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Tras estar un rato con un dolor increíble por mi amiga la roja, y con una calor impresionante que me ha hecho quedarme quedarme en ropa interior, me han pedido que le haga trenzas a Pimp en el pelo y en ello estoy.

—No eres de aquí, ¿verdad?— me pregunta Kinder, que está sentado frente a nosotros, mirando como le hago trenzas a su hermano.

—No— me pongo de rodillas en el sofá para estar más cómoda —De Sevilla, pero casi que no. Llevo aquí desde pequeña—

—Se nota que no eres de aquí pero tampoco tanto— dice Pimp dandome una gomilla para el pelo —¿No trabajas ni nada?—

—Quería ser policía de pequeña— digo y empiezan a reírse —Gilipollas. Lo digo en serio, pero cuando entré al instituto se me quitaron las ganas—

—¿Y cómo vives en un piso sola con  19 años sin trabajar?— me preguntan.

—Trabajé de camarera cuando cumplí los 18 y lo dejé— me encojo de hombros —Creo que tenían ganas de que me fuese de casa así que ¿mi padrastro me da como un sueldo por no estar allí?— me río yo sola por lo que acabo de decir —No es tan feo como parece. Además, de vez en cuando cuido a niños y me pagan bien—

Termino de hacerle las trenzas a Pimp y me siento a su lado, cogiendo mi móvil porque me ha llegado un mensaje de mi madre. Es un audio y cuando me pongo el móvil en la oreja escucho a mi hermana diciendo que quiere quedarse hoy conmigo, esto es cosa de mi madre haciendo chantaje emocional.

—¿Quién es?— pregunta Kinder.

—Mi hermana— digo mientras le escribo a mi madre diciendole que voy a recogerla en media hora. Me levanto y me pongo la ropa mientras ellos sólo miran.

Le doy piquito a Pimp y me acerco a Kinder a darle otro, pero me sienta encima suya en menos de un segundo y practicamente me devora.

—Tranquilo tío, no te pongas celoso— le dice Pimp a su hermano mientras se ríe y Kinder estira la pierna y le da una patada en la espinilla, el otro se la devuelve y así continuamente.

—Mira, que os den— me levanto de encima de Kinder porque suficiente niño pequeño voy a tener con mi hermana hoy —No estoy para aguantar gilipolleces— bastante tengo ya con la regla.

—No te enfades— me coge la muñeca Kinder —Encima de que te traje aquí— me dice como si me hubiese hecho un favor y por el rabillo del ojo veo como Pimp abre la boca en forma de "o", al ver mi cara.

Siento que voy echar humo por las orejas en cualquier momento.

—Nadie te dijo que me trajeras, sé el camino a mi casa— cojo el bolso intentando estar tranquila

—Joder, se nota que estás con la regla— creo que es lo peor que podría haber dicho y cuando veo que su hermano se está riendo de mi cara le pego una patada en la pierna y me mira mal.

—Eres gilipollas— me doy la vuelta para irme y Pimp viene detrás mía diciendo que no me enfade así y salgo de la casa dando un portazo.

Escucho que Kinder me dice loca y yo le grito que se muera desde fuera.

ñoco ñocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora