[En Pausa] Estos malditos celos. •• (Vkook/KookV )

05. Es por el bien de nosotros.

Jin y Jimin salieron del elevador, encontrándose con Tae afuera y viendo a Kook caminando por ahí, cuando de pronto ven cómo Tae se desploma en el suelo.

— ¡Dios Santo! — Exclamó Jin.

Jimin abrió sus ojos de sorpresa al ver la escena, yendo rápidamente hasta su compañero.

— Tae... Tae, despierta — decía nervioso Jimin —.

Kook seguía caminando sin detenerse, sintiendo unas cuantas lágrimas recorrer por sus mejillas hasta que escuchó las voces alarmantes de sus hyungs. Se giró lentamente, viendo a Tae en el suelo. Todo pasaba como en una de esas escenas de cámara lenta. Él no sabía qué hacer. Estaba totalmente en shock.

¿Había sido por su culpa?

¿Acaso él había causado eso?

— Kook, no te quedes ahí parado y haz algo también, quién sabe qué le pueda pasar — dijo Jin tratándolo de levantar —.

— Eh... Sí... Yo... — se le hacía complicado hablar y moverse.

— ¡¡Haz algo, JungKook!! — Alzó la voz Jin.

— Tranquilo. Ya lo haré yo — dijo Jimin, corriendo hacia las escaleras para bajar e ir a recepción —.

Kook tragó saliva mirando a Tae y luego a Jin.

— Fue mi culpa...

— ¿Qué dices?

— Es... Es mi culpa... — Kook pasa sus manos por su cabello tomándolo fuertemente.

— No es hora de culparse — dijo Jin apretando sus dientes —. Los dos están mal. Tanto tú como él que no se toman el tiempo de hablar y solucionar las cosas. ¿Qué acaso no son maduros?

— Agh... No son frutas — frotó sus ojos Nam, que venía caminando como muerto —.

Los dos voltearon a verlo. Un suspiro por parte de Jin y una simple y seria mirada de Kookie, que seguía sin comprender lo que sucedía en su vida en estos instantes.

— ¿Tú que sabes Nam? — Dijo Jin mirándole.

— Sólo sé que hacen mucho ruido. Cállense — sonrió y volvió a su semblante serio —.

— Bah — dijo sin sentido del humor Jin —.

— ¿Qué le ha pasado a Tae? — Preguntó después, acercándose a su compañero.

— Fue mi culpa...

— Y sigues... — Rodó sus ojos Jin.

De pronto Jimin llegó corriendo.

— Ya viene un doctor — dijo entre respiraciones y poniendo sus manos en sus piernas —.

— ¿Qué pasó? — Volvió a insistir Nam.

— Tae se desmayó, sólo eso — respondió Jin mirándole —.

Sin cruzar ninguna otra palabra más, llegó un hombre que no parecía ser del todo un doctor, pero sí que era uno y uno muy bueno. Trabaja en el hospital nacional de la ciudad y tiene un pequeño consultorio en el hotel donde trabaja en sus días libres.

Se acercó a Tae, checando su presión, su corazón y temperatura.

— Buenas noches — dijo aquel doctor sin quitarle la vista a Tae —.

— Buenas noches — dijeron al unísono —.

— No es nada grave, sólo se le ha bajado la presión...