Capitulo 1: "El día que te conocí"

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Era una mañana como cualquier otra, el sol se filtraba tras las cortinas dejando ver una habitación pequeña y sin muchos muebles. Sólo había una cama pegada a la pared, en frente de esta una mesa con varios papeles regados, a los lados había puertas, una daba al baño la otra al pasillo.

De repente el agradable silencio fue roto por un despertador haciendo que el dueño de la cama saltara del susto.

–Ahhh... maldito despertador –dijo un chico mientras se sentaba en la cama estirándose, mirando la hora en aquel maldito aparato que lo despertó. – Al menos no llegare tarde con Shido.

Reflexiono levantándose de su cama para dirigirse al baño, cuando estuvo ahí se miró en un espejo que le devolvió una imagen de un chico de estatura media, cabello rubio, ojos color café, piel bronceada.

Se ducho de forma rápida, pues quería por fin llegar temprano al trabajo, no importaba si no desayunaba, ya habría tiempo de hacerlo allá.

Salió de su casa con una enorme sonrisa, lo lograría, llegaría temprano, y lo mejor de todo era que sólo bastaba caminar algunas calles para llegar al trabajo, al final siempre se le hacía tarde por confiarse en que vivía cerca.

Cuando llego frente a la veterinaria, aun permanecía el letrero de ¨cerrado¨

–Creo que por primera vez llegue temprano –se alegró revoloteando sus brazos.

–Wuau, Ginji, llegas temprano, ¿te caíste de la cama?

Dijo una voz detrás de él, el rubio volteó, viendo a su amigo que tenía una sonrisa de medio lado.

–Shido, no digas eso –hizo un puchero, algo que le causo ternura a su amigo.

Pero antes de que pudiera responder se escuchó el estómago de Ginji, indicando que tenía hambre.

–Por lo visto no desayunaste –dijo Shido mientras abría la puerta de la veterinaria.

Le hizo señas a su amigo para que entrará, el local era grande, del lado izquierdo estaba repleto de jaulas con mascotas de todo tipo, desde gatos, perros, hasta serpientes, tarántulas, etc. y del lado contrario, había una mesa, donde los revisaban. Pegada al fondo del lado derecho una pequeña vitrina con algunos medicamentos. Y en medio al fondo había una puerta que llevaba a la bodega y donde había más mascotas.

– ¿Tú desayunaste? –pregunto el rubio, poniéndose una bata blanca.

Lo miro unos segundos, pensando en todo lo que habían avanzado para llegar a ese momento, sonrió y negó con la cabeza, lo mejor era olvidarlo, ya no volvería a pasar, y él se encargaría de cuidarlo.

–Claro que desayune.

Shido ya traía la bata, se acercó a la entrada poniendo el letrero en la puerta de ¨abierto¨.

–Eres malo conmigo –dijo haciendo un puchero.

Sin poder evitarlo dejo salir una risa, Ginji sabía como ser muy infantil y sobre todo tierno.

–Ve a comprar algo para los dos –dijo tendiéndole la mano con el dinero.

– ¡Shido!... te quiero –se lanzó contra su amigo, abrazándolo mientras el otro lo trataba de alejar.

–Ve con Pool.

El rubio no necesito que le dijeran dos veces y salió en dirección al restaurante que quedaba a dos calles de ahí. Iba feliz, por fin había llegado temprano y su amigo le compraría su desayuno, ¿qué podía ser mejor que eso?

– ¡Natsu-chan! –gritó Gingi entrando al restaurante, siempre era muy extrovertido y amigable, además conocía a la chica que ayudaba a Pool.

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