Capítulo 4: El concierto, primera parte.

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Los amigos de Ginji se habían puesto de acuerdo para ir a visitarlo y ver que no le faltará nada en esas semanas que no podría moverse con más libertad.

Shido era el que en esa ocasión le llevo comida, el rubio estaba comiendo mientras su amigo estaba recargado en la puerta, mirándolo.

–Mañana iremos al hospital –dijo en voz alta, captando la atención de su amigo.

–¿Tan rápido? –se sorprendió abriendo sus ojos

–Claro, sólo que como haz estado tan entretenido –respondió con una sonrisa haciendo que su amigo se sonrojar.

–... Y Ban ¿no ha venido? –preguntó mirando sus manos.

En todo ese tiempo el ojiazul había ido a visitarlo, y se habían hecho más cercanos.

–Lo ves, yo aquí preocupándome por ti y tú sólo preguntas por el cabeza de puerco espín –dijo en tono de burla.

Al final Shido había aceptado que el ojiazul era importante para su amigo así que decidió llevarse bien con él, al menos lo más que podía.

–¡No tiene cabeza de puerco espín! –Exclamó el rubio inflando sus cachetes

–Eso me demuestra que no ves bien –dijo bromeando –, pero tienes razón, hoy no ha venido.

Shido observo como la sonrisa de su amigo se iba desvaneciendo, odiaba que ese idiota tuviera tanto poder sobre él...

–Estoy seguro que vendrá –trato de darle ánimo.

La verdad era que quería mucho a Ginji y no quería que regresará a lo que le había pasado antes... no lo iba a permitir.

En ese momento tocaron la puerta, el rubio cambio su expresión a una sonrisa mientras que Shido iba a ver quién era, al abrir la puerta vio a Kazuki.

–Tardaste demasiado –reclamo Shido mientras caminaba otra vez al cuarto del rubio.

–¡Hola Kazu! –saludo el rubio al verlo entrar.

–Hola Gingi –regreso el saludo mientras se sentaba en un sillón que estaba a un costado de la cama, lo habían llevado días después de que le había pasado el accidente para estar más cómodos.

–Yo me voy –dijo Shido, pues tenía que regresar a la veterinaria.

–Espera –lo detuvo Kasuki.

–Ban y Madoka nos invitaron a su concierto que darán este fin de semana –les dijo enseñándoles dos boletos.

–¡Que bien! –grito el rubio con alegría.

Ante esto Shido se alegró, era bueno ver la alegría en el rostro del rubio. No le gustaba la idea de ir, pero si eso lo hacia eliz, con eso era suficiente para él, además que así podría ver a Madoka, por alguna extraña razón quería verla... aunque fuera por unos segundos.

–Está bien, mañana paso por ti.

Hizo una inclinación con la cabeza salió del lugar.


–¿Mañana te quitan el yeso? –pregunto mirando la habitación.

–Sí, por fin me lo quitaran –exclamo levantando sus brazos –, no puedo estar aquí, me aburro.

–¿Te puedo acompañar? –preguntó con un rubor en las mejillas.

–Claro, después podremos ir al concierto de Ban y Madoka.

Su rostro demostraba una gran felicidad, algo que no pasó desapercibido para Kazuki. Y es que el rubio había pensado que no vería al ojiazul, pero había pasado algo mejor, lo vería tocando el violín.

–¿Te gusta Ban? –pregunto su amigo haciendo que brincara

–Y-yo... bueno –tartamudeaba, a decir verdad no sabía que sentía por él, siempre que lo veía se sentía muy feliz, mientras que la mayoría del tiempo pensaba en lo que estaría haciendo.

–No tiene nada de malo –dijo su amigo al ver su reacción.

–No es eso, es sólo que.... –se quedó pensando unos segundos –, no sé que siento por él –confeso sonrojándose.

–Si te soy sincero a mí me gusto.... El doctor Jubei –confeso poniendo una sonrisa al saber que al día siguiente tendría una oportunidad de verlo.

Ginji se sorprendió al principio, pero después le sonrió, se sentía feliz que su amigo le dijera eso, y sólo deseaba que fuera correspondido.

–Me alegra mucho Kazu –lo miro a los ojos –sabes que cuentas conmigo para todo, te deseo lo mejor.

–También lo voy a invitar al concierto –comentó pensando en cómo se lo diría

Lo que quedo de la tarde se la pasaron platicando de trivialidades, hasta que llego la noche donde Kazuki se tuvo que marchar, no sin antes preguntarle a su amigo si necesitaba algo más y por último a qué hora se irían al hospital.


Por fin llego la mañana, y los dos amigos junto con Ginji estaban esperando a que los doctores le quitaran el yeso.

–Pero que tenemos aquí –comentó el doctor Akabane entrando a la habitación mirando al rubio con una sonrisa.

–Hola doctor Kurodo –hablo Ginji con la cabeza agachada, ese doctor siempre lo intimidada.

–Vamos querido Ginji, háblame de tú – pidió Akabane acercándose al rubio y poniéndose al lado de su cama.

–Akabane, deja de intimidar a los pacientes –comento el doctor Jubei que se acercó al pie del chico, para empezar a quitarle el yeso.


Cuando lo quitó, le dio las últimas indicaciones, y le recordó que ahora tenía que ir a sus terapias.

Kazuki observaba al doctor, esperando el momento apropiado para pedirle que fuera a un concierto con él. Shido al darse cuenta que su amigo estaba muy intranquilo y no dejaba de ver a Jubei, decidió ayudarlo.

–Vamos Gingi –dijo mientras ayudaba al rubio a ponerse de pie y ayudarlo a caminar.

–Lo acompaño Ginji –se ofreció el doctor Akabane tomándolo de la cintura, esto hizo que el rubio sintiera un escalofrío por toda su espalda.


Cuando Kazuki y Jubei se quedaron solos en la habitación, decidió actuar.

–¿Puedo preguntarte algo? –dijo el modelo mirándole a los ojos.

–Claro –respondió con una sonrisa haciendo que el otro se sonrojara un poco.

–B-bueno ¿quieres ir conmigo a un concierto? –pregunto por fin agachando su mirada, esto hizo que sonriera el doctor.

–Bueno es complicado, estoy muy ocupado... – pero el modelo no quería seguir escuchando.

–Entiendo, no importa... –dijo apretando sus puños – gracias de todos modos – dijo mientras se daba la vuelta para salir, pero sintió como lo tomaban por su brazo.

–Dije que estaba ocupado, más no te dije que no, podía hacer un cambio de planes, me gustaría ir contigo a ese concierto. –Concluyó sonriéndole.

Kazuki se sentía muy feliz, tenía una oportunidad y no la desaprovecharía. Sacó de su saco su tarjeta entregándosela.

–El concierto es el fin de semana, en verdad gracias... haré que no te arrepientas de haber aceptado.

Sin esperar respuesta se dio la vuelta y con una de sus mejores sonrisas salió de ahí.

Por fin llegó el día del concierto, Ginji había asistido a algunas terapias y ya podía caminar con más facilidad. Ginji y Shido ya estaban en el teatro, les habían tocado asientos a la mitad de la sala, pero con buena vista del escenario.

–Ya se tardó –comento el rubio empezando a desesperarse.

–Si no te calmas te sacarán –comentó Shido empezando a desesperarse, pero sobre todo le gustaba molestar a su amigo. Pero con esas palabras logró que el rubio se quedará callado y sin moverse.

Después de algún tiempo por fin había empezado el concierto

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