La observaba con detenimiento mientras bailaba, lo hacía con tanta naturalidad que parecía una diosa. Sus caderas se movían de una manera tan sensual y por mi mente no pasaban pensamientos para nada buenos.
Sus carnosos labios pintados de rojo le daban aquel toque de seducción, y cuando ella sonreía el mundo se detenía.
Y es que esa chica llamaba la atención de todo publico... Desde niños hasta ancianos.
Al parecer no notaba aquello, porque junto a sus amigas solo trataban de divertirse.
Lo más probable era que la semana que transcurrió fue demasiado dura para ellas y habían venido hasta acá con la finalidad de alejar el estrés.
— ¡Nuevo récord! Tienes un minuto con cinco segundos sin pestañear — medio grito Hayes.
Rodé los ojos y tome lo que quedaba de mi bebida.
¿Y que si había pasado toda la noche mirándola?
— Debo admitir que la chica está que arde — aportó a la conversación un castaño, la verdad es que no sabía de dónde él había salido.
No iba a irme sin obtener su número, así que, con la frente en alto me acerqué.
— Disculpa, ¿estás sola? — pregunté con lentitud.
— ¿Me hablas a mí? — preguntó señalándose.
Acomodó un poco su cabello, y me miró esperando una respuesta.
— Claro, yo no veo a nadie más por aquí — respondí.
— Bueno, pensé que tenías problemas metales y hablabas solo —
Su sonrisa de superficialidad era llamativa. Sin dudas aquella chica no era para nada fácil.
— Creo que si tengo problemas mentales, porque una belleza como tú no puede ser real — le dije.
Ella empezó a reír, y con delicadeza puso su mano sobre mi hombro.
— Amigo, si esa es tu forma de coquetear debo decirte que es pésima —
Alcé una ceja con diversión, aquello había sido un golpe directo a mi ego.
— Si quieres puedes enseñarme cómo hacerlo — propuse.
Remangue un poco mi camisa y la mire. Estudiaba cada acción mía, y eso me daba a entender que ella era una chica pensativa.
— Las clases no serían gratis —
— ¿Y como puedo pagarte? ¿Con un beso quizás? —
— Tus frases son bastante clichés, debes actualizarte —
Su risa a pesar de ser delicada se adueño de mis oídos.
— Tendré eso en cuenta — susurre cerca de su oído.
Sonreí, está chica era interesante.
— Es en serio, ¿que quieres conmigo? — preguntó, jugaba con la copa que tenía en sus manos, como si de un juego de póker se tratase.
— No quiero perderme ni una cosa que hagas estanoche... — respondí en el mismo tono que utilice anteriormente.
— Eso suena interesante —
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— Nash, ¿en que tanto piensas? — preguntó jugando con mi cabello.
Tome un suspiro, y sonreí.
— En como nos conocimos, eras una chica extrovertida — respondí mirándola.
Sus mejillas tomaron un color rojizo, y fue el momento perfecto para capturar sus labios.
