Uno

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Camila Cabello se daba los últimos retoques de su maquillaje de manera descuidada a causa de sus tormentosos pensamientos, los que no se habían ido desde que se enteró dos días atrás de su embarazo.

Al principio pensó que debió de tratarse de un error y corrió a la farmacia más cercana a comprar más pruebas de embarazo caseras. Sin embargo, después de observar en la tercera prueba para ser precisos, las dos líneas en señal de positivo, lo dejo estar. Y, sin poder controlarlo, se dejó caer en el frío suelo de aquel lujoso cuarto de baño y se echó a llorar como una niña de cinco años, y como claro está; como no lo había hecho en años.

Negó al darse cuenta el desastre que estaba haciendo en su bello rostro. 

   –Maldita sea Camila ¡concéntrate! Todos esperan que estés re luciente y lo serás.

Miró rápidamente la hora en su móvil y se dio cuenta que aún faltaba una hora para que Austin pasara a recogerla para ir al baile de graduación. Busco el líquido desmaquillante y borro cualquier rastro de su desastre.

Unos treinta minutos después admiraba con ayuda del reflejo del espejo su trabajo y se ponía de aquella carísima colonia que le obsequiaron sus padres en su cumpleaños pasado. Sin poder dejarlo pasar llego a su mente que tendría que abstenerse de este y otros gustos más pues la constructora de su padre había sido metida en una gran demanda por una obra mal realizada a causa del robo de el arquitecto a cargo.

Su padre Alejandro Cabello era un hombre recto con varios millones en su cuenta bancaria que ni ella ni su madre Sinu Cabello dudaban en gastar. Pero hace exactamente un mes que su padre les dio la noticia a ambas y la advertencia de que, tendrían que limitarse un poco en gustos y gastos pues aquella demanda le había costado millones de dólares.

Aunque Alejandro alegó que no podía estar frente a cada proyecto la firma estaba ahí y solo eso bastó para perder y por supuesto este no dudó en despedir a aquel sucio arquitecto que utilizó materiales baratos de muy mala calidad él quedándose con el resto del dinero que estaba presupuestado causando que cayera a pedazos aquel gran hotel un mes después.

Pero Camila no quería pensar en eso. Escucho como tocaban su puerta por lo que fue a abrirla. Vio a una de sus empleadas la que le informó que Austin ya la estaba esperando. Ella solo asintió tomando su bolso junto con su móvil, salió de su habitación bajando las escaleras de manera apresurada pues sabía lo que el chico odiaba que lo hiciera esperar.
No había señal de ninguno de sus padres por lo que salió por la puerta principal y vio  el Audi  de Austin con él dentro, –vaya ni siquiera piensa salir a abrirme la puerta, pensó.

Austin vio a la chica salir de su casa pero se quedo en su sitio esperando a que subiera, al ver que no lo hacía toco el claxon causando un sobresalto en Camila, no pensaba que iba a salir solo para abrirle la puerta, ¿o si? Definitivamente debía de estar loca si pensaba aquello.

Camila rápidamente comprendió el mensaje y se apresuró a subir al asiento de copiloto.

–Al fin, sabes que no me gusta esperar, parece que lo haces a propósito, Camila.–Se escucho quejarse la voz de Austin mientras conducía fuera de la casa, rumbo en dirección al club donde se realizaría el baile de graduación.

Camila entro a aquel club en compañía de sus amigas: Ariana y Hailee. Ya que el desgraciado de Austin apenas salió del coche se fue a encontrarse con sus amigos y compañeros del equipo de fútbol.
Ella fingió no importarle pero, dentro de su corazón este se agrietaba a causa de la indiferencia y falta de atención de Austin. Sin embargo ella hizo lo mismo al irse con sus amigas.

Juntas caminaron por el club que ya estaba lleno de los finalmente graduados y algún que otro de ahora último año. Obviamente el trío capturó la atención de todos al llegar y eso pareció encantarle a Camila dibujando en su rostro una sonrisa de suficiencia.

Creo en ti  [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora