🇮🇸

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*-Vamos...- lo insté, dándole vía libre hacia la puerta-. Tenemos que salir de aquí de inmediato...*

Leif me siguió por el pasillo oscuro que yo tan bien conocía. No parecía haber ningún guardia en el castillo. ¿Dónde estaban todos? Llegamos a la planta de las dependencias reales. Vi la puerta de mi antiguo dormitorio y algo se revolvió dentro de mí. Al lado estaba la habitación del rey, mi padre. Ahora ocupada por aquel... Repugnante hombre que hube llamado familia una vez.

Estuve tentado de abrir la puerta, blandir aquella espada robada a un hombre muerto y matar a Erwin con un arma de su propia casa. Sería una cruel ironía, ¿No?
Sin embargo, había de recuperar mi espada, Hlökk. Y, desconocía en poder de quién podía estar. Quizás dentro de aquel aposento. Di un paso hacia la puerta, pero una mano en el hombro me detuvo:

- No- Leif me miró con seriedad-. No entres ahí a no ser que quieras morir, Arie- advirtió.

- He de recuperar mi espada- respondí yo, tajante.

- No la tiene Erwin. La tiene Iwell- informó, y yo cerré los puños con fuerza.

- ¿Iwell? ¿Cómo lo sabes?

- Cuando te golpeó, Erwin le concedió tu espada como regalo, aparte de su completa libertad- Leif se pasó la lengua por los resecos labios.

- Lo mataré. Y, recobraré a Hlökk- eché a andar.

- Eso si encuentras a ese bastardo a tiempo- mi hermano mayor me agarró del brazo, girándome hacia sí-. Arie, puede que esté ya muy lejos.

- Lo encontraré- eché un último vistazo a mi habitación, y me pregunté si volvería alguna vez a verla. A habitar ese castillo.
Salimos de allí, siguiendo los pasillos que yo sabía menos frecuentados. La noche no estaba iluminada por las estrellas. Desconocía la razón de su ausencia... Quizás fuese por las luces del castillo y pueblo de Alvheim.

- Arie- me susurró Leif. Lo miré de reojo, pero vi que sus ojos azules estaban enfocados a algún punto más allá de mí. Miré en dicha dirección. Había alguien ensillando a un caballo gris, y pude ver en las alforjas, la empuñadura de mi espada saliendo.
No me pude aguantar. Corrí hacia allí, tiré de la capa al hombre del caballo, y lo derribé. Me puse sobre él y, cogiendo a Hlökk, apreté la afilada hoja contra su garganta.

- ¿...Arie?- Iwell no pudo disimular una mueca de horror al verme.

- ¿Sorprendido?- sonreí con sorna y le hice un pequeño corte en el cuello, haciéndole tensarse y echar la cabeza hacia atrás con la mandíbula apretada-. ¿Ibas a escapar con mi preciada espada? Debes de sentirte muy orgulloso de ser un maldito traidor sin honra.

- A-Arie... Deja que te explique...ahh..

- No hables, no tienes derecho a abrir la boca, traidor- lo levanté de la capa-. ¡Leif!- él salió de detrás del arbusto en el que se escondía, y vino hacia nosotros con paso titubeante-. Y, encima, pretendías llevarte también a mi caballo...

- Arie, lo siento... Tenía que...- lo cayé de un puñetazo. Él se llevó la mano a la boca, sangrante; y, escupió.

- He dicho... Que cierres la boca- lo empujé, haciéndole caer sobre sus rodillas y alcé la espada sobre mi cabeza. Iwell cerró los ojos, aguardando al golpe mortal.

- ¡Aguarda!- Leif se interpuso entre el persa y yo.

- Apártate, Leif. No quiero herirte- él no se movió ni un ápice.

- Arie, reflexiona. Es hijo del rey. Si lo matas será mucho peor. Manteniéndolo vivo, al menos podremos obtener algo... Podríamos hacer un intercambio.

- ¿Lo has llamado rey?- pregunté, haciendo caso omiso de otras palabras. Leif puso los ojos en blanco. Bajé el arma-. ¿Qué te han hecho?

- ...Eso ahora no importa- le apunté entonces a él.

- En todos estos años, ¿Ha cambiado acaso tú lealtad?- mi hermano abrió mucho sus claros ojos y se irguió con orgullo.

- ¿Mi lealtad? ¿Es qué crees que me vendería a alguien como Erwin Por mi libertad? Tan sólo me ha mantenido vivo para atraerte aquí. Y, mi lealtad es más fuerte que la de muchos. Así que no oses volver a lanzar tales acusaciones contra mi persona- enarqué una ceja y guardé a Hlökk en el cinto. Él se apartó e Iwell me miró.

- Estás de suerte. No te mataré hoy por voluntad de mi hermano. Pero, te aseguro que no poseo su buen corazón, y te arrepentirás de lo que me has hecho- bajé la espada sobre él, y golpeé su cabeza. Él se desplomó-. Coge al caballo, Leif. Vámonos de aquí

Wandering HeirWhere stories live. Discover now