Marco se baja del taxi. Tiene el semblante serio, y ojeras, lo que le da aspecto de duro, de chico con problemas. Tiene problemas.
Su casa parece tan diferente.
El coche de su padre no está, faltan los juguetes de su hermano pequeño tirados por el jardín. Entran en casa, lo que es aún más raro. No hay fotos, ni un mínimo rastro de su padre. Nada.
Es como si su madre quisiera borrar todo el pasado de repente.
Sube las escaleras a su habitación. Es la única parte de la casa que sigue igual que siempre. Sus pósters, su escritorio, su mini canasta de baloncesto, todo igual. Deshace la maleta, en silencio. Esto es más duro de lo que esperaba. Mira por la ventana. La casa de Kim está completamente sellada. Recuerda que Anne se fue de viaje. Bonito instinto maternal.
Vuelve a bajar las escaleras. Su madre está sentada en la cocina, de brazos cruzados. Los antidepresivos se acumulan en la encimera, junto a las tazas de tila. Quién lo diría. Le indica que va a salir de casa, y así lo hace. Coge su skate, y se dedica a dar vueltas por Barcelona. Quizás es lo que necesita ahora.
Pero la imagen de Abbey es demasiado fuerte. La imagina riendo. Su risa es de esas que te dan la vida, más o menos. Podría escucharla para siempre. Acelera el ritmo, para intentar despejar sus pensamientos, aunque sea inútil.
Llega a la playa, a la que Kim y él solían ir a surfear. Malditos recuerdos. Se retira el pelo hacia atrás. Hace mucho calor. Mira el oleaje, como si fuera lo más importante que tuviera que hacer en este momento.
****
Abbey hunde la cabeza en su almohada. Nunca se había sentido tan sola. Acaricia a Spurs, y continúa llorando. Recuerda las palabras de Marco, no para de recordarlas. Mira por la ventana, está atardeciendo. Intenta quedarse dormida, pero es imposible. Lo único a lo que le impulsa su instinto es quedarse quieta ahí.
Suena el timbre. Se seca sus ojos, y se desenmaraña el pelo. Baja las escaleras despacio, y sus ilusiones se caen al ver las siluetas de su madre y su novio. Abre la puerta, y antes de que puedan decir algo, la chica sale de casa y se aleja lo más rápido posible. ¿Cómo ha podido ser tan tonta? ¿Cómo puede estar así por alguien al que conoce de una semana?
El pueblo está como siempre. Es lo único que permanece siempre igual. Mete las manos en sus bolsillos y continúa caminando. Sus pensamientos la asaltan con fuerza. Aprieta sus puños, y lo único que quiere hacer es gritar.
****
La risa de Kim retumba en la playa. Ver atardecer con Ash la ha alegrado un poco, pero sigue quedando un hueco en su mente para Marco. Espera que vuelva pronto.
-Kim, ¿te apetece bañarte?
-¿Mmm?
-Que si quieres ir al agua.
-No he traído bañador.
Ash suelta una carcajada.
-Yo tampoco. -se quita su camiseta.
-¿Te crees que soy tan fácil?- Kim sonríe, esperando que Ashton se detenga, pero no lo hace.
-Si quieres que se te moje la ropa, e ir a casa calada...
-Pero...
Ashton se queda en ropa interior. Ella lo mira expectante, pero continúa vestida.
-Eres una burrida, eh.
-No soy una aburrida, sólo que...- Ashton la coge de la cintura, y la cuelga de sus hombros. -¡Ashton no tiene gracia, bájame!- Kimberly se resiste y patalea, como una niña pequeña, en el cuerpo de una adolescente. Nota como las olas comienzan a mojar sus shorts, y cada vez más frío. -¡Ashton suéltame ya!- El chico obedece riéndose, y la deja caer en el agua, mojándose el cuarpo entero.
Kim intenta levantarse, pero la ropa le pesa, y se vuelve a caer.
-Eres un completo idiota, ¿sabes?- da manotazos al agua, y sale como puede del mar. Ashton la sigue, sin parar de reírse. La alcanza, y la abraza fuerte. Kimberly se ríe, y se quita la camisa y los shorts. Retira el pelo mojado de su cara, y besa a Ash.
-Toma mi camiseta. No sé cómo lo haces, pero siempre tengo que dejarte mi ropa.
-Culpa tuya.
-Por cierto, estás muy guapa así, ligerita de ropa, como cuando te conocí.- empuja a Ashton hacia atrás, y se pone la camiseta de tirantes del chico, que le queda como un saco.
-Vamos a casa.
Ashton sube sus pantalones, la rodea con sus brazos, y le da un beso de la mejilla.
-Mi casa está donde tú estés, Kim.
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You make me strong.
Teen FictionLa madre de Kimberly la obliga a quedarse al menos un año en Irlanda, en el pueblo de su familia. Pese a que Kim no quiere dejar atrás Barcelona, y a su mejor amigo, acaba por ir. Allí se encuentra con un pueblo dividido en dos bandos, y un chico...