"Camila.
Quiero que sepas que no te puedo sacar de mi mente y ni mucho menos de mi corazón.
Pero, ¿sabes que más no puedo sacar? Esa mirada llena de resentimiento que me diste días atrás. Te juro que no hice nada malo estas tres semanas que no supiste nada de mi. Te prometo que en esas semanas no saliste de mi mente, y también te prometo que iba a tomar el primer vuelo que encontré pero algo pasó y tuve que cambiar de destino.
Tengo una sorpresa para ti y me encantaría decírtelo pero quiero esperar a que sea en persona para ver tu reacción.Quiero que sepas que jamás renunciaré a ti y que estoy segura que algo más paso para que cambiaras de opinión. Hasta que tú no me digas con tus propias palabras que ya no me amas y que quieres que me aleje de sus vidas no pienso hacerlo.
Te amo, te amo tanto que me duele no tenerte a mi lado, pero te prometo que haré lo que haga falta para arreglar todo este lío que se formo.
Te amo tanto que mis días se basan en tratar de pensar que estás bien porque sino, no tengo paz. Aún así, necesito ver que estás realmente bien, por favor contesta este email.Te amo demasiado Camz, jamás lo dudes.
Lauren M. Jauregui"Camila acarició la pantalla de su MacBook al leer aquel email que le había llegado aquella mañana. Llevaba leyéndolo desde hacía diez minutos y sin embargo no le desaparecía la enorme sonrisa que adornaba su rostro, aquella misma sonrisa que desde que regresó a su "casa" no había aparecido.
Dejó la MacBook a un lado y se recargó en la cabecera de la cama soltando un suspiro, no sabía que debía de hacer, en realidad si lo sabía pero una cosa dictaba su corazón y otra le decía su cabeza. Miró la hora y marcaba las diez y media de la mañana, no se escuchaba ningún ruido en la mansión por lo que supuso que se encontraba sola, sí, con toda la servidumbre pero si no estaban sus padres podría quedar con Lauren en algún sitio privado para aclarar las cosas.
Se incorporó despacio, cada día que pasaba le costaba más poder moverse ya que su estómago había crecido demasiado, estaba por cumplir los ocho meses y medio, jamás pensó que tendría aquel tamaño su barriga, ni pensó que fuera posible.
–Señorita Camila, ¿Está despierta?–Camila escuchó a una persona de servicio preguntar al otro lado de la puerta.
–Lo estoy.–Respondió seco sentándose en la cama cuando escucho como abrían la puerta.
Entro una chica de servicio con una bandeja llena de comida en sus manos.
–Le traje el desayuno.–Le informó colocándolo en la mesita de noche que estaba a un lado de ella.
–Gracias.–Dijo Camila amablemente y la chica de servicio se quedó asombrada, no estaba acostumbrada a esa Camila que agradecía por hacer su trabajo.
–¿Desea algo más?–Le preguntó la chica limpiando sus manos en el uniforme de servicio.
Camila negó con un movimiento de cabeza. La chica tomó eso como señal para retirarse por lo que dio media vuelta dispuesta a salir.
–¡Espera!–Le llamó Camila. La chica se volvió y Camila continuó.–¿Esta alguien en casa?–La chica negó en respuesta.
–No, sus padres se fueron a la empresa muy temprano. Me dejaron órdenes que le trajera el desayuno para que no tuviera que bajar, quieren que se mantenga en reposo.
Camila escuchó con atención aquella explicación, sabía que era un poco arriesgado aún así decidió hablar.
–Dile al chofer que prepare el auto.–Dijo tomando la MacBook para comenzar a escribirle una rápida respuesta a Lauren.