Capítulo diez.

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Un lunático. Así es como describiría a George Weasley. Después de que nueve meses hayan pasado desde su secuestro, el joven rubio se sentía incómodo. Dieciocho años había cumplido hace unas semanas atrás, Weasley se había reído de él y le regaló algo tan absurdo como si de un maníaco se tratara.

Rió de manera histérica ante el último pensamiento, no se trataba de un maníaco. Se trataba de algo mucho peor, más peor que un psicópata.

—¡Vete a la mierda, estúpido! —Gritó sollozante. Afirmó el agarre sintiendo la agonía del dolor, su reflejo jamás mentía, le enseñaba la realidad. Y su realidad era mucho más peor que la de un niño perdiendo su cometa favorito.

Claro que George solo era el gélido reflejo de tristeza encarnada en ira, esa ira, que tarde o temprano se veía envuelta en la vida de Draco.

Draco no estaba lejos de la locura, avanzaba a pasos agigantados. Imaginarse a él mismo en su muerte, le era algo irónico y maravilloso. Dejar de sufrir, había aceptado que su única escapatoria era, definitivamente, la muerte y la manera en que lo haría.

No sin antes volver a sentir la brisa del viento acariciando su piel de la manera más suave posible. No sin antes volver a sentir el frío de la nieve.

—Ah, aquí estás, —Dice Ron. Se ve recostado en el marco de la puerta del baño— ¿estás llorando?

— Grata pregunta.

Draco balbucea soltando un pequeño bostezo. Vuelve a abrir el grifo dejando que el agua saliera, necesitaba lavarse el rostro e ir a dormir.

— de todas formas —Ron continúa, como si se tratara de una charla amena. Draco enarca una ceja cerrando el grifo, no necesitaba utilizar legemerancia para saber subitamente que George no llegaría esa noche— tienes que dormir, llevas en el baño mucho tiempo.

— Sí, es que necesitaba tiempo a solas  —Murmuró. En realidad, no mentía, la verdad se mostraba como tal.

— Ya, es tarde, ve a la cama que yo necesito dormir.

Tenía cierto aire de gracia aquella situación; la comadreja Weasley dándole una orden a él. A Draco Malfoy, al chico que tenía un ego que rebalsaba incluso al desierto de Sáhara, y ahora, ahora solo era arena. Arena que se desplomaba con el aire, descubrió que George Weasley era aire.

Y el aire, tarde o temprano provocaba erosión.

Draco se aclaró la garganta antes de comenzar a hablar.

—¿Sabes algo de Snape? —Preguntó.  Ron abrió vehemente la boca, el rubio se tensó al no obtener respuesta— Di-digo, no es necesario que me lo digas.

— Falleció.

Fue su única respuesta seca. Su piel había adquirido un tono desvaído, su padrino había fallecido y él no se había enterado. Simplemente, los aurores lo encerraron en una tétrica y pequeña habitación esperando la hora de su condena.

Ron frunció el ceño: — ¿No lo sabías?

— No, —dice— Nadie me lo había dicho.

— Oh.

Su exclamación se oye bajo, Ron toma asiento en la cama y observa al pálido y delgado rubio delante suyo.

— ¿Qué ha pasado después de la guerra?

Pregunta del milenio. Piensa el rubio, encogiéndose de hombros.

— Mis padres y yo habíamos escapado, no debíamos cumplir condena. Sé que anteriormente Potter había intercedido por nosotros, por ende, no nos preocupamos. Sin embargo, dos semanas después teníamos a un grupo de aurores escoltandonos al ministerio.
» Me separaron de mis padres, creí que me encerrarian en alguna cárcel de Azkaban. Que pasaría mis días ahí, pero eso no sucedió. Me mantenían cautivo, en un cuarto tétrico y horrible.
»Contaba con una cama y solo me alimentaban con las sobras, no sabía cuánto tiempo había pasado, solo lo supe cuando llegó el día de mi «Juicio». Dijeron que... que debía cumplir una condena de seis años, pero eso no pasó, me trataron como una prostituta: y me vendieron al mejor postor.

Ron carraspeó la garganta—. Sé que estás en contra de tu voluntad... la mayoría lo está.

Draco levanta sus hombros y observa su atuendo. Ronald llevaba un pijama blanco con líneas celestes y sobre este una bata de algodón carmín.

— Solo deberías acostumbrarte —Ron continuó y Draco no vaciló, al contrario, solo miraba estupefacto al pelirrojo de aquella habitación.

— ¿Acostumbrarme a los abusos sexuales de tu hermano? ¿Acostumbrarme a los golpes y torturas? ¿A eso te refieres? —.Indagó irónico, mientras se hacía paso hacia la cama.

— Si lo dices de esa forma suena horrible —Habla— Es preferible... un tono más suave.

— Ya Weasley. No creo que esta situación tenga un tono suave. Es mentirte a ti mismo.

— ¿Y no es lo mejor? Digo​.

— ¿A qué exactamente te refieres?

El Malfoy de unos años atrás se hubiera reído si alguien le decía que este iba a ser su futuro, que hablaría con la comadreja Weasley tan amenamente.

— Eh, mira. La situación está​ difícil, sabes bien que yo no puedo ayudarte  —Sentencia. Draco traga duramente su saliva—. Sin embargo, eso no significa que te trate mal, no lo haría.

— ¿Por qué? Yo lo hacía en Hogwarts... y realmente pido una disculpas.

— Si tuviera la educación que tú has recibido probablemente yo hubiera terminado igual —Se encoge de hombros— Lo peor es que George me prohíbe traer mi varita.

— Eso es patético, como si tuviera la fuerza necesaria para conjurar hechizos o quitártela.

—No realmente —reafirma aquello soltando un suspiro— Duerme tranquilo, George no te lastimará.

-—¿Cómo lo sabes?
Curiosea. Después de acostarse y observando atentamente al pelirrojo. Ron sonríe y se encoge de hombros.

— No, no lo sé. Pero te aseguro que no dejaré que hoy... abuse de ti.

Subastado. |Harco. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora