La violencia no llevaba a nada bueno, nunca lo hacía. El amor, por otro lado, sí podía hacerlo. Sin embargo, las personas prefieren recurrir a lo más fácil para ellos, pues les da miedo amar o simplemente no conocen el verdadero significado de la palabra "amor".
Era algo que la chica pensaba mucho los últimos días, tantas guerras, tantas problemáticas sociales y todas estas causadas por lo mismo, odio. Un odio indefinido que estaba llevando a las personas a comportarse a partir de la intolerancia, el irrespeto y la ira; olvidando por completo la verdadera razón por la que todos se encuentran en el mundo, para amarse unos a los otros.
Jamás entendería las razones por las que la maldad se apodera de las personas, jamás entendería por qué mueren los buenos y los malos seguían viviendo. A lo mejor algún día encontraría las respuestas tan buscadas, pero no sería en ese momento, no mientras Renata la sujetaba con salvajismo del brazo. Como pudo, se liberó del agarre de la mujer.
—No me toques —expresó la chica.
—¿Sabes? Nunca me agradaste, no sé realmente que vio Meredith en ti, ni tampoco sé que vio Braxton. Pero dejémonos de juegos, sobre mi cadáver vas a remplazar el lugar de mi hija para mis nietos, niña tonta, no puedo creer que desperdicies tu vida queriendo a personas que no te quieren, porque no lo hacen. Tú solo eres una ilusión y la imagen de mujer que buscaban, pero eso no será por mucho, ¿y sabes cómo lo sé? Porque me encargare de que así sea. —Samantha ahora se encontraba rabiosa. ¿Qué le había hecho ella a esa mujer para que la tratara de esa manera? Era otra de pregunta sin respuesta para ella. No estaba acostumbrada a refutar cuando de peleas se tratase, siempre se mantenía callada y bajo el margen de lo que estuviese regido en ese momento, pero simplemente estaba harta de seguir ese patrón, no permitiría que le faltasen al respeto.— Eres una simple chica con sueños de artista que en cuanto se dé cuenta cuán difícil es el mundo, volverá llorando a los brazos de su mamá.
—Bien, me harté de ti, adiós. —Y aunque quería decir muchas cosas no lo hizo, simplemente comenzó a caminar, no quería herir a nadie. No quería hablar por medio de la rabia o la desesperación.
—No, nena, esto apenas empieza. Te daré un ultimátum. —Samantha volteó a verle con incredulidad. En serio no podía estar comportándose de esa manera, era una mujer mayor, con toda su vida realizada. Entendía su dolor, a lo mejor no igual que ella lo sentía, pero lo entendía. Sin embargo, no existía una necesidad de ser tan mala para con nadie.
—Renata, lo entiendo, ¿bien? Entiendo tu punto de vista, entiendo que pienses que soy una chica cualquiera de Seattle la cual tuvo una oportunidad de en sueño y se está aprovechando del dolor ajeno. Pero, ¿sabes algo? Nunca en mi vida esperé entrar a esa casa, conocer a esos niños e incluso conocer a Braxton. En el futuro que tenía planeado para mí nunca vi esto, pero por alguna razón llegó a mí. No pretendo ocupar ningún lugar, no pretendo esperar que me quieran, con lo que yo siento por cada uno de ellos ya es suficiente. No dudo de que en algún momento me separaré de ellos y será duro, muy duro para mí. —Samantha comenzó a hablar sin parar luego de eso, tratando de que el nudo que estaba posicionado en su garganta no explotara haciéndola llorar.— Pero no por todo eso voy a permitir que me faltes al respeto. Entiendo que estés furiosa porque crees que estoy ocupando el lugar que le pertenecía a tu hija y no es así, no espero cambiar el pasado, no espero cambiar el futuro, estoy viviendo el presente porque es lo único que tengo.
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UNA NIÑERA PARA MIS HIJOS |LIBRO #1|
ChickLitUna historia llena de ternura. Llena de sacrificios. Llena de amor. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. -1 Cori...