Capitulo 19.

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Nada estaba bien. Nunca más lo iba a estar. La realidad me pesaba en los hombros. Todo cambiaría a partir de ahora, lo presentía.

El cuerpo inmóvil de Hinata yacía en una camilla de hospital, con las sábanas blancas y limpias cubriéndole del frío de la noche. Me quedé a su lado por varías horas, velando sus sueños así como ella una vez hizo conmigo.

La pobre había perdido el conocimiento después de que recibió la noticia de que Naruto había muerto. Si, estaba muerto. Yo misma vi su cuerpo en la sala del hospital, conectado a múltiples aparatos que lo mantenían con vida a duras penas, su rostro pálido y carente de color, sus manos frías, es algo que no soporté ver por mucho tiempo, sin embargo me alegra haberlo visto por última vez.

Sus padres pidieron que fuera un funeral privado, nadie pudo asistir más que la propia familia, pero nos permitieron verlo durante unos minutos en el hospital antes de que se llevasen su cuerpo.

Hinata llevaba dos días inconsciente. No pudo darle el último adiós a su gran amor. Los médicos dijeron que despertaría cuando estuviera lista para hacerlo, había sido demasiado para ella el saber que ya no lo volvería a ver.

—Naruto... —susurra ella entre sueños.

Se removía inquieta, parecía querer despertar. Y así fue, sus ojos se abrieron de a poco y se levantó como un resorte.

—¿Dónde estoy? —pregunta mirando toda la habitación

—En el hospital, te has desmayado. —respondo tomándole la mano.

Ella me mira un segundo, entonces parece recordar todo y sus ojos se llenan de lágrimas que comienzan a salir una tras otra. La rodeo con mis brazos y la estrecho fuerte contra mi.

—Él... se ha ido. —murmura con la voz quebrándose.

No respondo. Sólo le acaricio el cabello. Lloro con ella. También he perdido a mi mejor amigo y duele como el infierno.

—Quiero verlo. —solloza sin mucha fuerza.

Niego con la cabeza un par de veces y ella me mira interrogante.

—Has estado aquí desde hace dos días. Ya se han llevado su cuerpo. Ninguno de nosotros sabe donde lo han enterrado, sus padres no quisieron dar información. —le hago saber.

Se llava las manos al rostro y solloza más fuerte. La abrazo de nuevo y nos quedamos así por un largo tiempo. Está temblando.

—Quiero irme de aquí. Llévame al departamento. —dice en tono de súplica.

Asiento con suavidad y la dejo sola en su habitación por un momento para buscar al doctor. Él dice que ya puede irse a casa y me pide llenar el alta.

Cuando regreso, ella ya está completamente vestida, sus ojos hinchados y rojos delatan que siguió llorando durante todo el rato.

—¿Nos vamos? —le pregunto.

—Si. —asiente con la mirada perdida.

Caminamos hasta el aparcamiento y busco con la vista el auto donde lo había dejado. Cuando entramos, me doy cuenta que el ambiente es incómodo y demasiado tenso.

—¿Dónde está Sasuke? —pregunta ella para romper el hielo.

—No lo he visto. —confieso.

La noche que sucedió todo él nos llevó al hospital, sin embargo se marchó y no apareció después. Ni siquiera se dio el tiempo para ver a su mejor amigo, aquél que dio su vida por él.

Parece que Hinata comprendió en seguida y no preguntó nada más, sólo se hizo un ovillo en el asiento de copiloto y subió el volumen de la música del estéreo. Lloraba en silencio.

Una pelea contra el amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora