Capítulo nueve.

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Aquella enorme mano se apoderó de su mentón, apretando con fuerza, mientras hacia paso hacía atrás; acorralando al muchacho, quién asustado luchaba por soltarse.

— ¿Acaso crees que por estar en el bando «correcto» eres mejor que yo? —Cierto rubio arrastró las palabras, ignorando por completo que su agresor estaba molesto—. Yo ni siquiera tengo la culpa de la muerte de tu hermano, ¡Yo no lo asesiné!

George sonrió con ironía, grabando cada palabra que decía el muchacho.

— Nunca mencioné el hecho de que tú lo hayas asesinado,—Dice con suficiencia— dije que tú pagarías cada error de tus padres, cada acto que cometió Voldemort. Tú, tú te verás reflejado en la desgracia que elegiste tras no elegir el bando correcto.

— ¿Sólo por eso? —Preguntó el adolescente en un eufórico grito; por más que le dificultara hablar— ¡Tú no sabes nada, maldito pervertido!

— Oh, sí Malfoy. Soy un maldito pervertido. ¿Alguien te ha mencionado que ser vanidoso en el mundo muggle es un pecado? —Dice con arrogancia, esta vez, sujetando la cintura del joven rubio de manera posesiva— ¿Sabes que es un pecado, Malfoy?

— No soy un traidor a la sangre para saberlo —Volvió a arrastrar las palabras, imponiendo su orgullo Malfoy.

George rió y se mordió cuidadosamente el labio inferior. La noche había llegado y con ello, George Weasley de su trabajo.

— ¿Qué hablamos de eso, Malfoy? Creí haber sido específico. En fin, no quiero que seas un iletrado a ese tema. Yo te explico —Comentó. Acercó su rostro al cuello e inhaló de este: pese a todo, le encanta el dulce aroma que destilaba su víctima— En el mundo muggle, está la luz y la oscuridad; una fuerza más potente. Dios y el diablo.
»Dios es el bueno, el diablo es el malo. Cometer un pecado, va en contra de la religión, el cual equivale a Dios. El pecado puede darse de  pensamiento, palabra o acción que, en una determinada religión, se considera que va contra la voluntad de Dios o los preceptos de esa religión.

Draco, en ese punto, estaba sufriendo una crisis de nervios y a toda costa; trataba de ser soltado. Sin embargo, no poseía la fuerza suficiente para lograrlo.

— Que suerte la de haber nacido como magos, eh —Murmuró el adulto acorralando aún más al joven contra la pared— Si no hubiera sido así, estarías sufriendo por tus pecados. Oh, tranquilo, yo te haré pagar por cada uno.

Draco se mordió internamente al sentir esa fría mano adentrarse, debajo de su camisa. Sus ojos vacilaron el miedo y su cuerpo tembló.

— ¿Te cuento otro secreto, Malfoy? —Su sonrisa se ve macabra, Draco de inmediato piensa por el hecho de golpear nuevamente en sus genitales. Pero se ve acorralado​, George había pensado bien por sus movimientos—El secreto consta de algo que ya sabes. Algo fundamental— Y en una maniobra, sus labios estaban sobre los labios del más joven, el chico se negó a tal asalto. Pero George tenía todo calculado, logrando introducir su lengua a la  cavidad bucal de su víctima, explorando de manera brusca cada rincón de este. Sabía amargo. A licor— Y dime, Malfoy, que en sí comenzaste a ser una belleza desde el tercer año. Esa sonrisa arrogante, esos precioso ojos.

— Ca-cállate —Imploró el muchacho tras recobrar el aire. No quería seguir oyendo, no lo deseaba.

—Bien. Como tú eras un niño en pleno desarrollo y como todo adolescente que éramos nosotros, adolescentes precoces —Continuó— Habíamos decidido que el porno mágico era horrible. Y que decir de las revistas muggles, asquerosas.

Draco se alarmó aún más al sentir como George se frotaba sobre él. Se sentía tan humillado y vulnerable.

— En fin. Los chicos de cuarto y quinto, Gryffindor… y Slytherin desde luego, habíamos decidido hacer algo al respecto —soltó un pequeño jadeo y se detuvo por unos constantes minutos— Habíamos decidido espiar a las chicas, pero, era tan difícil hacerlo. Merlín, la seguridad. Como sea, resultaba tan complicado que optamos por otra cosa.
»Espiar a los chicos de tercero. Y no, no nos decidimos por Gryffindor por el hecho de que mi hermano y Harry estaban ahí, las pajas hubieran sido terribles.
»Decidimos espiar a los de tercero; Slytherin. Así es, se veían aún más delicados y más “apetecibles” y claro que lo eran. En especial, tú, Draco Malfoy. Sí, sí. Todo ese año te espié, tenías la mala costumbre de tardar horas y horas dentro del baño.

— Cállate —Dice el rubio, tratando incontrolablemente de moverse. George soltó una carcajada y negó tomando al menor y dirigiendo su vista a su rostro.

— Tan asquerosamente hermoso. Me fastidia el hecho de que Harry Potter te busque como si fueras alguien importante. Oh, ¿No lo sabías? Pues es cierto, Potter te busca con el propósito de encontrarte, de «liberarte» y ya ha pasado seis meses y no logra nada.

Malfoy gimió de dolor, al sentir los dientes de su agresor adueñarse de la piel de su cuello y succionar de este como si fuera un chupete. Pero Draco Malfoy, estaba seguro, de que todos los días viviría aquellos episodios a pesar de que el niño de oro lo esté buscando.

— ¿Es que no dirás nada?

El agresor indujo el cuerpo de la víctima hacia la cama. Draco solo observó a su costado, donde se hallaba la puerta. La salida.

— ¿Qué tendría que decir?
Pregunta. Su miedo se acumula y en su cabeza se forma miles de ideas de escapar de aquel horrible lugar si tan solo tuviera una varita.

George Weasley solo observaba como el unigénito de los Malfoy se encogía del miedo y lloraba de manera infantil. Una tras otras las lágrimas empañaban sus sonrosadas mejillas y hacían camino hacia su cuello.

— Draco, Draco, Draco —Dice Weasley desprendiendo su camisa. Malfoy puede ver aquella piel que tanto aborrecía—. ¿Cuándo vas a entender? Tú eres mío, me perteneces.

El menor ahogó un gemido sollozante. La vida estaba en su contra, condenandolo a la oscuridad.

Imaginó su escape, el cómo las personas lo repudiarian e incluso lo tacharían de puta. Aún peor, se imaginó a él, nuevamente, siendo condenado a Azkaban.

Gimió en protesta al ser nuevamente profanado, y mientras las lágrimas y su tormento no cesaban, la idea de Potter buscándolo llegó con ímpetu en su consciencia. Y era la única forma de ignorar aquel fastidioso dolor; pensar. Sí, pensar de cierta forma, lo calmaba y aunque, pudiera ignorar la realidad. Tarde o temprano volvía a ella.

— Mírame

Aquella voz, lejana, captó su atención y nuevamente la realidad estaba ahí. Reiteradamente, esa ocasión se repetía y reiteradamente, Weasley lo dejaba malherido.

Sus manos se apretaban en un puño, su espalda se arqueaba y un grito desgarrador salía de su garganta.

Weasley se deleitaba. George Weasley estaba tan satisfecho de ver a Draco Malfoy en esa situación.

Subastado. |Harco. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora