Capítulo 20.

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Ser fuerte por las dos. Era el primer pensamiento que se me venía a la mente al ver a mi amiga junto a mi, tomando su equipaje y descargándolo del auto de sitio que nos trajo a la casa de mi tía.

Era grande, de dos plantas y con muchas ventanas por todos lados. Estaba lo suficientemente cerca de Central Park para encantarme en seguida y eso me hizo no fijarme mucho en los detalles.

La gran puerta de madera se abrió y por ella sale Tsunade. Una mujer alegre y bastante bella para sus cincuenta y cinco años de edad. Ella era mi tía y madrina, a la que siempre recurría cuando no tenía ni idea de qué hacer. Es comprensiva y daba buenos consejos. Todo se resumía en eso, aunque también tiene un temperamento demasiado fuerte.

—Me encanta tenerlas aquí, muchachas. —murmura abrazándonos a ambas.

Cierro los ojos y le devuelvo el abrazo a mi querida tía, a esa a la que tengo tanta confianza para hablarle de nuestra situación por teléfono antes de venir aquí. Por supuesto que de inmediato nos ofreció asilo en su casa y me pareció la idea más correcta.

—¿Y bien? ¿qué esperan? Pasen. Mi casa es su casa. —sonríe con un aire maternal.

—Gracias por recibirnos tía, lo digo en serio.

—Oh, mi sobrina preciosa, para mi es una felicidad inmensa tenerlas aquí por tiempo indefinido. —responde mirándome con ternura.

Hinata y yo cargamos las maletas hasta el vestíbulo, que era bañado por la luz natural que entraba por el ventanal enorme que se extendía, dándonos una perfecta vista al patio trasero. El suelo era cubierto por una alfombra grisácea y los almohadones negros hacían juego con los muebles blancos.

—Has remodelado tu casa, hace mucho que no venía por aquí. —le digo mirando todo el lugar.

Mi tía asiente y nos pide que tomemos asiento. La obedecemos y ambas nos sentamos una junto a la otra. Tratando de evitar la expresión dura de mi madrina.

—Ahora que están aquí, ¿Qué piensan hacer? ¿Seguirán con sus estudios? —pregunta.

—Por supuesto, planteábamos hacer la Universidad aquí. —le aclaro.

—Perfecto, porque ésta mañana hablé con una de mis amigas, que casualmente es la directora de la Universidad más prestigiosa del estado, y me hizo el pequeño favor de recibirlas, siempre y cuando lleven sus papeles hoy mismo. —dice con una sonrisa suficiente.

Mi tía es una versión adulta de mi. Ambas tenemos que tener todo en orden y a la mano para no volvernos locas.

Veo a Hinata, está demasiado pálida, tiene unas ojeras notables y sus ojos se ven hinchados. A pesar de todo eso, se ve hermosa aún con su mirada triste y perdida en algún lugar del vestíbulo.

—Deben estar cansadas, las llevaré a su habitación. —asentimos las dos.

Mi tía nos guió por las escaleras hasta la segunda planta, había tres puertas, una supongo que era su propia habitación y la otra era un baño. Sin embargo, abrió la tercera dejándonos ver una alcoba bastante grande, con dos camas individuales y un ventanal enorme cubierto por una cortina blanca. Teníamos un baño completo, con bañera y todo, las paredes pintadas de un azul claro y las camas vestidas de sabanas de satín marino.

—Aquí pueden quedarse ambas. Las dejaré para que desempaquen, mientras encargaré la comida. —dice.

—Gracias, tía. —le sonrío.

Empiezo a acomodar la ropa en el armario, Hinata hace lo mismo, pero a un paso más lento. La noto rara, algo cambió en ella y no sé si es por todo lo que pasó o por algo más.

Una pelea contra el amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora