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Al cerrar, simplemente me quito la camiseta que era lo único que me estaba tapando y le sonrío. Se muerde el labio y viene hacia mí, que estoy apoyada en la puerta. Pongo las manos en su nuca chocando mis tetas con su pecho desnudo, un gemido sale de su garganta.

—Vamos a la habitación— le muerdo el labio y siento como me clava su polla aún debajo de los pantalones que se puso para recibir a los guardias. Me coge de la mano y me lleva hasta la habitación, cerrando detrás de él, se tumba en la cama.

Gateo desde sus pies hacia el interior de la cama y cuando llego hasta él lo beso, acariciando todos los tatuajes que tiene en el torso y más tarde él hace lo mismo con los míos, hasta llegas al que tengo cerca de la pelvis, ahí empieza a bajar su mano hasta meterla dentro de mis bragas.

—No hay forma de que te canses— estoy acostada de lado, mirándolo, con una mano en su pecho y otra acariciando su pelo, mientras que él acaricia mi parte íntima.

—Si me provocas a todas horas, ¿Qué hago?— de un momento a otro ha dejado de acariciar y ha metido de golpe dos dedos dentro de mí, lo que me hace gemir.

—Eres...— estaba por insultarlo cuando mete otro dedo más, haciéndome gemir de nuevo. Beso su mejilla y gira su cara, haciendo que comience a besarlo en la boca. Entre gemidos bajo la mano que tenía en su pecho para meterla en sus calzoncillos.

—Eres estupenda— me muerde el labio y suelta un gemido ronco cuando empiezo a tocarlo, su cabeza baja a mi pecho y me lame los pezones mientras que cada uno estamos a lo nuestro.

Tras un rato, a base de masturbaciones terminamos corriéndonos los dos.

ñoco ñocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora