Capitulo cinco.

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Harry miró de reojo a su neutro amigo, se encontraba totalmente exhausto: ese día había sido uno duro, en especial por en entrenamiento para ser auror. Sin embargo, él se centró más en aquel tema de investigaciones, aunque sabía lo corrupto que ya era el ministro mágico.

— Ni con todo el pergamino que hay en el  hogsmeade —comenzó a hablar Ron, frunciendo el ceño— expresaría lo exhausto que me encuentro.

— Técnicamente — inmediato interrumpió su padre, Arthur— Es una profesión que tú elegiste, hijo. No debería de haber quejas.

Ron gruñó y Harry rió, concentrando su vista en la madriguera. Cuánto había cambiado después del último ataque proporcionado por los mortífagos.

Según tenía entendido, George había invertido algunas de sus acciones de su pequeño negocio. Acción que ocasionó que el hermano de su mejor amigo creciera, económicamente. También, eso se debía a ser un partícipe de la guerra y ser del ejército de Dumbledore, luchando hasta el final.

— Estoy muy feliz por ustedes dos—Habló Molly, meticulosamente, llegando hacia ellos—. Han realizado su sueño después de todo.

La mujer había recuperado su misma postura de tiempo atrás. Después de la muerte de uno de sus hijos, se encontraba irremediablemente devastada y, deprimida, sobre todo. Pero Harry al fin la había notado distinta. «Un buen cambio» pensó el muchacho alegre, aunque sabía que en su interior ocultaba su gran angustia al no tener nada respecto a su ex enemigo.

Un sentimiento de amargura le invadió. El día anterior había ido a hablar con la madre de Draco, informando de su pequeña alianza con ellos. La mujer sollozó, lloró y agradeció la ayuda del joven Potter.

La madre de Draco se encontraba en un estado deplorable.

Y Harry lo sabía. Pronto sería su juicio y él los ayudaría.

— ¿En qué piensas? —Curiosea Ron ciñendo su rostro.

— En la corrupción del nuevo ministro.

— ¿Te refieres a la subasta? —Ron tragó notablemente su saliva.

Harry asintió y dejó escapar un suspiro de cansancio.
— Es realmente absurdo todo esto que está sucediendo. Juro que encontraré a Malfoy y a cada niño o niña que ha sido vendido.

— ¿Por qué? —Ron cuestionó intrigado— ¿Por qué intentas salvar a Malfoy?
— Porque tengo una deuda enorme con su madre, además, se lo he prometido.
Ron se apresuró a sacar información.
— Pero. ¿Aún no has conseguido algunas pistas?

— Aún no —Afirmó el azabache— Pero no me rendiré.

— Genial —Habló ya más relajado—… Te acompañaré cuando tengas que investigar y esas cosas.

— Me alegra oír eso, Ron.

[♣]

Miró a su alrededor​ con intriga. Observando cada detalle de esa enorme casa, al fin podía salir de aquel tétrico cuarto, que para nada era de su agrado. Todo el living, prácticamente, poseía algo de Gryffindor: desde los colores.

Se estremeció al ver los cuadros en donde se podían observar a los gemelos Weasley y a su feliz familia. Sonrió inconsciente al recordar, también, su infantil actitud tras llamarlos «Traidores a la sangre». Pronto recordó la segunda guerra mágica, y las consecuencias que este había ocasionado.

— ¿Qué haces? —preguntó George bajando las escaleras. Solo obtuvo una seca respuesta, pues el rubio solo se encogió de hombros— Bien, bienvenido al salón principal. No me interesa si es de tu agrado o no, solo no quiero que te vuelvas “loco” —hizo comillas con sus manos— por estar encerrado.

Subastado. |Harco. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora