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—Oye tío, ¿Qué coño has hecho en la cocina?— escucho que alguien entra en la habitación y por un momento pienso que me han raptado porque no caigo en qué momento he llegado a la cama ni con quién estoy —Uy, buenos días— el que ha entrado se ríe y abro un ojo para saber donde estoy, con quien y quien coño se está riendo.

Cuando abro los ojos completamente veo que me encuentro casi encima de alguien, que resulta ser Kinder, agarrada como un koala, con una posición bastante extraña. Me quito el pelo de la cara y miro hacia la puerta donde está Pimp y lo saludo con la mano.

—Hola— me tallo los ojos mientras me quito de encima de Kinder, que está dormido omo un tronco y me siento en la cama.

—Hola— se apoya en el marco de la puerta —¿Has sido tú la que me ha dejado la cocina hecha mierda?—

—¿Qué? ¿Yo?— digo y realmente no me acuerdo de haber jodido tanto la cocina, sólo tengo flashes de anoche.

—Sí, ha sido ella— habla una voz ronca detrás de mí —Estaba como una cuba y a las cuatro de la mañana quería cocinarme—

Le pellizco la pierna y me quedo mirando a Pimp que nos está mirando fijamente.

—Qué rollo más raro tenéis vosotros dos— por fin suelta y lo miro raro y después miro a Kinder que lo mira exactamente igual que yo.

—En fin, ¿qué es lo que querías?— le pregunta Kinder aún tumbado.

—Ayer vine con una tía y sigue dormida y no quiero despertarla y echarla—

—Pues qué bien— Kinder me tira de la camiseta para tumbarme y usa mis tetas de almohada, poniendo la manta por encima nuestra y acurrucándose.

—Arabia ayúdame— me pide desde la puerta y pongo los ojos en blanco.

—¿Qué pretendes que le diga, que se vaya a la puta calle?— cierro los ojos poniendo la cabeza en la almohada —Ha sido tu polvo, sácala tú. Además cuando vine yo estuve aquí y hasta me duché—

—Esa me cae mal y no sé ni porque la traje—

Vuelvo a abrir los ojos y veo como me mira fijamente con cara de pena, lo que hace que me levante con cuidado porque Kinder se ha quedado dormido en nada y cuando estoy fuera del cuarto me señala su habitación mientras el cobarde se va a la de Kinder.
Abro la puerta y veo a una tía que yo conozco en la cama en bragas y sujetador.

—¿Sara?— le toco el brazo, rezando porque sea Sara y no otra que se parezca a ella.

Ella mueve la cabeza un poco y abre los ojos. Cuando me ve se queda en shock. Creo que está todavía colocada de todo lo que se metería ayer en el cuerpo.

—¿He hecho un trío con Pimp Flaco y contigo?— me pregunta y niego rápidamente con la cabeza y me alejo un poco de ella.

—No he venido con Pimp Flaco—

—¿Con el hermano?— casi grita y la mando a callar —¿No estabas con Kaydy Cain? Joder tía, ¿Te van los famosos o qué?— ahora entiendo porque no es mi amiga.

—Kaydy es mi amigo. Oye, mira, estos dos tienen que ir a un sit...— ella me corta bruscamente gritando de nuevo, y creo que me va a explotar la cabeza porque tengo una resaca importante.

—¿Pero follabais, no? Por que si no, joder como se corren los rumores— se ríe sola y no entiendo como puede tener tanta energía de buena mañana y mi paciencia se está acabando.

—Sí Sara, sí— respiro hondo para no insultarla y la miro —Te tienes que ir ya, rápido. Porque tienen que irse a un sitio a grabar no sé que y eso es ya— ella asiente como tonta y se levanta rápidamente, vistiendose y cogiendo sus cosas y la guío amablemente hasta la puerta —Y si me entero de que has hablado más de la cuenta sobre mí en esta casa, te aseguro que te voy a buscar— añado antes de cerrarle la puerta y me voy hasta la habitación donde están los dos murmurando insultos hacia esa tía porque es verdad que es insoportable, cotilla y mete a todo el mundo en muchos líos.
Es guapa, pero no tiene ni una pizca de cerebro.

—¿En serio se ha ido ya?— dice cuando me ve entrar y le tiro una camiseta que le termina cayendo a Kinder, aunque sigue dormido —Es una marmota, da igual—

—La he echado y la conocía. Es una tía asquerosa. Hace casi dos años le pegué y me come el culo desde entonces— me tumbo en la cama, entre él y Kinder, que busca mis tetas de nuevo para apoyar la cabeza en ellas.

—Estaba buena— se encoge de hombros y se levanta de la cama.

—Vas a ser buena persona y por echar a esa de tu casa me vas a traer una pastilla para el dolor de cabeza, ¿verdad?—

Resopla y se va a la cocina a por ella mientras que yo me quedo con su hermano, mirando el móvil e intentando no hacer movimientos bruscos.

* * *

A las doce, me vuelvo a despertar porque al parecer me quedé dormida. Él sigue dormido en la misma postura que antes y a mí ya se me ha pasado el dolor de cabeza. Le acaricio con las uñas el pecho para despertarlo y como veo que no lo hace le muevo el septum, el labio, le tiro del pelo y ni se mueve y hace que me asuste porque me hace pensar que está muerto, pero no, porque abre los ojos.

—¿Qué hora es?— pregunta con la voz ronca, metiendo los brazos dentro de la camiseta que me ha dado.

—Las doce, tarde— le toco el pelo y me mira.

—Es lo que tiene acostarse tan tarde— me mira mal —Además, ni pasándolo bien, cuidando a una borracha—

—Te hice de comer, estoy con la regla— entrecierro los ojos —¿Qué más quieres?—

—¿De verdad quieres que te diga lo que quiero?— mete las manos debajo de mi sujetador también.

—No hace falta, gracias— me tumbo encima suya y le doy unos cuantos besos antes de levantarme.

Me hago un moño y espero a que él se levante también para salir del cuarto.

ñoco ñocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora