cuando era pequeño. Pero, ¿y eso qué? Muchas veces quieren dañarle los pensamientos a los niños solo porque algo no les agrada y no los dejan que los descubran por sí solos.— Fue entonces cuando la chica se dio cuenta que quizás se había sobrepasado un poco.— Hablé demasiado, lo siento.

—No, te sigo escuchando, Samantha. Tienes un punto bastante interesante —respondió Braxton mirándole con ¿una sonrisa? No se podría descifrar—. Eres una fan de Disney, interesante. Hagamos algo, nunca he visto esas películas, no era un chico de televisión cuando estaba pequeño. Mi hermana era más de esos pero yo no, así que tengo que verlas y luego decidiré si pueden o no verlas los chicos. —Braxton era un hombre anticuado y era algo que no podía cambiar, pero estaba dando un paso, y uno bastante grande, en prestarse para ver películas. En el fondo sabía que esto sería bueno para sus hijos, algo se lo decía. El problema era que Braxton no seguía mucho al corazón desde hacía un año, así que prefería descubrir las cosas y hacerlas un hecho. El hombre miró su reloj: 8:30. En cualquier momento sus hijos se levantarían.

UNA NIÑERA PARA MIS HIJOS |LIBRO #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora