declaración de muerte.

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NOS ACERCAMOS AL FINAL, CHICOS. NO CREO QUE QUEDEN MÁS DE CUATRO CAPÍTULOS. HA SIDO UN PLACER Y CONSIDERARÉ EL ESCRIBIR UNA SEGUNDA PARTE. AUNQUE I'M NOT VERY POSITIVE ABOUT IT xD  love gabs:)


Cuando el mensajero me vio, hizo una reverencia. Lo reconocí sin problema, pues se trataba de Salazzar. Uno de mis guardias personales cuando sólo era un niño. Había sido un buen amigo, siempre dispuesto a sacrificarlo todo por mí. Hasta el día en que ayudó a mi abominable tío Erwin a borrar a mi familia del mapa. El falso rey lo había mandado a propósito.  Aquello era más que evidente para mí:

- Alteza, Dios os guarde- saludó, con exquisitos modales. Yo no le saludé de vuelta, provocando su incomodidad. Y, sólo me dediqué a mirarlo como al insecto que era. Carraspeó-. Hace muchos años que no os veía. Habéis crecido... Ya no sois aquel niño que...

- No malgastes tu lengua de víbora conmigo, Salazzar- me crucé de brazos, irguiéndome con majestuosidad, pese al dolor punzante del costado-. ¿Qué tal tu esposa y tus hijos? Oí que se quemaron vivos en su maldita choza de excrementos cuando cayó un rayo. Fue ciertamente desafortunado, ¿no? Esperaban tu regreso después de que vendieras a mi familia- su lasciva sonrisa abandonó su rostro.

- Vuestras palabras son cortantes como cuchillos, excelencia.

- Tan cortantes como el cuchillo que te clavaré en el ojo si sigues diciendo estupideces- amenacé, y vi la duda en sus ojos grises-. ¿A qué has venido?

- Deseo hablar con el rey- incliné un poco la cabeza a un lado.

- Mi hermano está ocupado ahora. Me transmitirás a mí el mensaje.

- No- se negó Salazzar. Con un gesto mío, dos soldados lo agarraron de los brazos, haciéndole caer sobre sus rodillas. Me agaché junto a él.

- En ausencia del rey, mi hermano; me transmitirás a MÍ el mensaje- repetí lenta y peligrosamente. Él me dedicó una mirada de odio infinito.

- Mi rey Erwin te arrancará ese ojo extraño que tienes, demonio- amenazó el mensajero traidor. La rodilla de Ennesserin impactó contra su estómago y yo me puse la mano en la oreja.

- Perdón, creo que no te he escuchado- piqué, divertido. Salazzar alzó la cabeza y escupió sangre en mi casaca blanca limpia-. Ew- le crucé la cara con la mano abierta-. ¡¡¡HABLA!!!

- ... M-Mi señor os informa... De que si os rendís ante él, cesarán sus intenciones de asesinaros a vos y a vuestro... H-Hermano. Podréis escapar al exilio con una buena cantidad de dinero en la bolsa.

- Hmmm- me levanté, finjiendo considerarlo-. ¿Y, si no nos rendimos?

- El rey es generoso. Pero, si no aceptáis su oferta y deponéis las armas, seréis ejecutados públicamente como dictan nuestras leyes. Seréis despojados de todos vuestros títulos y vuestros cuerpos serán abandonados para servir de alimento a las aves carroñeras.

- Oh, sí- solté una risita- mi tío es en verdad generoso- rápidamente agarré el rostro de Salazzar con la mano, clavándole las uñas en las mejillas-. Erwin recibirá sus amenazas en primera persona, con intereses. De eso me encargaré yo- él tragó saliva, sin poder sostener mi mirada verde y negra-. Soltadle- los soldados obedecieron y el hombre se levantó-. Corre- hablé, con voz peligrosa. El mensajero no se lo pensó dos veces. Yo me acerqué, con paso relajado hasta un poste donde se guardaban varias lanzas. Y, echando el brazo hacia atrás, lancé el proyectil en dirección de Salazzar, ensartándolo como a un pincho moruno. Instantáneamente, el pinchazo del costado me hizo doblarme de dolor. Me llevé la mano a la zona herida con el ceño fruncido. Pero, me erguí, orgulloso y hablé a los trescientos mil hombres-. El inicio de la guerra es inminente, soldados. Rezad a vuestros dioses y que ellos protejan nuestra lucha- los hombres gritaron, alzando sus espadas hacia el cielo, y corearon mi nombre hasta que el Sol se ocultó tras las montañas.

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Me miré en el espejo de cuerpo entero con mi armadura puesta. Era de metal dorado. Tanto o más que el mismo Sol. En la pechera estaba dibujada la cabeza de un fiero león, cuyas melenas recordaban a los rayos solares. Y, sus ojos... Una esmeralda y un ónice:

- Estás esplendoroso- alabó una voz familiar tras de mí. Me di la vuelta, sonriente.

- ¡Leif!- exclamé, feliz de que estuviese ya en plenas facultades-. ¿Has descansado?

- Estoy fresco cual rosa, hermanito. Gracias- mi imponente hermano mayor se pasó los dedos por el cabello níveo, y caminó hasta mí-. Es una armadura magnífica.

- Gracias- dejé de mirarme en el espejo-. mi rey, me diste un susto de muerte el otro día...

- Tranquilo. Estoy bien...- aseguró, con gesto amable, y me colocó la mano en el hombro-. Siento haberte dejado solo cuando nos fuimos- extendió la mano hacia mí y yo se la estreché-. Debemos formar equipo en la batalla que se avecina.

-¿ Ya te han informado?- él asintió.

- Samirah me ha abordado hace un rato, sí.

- Con que Samirah, ¿eh?- pinché, divertido; provocando su sonrojo-. No. No me lo creo. ¿Te gusta?- él puso los ojos en blanco.

- Arie, eso no es de tu incumbencia...

- Disculpa- comencé a quitarme los guantes armados. Aquella armadura completa pesaba varios kilos. Aguanté una exclamación de dolor cuando me saqué la pechera por la cabeza.

- ¿Te pasa algo?- quiso saber Leif, mientras se sentaba en un sillón cercano.

- Sí, un soldado me hirió... en el costado- apreté los dientes, viendo la mancha de sangre algo extendida bajo en vendaje.

- ¿¡QUÉ!? ¡¿QUIÉN?! Lo mataré.

- ¡No! Fue un combate singular. Me retó, y acepté.

- ¡No puede retar a su superior!- exclamó el joven rey, indignado.

- Leif, no... Yo también lo herí a él- conseguí que calmara sus emociones, pero me miró seriamente.

- ¿Por qué?

- Ninguno me respetaba, majestad. Pensaban... Decían que te había matado- alcé las manos en el aire, mientras caminaba por la amplia estancia.

- ¿No podías haber esperado a que me despertara?

- ¡Ese muchacho me retó! ¡Dijo que si ganaba él, tendría que marcharme!- Leif se pellizcó el puente de la nariz.

- ¿No te das cuenta de que yo no lo hubiera permitido? Te necesito para matar al bastardo de Erwin, pero eres también la única familia que me queda. ¡Has puesto en peligro tu vida! Si me hubiese despertado y hubiera sabido que estabas muerto por proteger tu dichoso orgullo principesco, no sé lo que hubiese hecho- me gritó. Estaba visiblemente muy enfadado. Era obvio que algo se me escapaba. Leif me estaba ocultando algo.

- No pensaba que yo te importase tanto...- bajé la cabeza y me miré las botas.

- Arie, eres mi hermano pequeño- se levantó y se me acercó mucho-. Sagrado sea el señor. ¿En qué universo no me importaría mi hermanito? ¡Eres todo lo que tengo!- no pude sino sonrojarme ante tal declaración-. Si algo te pasase, entonces, yo... Yo ya... Nada importaría ya... ¿Entiendes?- sus ojos azules se me clavaron en el cerebro, como dos estacas de hielo.

- N-No...- balbuceé, sintiéndome muy frágil en aquel preciso instante. Leif apartó su mirada de la mía, y se llevó una mano a la boca para toser con fuerza.

- Es...m-mejor así...- Leif suspiró y salió de la tienda, con la espalda encorvada, y sin mirar atrás.

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UHHHHHHHHHHH LOS FEELS. ¿Qué pensáis que va a pasar ahora? hhhhmmmmmmm????

Wandering HeirWhere stories live. Discover now