Capítulo 2: ¿Por qué me interesas?

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Ban al entrar al lugar vio a los dos hombres en el suelo, pero no le importaba eso, él había aceptado ir con su amigo para ver las serpientes, por lo que se estaba molestando de que siguieran ahí.

Shido al ver el rostro del ojiazul se levantó del suelo, debía ser más profesional, acomodando sus ropas le extendió la mano a Ginji, este la tomó, levantándose.

–Gingi, porque no le enseñas donde están las serpientes –comentó Shido mientras se dirigía al mostrador junto con Kazuki.

–Claro, sígueme.

Ban que sin hacer ningún gesto siguió al rubio deteniéndose en frente de las vitrinas donde estaban las serpientes.

–¿Te gustan mucho? –pregunto el rubio mirando al chico.

Éste asintió, lo miro de reojo. Por qué no se había dado cuenta que era el mismo chico que tropezó con él en la cafetería. Algo en él había despertado con ese encuentro, tal vez sólo era su ego que había sido lastimado, pues no lo había reconocido.... ¿Y quién no reconocía a Ban Midou?

–Entonces... ¿puedes darles de comer? –pregunto Ginji con una sonrisa

–Ese es tu trabajo –respondió mirando con superioridad al rubio.

A parte de que no lo reconocía, no lo recordaba, ¿ahora debía hacer su trabajo?

–Eso lo sé, pero siempre me muerden. –Señalo su mordida de unos minutos atrás.

Ban miro su expresión del rubio, algo en él lo llamaba, le pedía que no se alejara de él, sobre todo que tuviera toda su atención...

–Tendrás que ser estúpido –dijo acercándose al rubio, quedando a unos centímetros de él.

Sin que el rubio se lo esperara tomó su mano, acariciándola por unos segundos, pero fue inevitable, el hecho de tocarle le había provocado esa reacción sin pensarlo. Su vista se posó en el sonrojo de Ginji.

–Mmm pues es sólo un rasguño. –Explicó mientras soltaba la mano del chico.

Apretó su mano en un puño, sintiendo la corriente eléctrica que la recorría donde había tocado la otra piel.

Ginji se sonrojo, podía sentir que con ese toque su cuerpo se había calentado, y por alguna extraña razón, le gustaba esa sensación.

–¡Ginji! –llamo Shido, sin haberse dado cuenta de todo lo que había pasado entre los dos.

El rubio reaccionó al escuchar su nombre, observo a su amigo y se dirigió a donde estaba.

–¿Qué pasa? –preguntó sonriendo

–Kazuki nos invitó a su casa en las montañas.

Ginji se emocionó ante esto, hacía mucho que no iban a las montañas, después de todo lo que había pasado apenas empezaba a regresar a la normalidad.

–Siiií, ¿vamos a ir verdad Shido? – preguntó el rubio con una enorme sonrisa lanzándose a abrazarlo.

–Lo pensaré si me dejas de abrazar –contestó con seriedad, el rubio inflo sus cachetes y lo soltó.

–Vamos Shido, di que sí –decía tomando su cacheta y jalándola.

–Pareces un niño.

A pesar de que en sus palabras se escuchaba seriedad, en su rostro se formo una hermosa sonrisa que sólo podía causar el rubio.

–Ya déjalo Shido, sabes que es así, entonces que dicen, ¿van? –pregunto el modelo mirando a los dos.

–Supongo que estaría bien unas vacaciones –finalizo Shido.

Al escucharlo Gingi empezó a brincar, en verdad tenía muchas ganas de salir, y poder divertirse como antes.

Ban seguía viendo las serpientes, aunque desde que el tal Ginji se alejó de él sólo podía prestarle atención a él. Lo miro de reojo, preguntándose porque le llamaba tanto la atención aquel chico tan hiperactivo, definitivamente no era para nada el estilo de persona que le llamaba la atención.

–¿Qué tanto me observas? –. Esa voz lo tomó por sorpresa, dándose cuenta de que el rubio estaba frente a él, mirándolo de forma acusadora.

– ¡Ban Miodu!

Se escuchó la voz de una mujer desde la puerta del local, todos voltearon para encontrase con una rubia extravagante.

– ¿Qué pasa? –Pregunto Ban metiendo sus manos en los bolsillos y mirando a su representante.

– ¡Te pierdes y tienes un concierto en unas horas!, tenemos que irnos.

Exclamo con furia, abriendo la puerta y haciéndose a un lado. Ban sin hacer ningún gesto camino hacia la salida, ya conocía el temperamento de ella y lo mejor era no quejarse.

–Vamos Heven, fue mi culpa, yo lo traje aquí –. Explico Kazuki preocupado.

Ella dejo salir un suspiro y mirando que todas las personas la veían aclaro su garganta

–-Está bien, pero deberías irte también –recomendó la chica mirando su reloj de mano.

–Tienes razón, nos vemos chicos.

Y sin decir más salieron del lugar dejando a Ginji y Shido.

                                                                      *****


Ban estaba en su camerino preparándose para su concierto, hacía unas horas que había llegado, pero a pesar de eso seguía pensando en el rubio de la tienda.

–Ese estúpido –dijo en voz alta, sonriendo de medio lado.

– ¿Qué pasa joven Ban? –dijo Madoka, una chica que al igual que él tocaba el violín.

–Nada –respondió volteando a verla, – ¿también tienes concierto?

Pregunto tratando de cambiar el tema, no le gustaba que las demás personas indagaran mucho en su vida privada.

–Sí.

Respondió mientras acariciaba a su perro, Mozart. Antes que de pudieran continuar con su plática, fueron interrumpidos por la rubia extravagante.

–Ban es tu turno.



*****

                                                   

Estaban cerrando la veterinaria, pero Shido se dio cuenta que su amigo estaba más callado de lo normal, y sabía que eso no quería decir nada bueno.

– ¿Qué pasa? –preguntó apagando las últimas luces del local.

–El chico que vino en la mañana –dijo saliendo de ahí junto con su amigo –, me dio la impresión que se siente solo. –Explicó encogiéndose de hombros.

–Siempre quieres ayudar a las personas, –lo tomó del hombro, haciendo que lo volteara a ver –, pero deja de hacer eso, te pueden lastimar.

Le dio un leve apretón en su hombro, haciendo que Ginji le sonriera. Y sin decir más cerraron el negocio, por ese día habían tenido suficiente.

Ginji había llegado a casa, estaba en su sala, mirando la televisión cuando de pronto sonó su teléfono, miro la pantalla y no reconoció el número, pensó si contestar o no, sabía que no debía hacer eso, y menos desde lo que le había pasado, pero que tal si era una emergencia...

–Bueno – durante unos segundos se escucho silenció del otro lado, cuando estaba por colgar se escucha una voz profunda

–Hola.

– ¿Quién habla? –preguntó al no reconocer la voz.

–No me recuerdas, tonto. –Se escuchó la voz molesta pero divertida.

– ¡No me digas tonto! –gritó sacudiendo su brazo libre.

–Ya, no te enojes, soy Ban Midou –respondió con una suave risa. –¿ahora ya sabes quien soy? 

Vidas CruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora