Los ojos de Sora me miraron con ternura contenida, toma mis manos entre las suyas, mientras se acerca con lentitud. Estábamos en la montaña más alta de la ciudad, a unos cuantos metros del precipicio. Mis piernas me temblaban por los nervios, pero no era a las alturas a lo que le temía. Era a lo que él diría a continuación.
—Eres el amor de mi vida, de eso estoy seguro, y quisiera pasar el resto de mi existencia junto a ti... ¿me harías el extraordinario honor de ser mi esposa? —susurra con una radiante sonrisa, postrándose frente a mi con una rodilla en el suelo.
Su mirada brillaba con expectación mientras me soltaba una mano para sacar del bolsillo de su chaqueta una pequeña cajita negra aterciopelada. Mis ojos comenzaron a cristalizarse al verlo abrir la tapa, donde yacía una magnífica alianza de compromiso.
—Si digo que sí, ¿prometes amarme toda la vida? —murmuro limpiando una lágrima con la punta de mi dedo.
—Oh, cariño... yo te amaré incluso después de la muerte. —responde levantándose y luego sujetar mi rostro en sus manos.
—Entonces sí. Quiero casarme contigo.
Él suelta una risita de júbilo, levantándome en brazos y dando vueltas sobre sus pies antes de adueñarse de mis labios en un beso cargado de sentimientos. Le rodeo el cuello con mis brazos, enredando mis dedos en las hebras rubias de su cabellera.
—¡Corte y queda! ¡Magnífico! —grita un hombre parado detrás de la cámara frontal.
En ese momento las luces de alrededor se encienden y se escucha el movimiento de personas. Sora por fin da por terminado el beso y deja que mis pies toquen el suelo. Se ríe con suavidad, y me pasa el brazo por los hombros.
—Lo has hecho perfecto, preciosa. —sonríe Sora con una sonrisa.
—Cada vez estoy más impresionado con tu talento para la actuación, bellísima Sakura. Creí que tu campo era el modelaje, pero me has dejado con la boca abierta. —exclama un hombre no mayor a los cincuenta.
Es Souta, el director de la película que recién habíamos comenzado a grabar el sábado por la mañana. Sora llegó antes de lo planeado, por lo que las grabaciones comenzaron al día siguiente.
—¡Ha sido todo por hoy, pueden irse a casa! Nos vemos en dos días en el set. —menciona Souta despidiéndose de ambos.
—Hasta luego. —respondo asintiendo con la cabeza.
—Bueno, creo que aún alcanzamos esa reservación en aquél restaurante buenísimo que tu madre nos ha recomendado. —susurra Sora en mi oído.
Le sonrío emocionada y nos dirigimos tomados de la mano hasta su auto deportivo. Una vez dentro, me recargo en el respaldo y me permito suspirar, ha sido más cansado de lo que pensé.
—¿Cuándo vendrá Hinata? —pregunta encendiendo el vehículo.
—Ayer hablé con ella, dijo que tuvo un imprevisto y no pudo viajar. Llegará mañana por la tarde, y eso me alegra, así puedo pensar como explicarle que Naruto está vivo. —digo mordiéndome el labio.
Sora me da un apretón fuerte en la mano, y yo le sonrío con ternura. Es el hombre perfecto, y aunque sé que lo es, no puedo evitar sentir que estoy mintiendome a mi misma al repetirme que algún día podré amarlo de la manera que él se merece.
Me muerdo el labio, intentando por todos los medios alejar esos pensamientos de mi cabeza. De pronto, la imagen de Naruto abrazando a su hijo se abre paso en mi mente y casi puedo imaginarme la felicidad de Bolt al saber que su padre está ahí, más cerca de lo que piensa.
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Una pelea contra el amor.
FanfictionSakura Haruno es una chica de clase alta, hija de los dueños de una empresa millonaria, una señorita en todo el sentido de la palabra, estudia en un instituto excesivamente costoso y es perfecta a la vista de todos, pero su vida dio un giro inespera...