Final.

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—¿Seguro de esto, Draco? —preguntó Harry por décima vez antes de dedicarle una mirada de angustia a su novio.

Draco por el contrario, se dedicó a asentir con calma, prestando atención a la película muggle.

—Muy —afirma el rubio antes de soltar un resoplido— además, han pasado años; nos casaremos dentro de poco, ¿qué mejor que esto para iniciar un nuevo capítulo?

—Nuevo —murmuró Harry, antes de asentir alusivamente.

Sabía a qué refería su prometido. Hacía dos meses que el cuerpo de aurores embargaron la casa de George Weasley y pronto sería destruiría. En cuanto Draco lo supo, tras leer el encabezado en el profeta; tuvo el deseo de ir a visitar la casa por última vez.

Aunque eso implique volver a recordar escenas que él preferiría olvidar. Claro que Harry no estuvo en acuerdo, y se lo hizo saber semana después en la que el rubio le propuso esa idea, no podía arriesgar a su novio a las emociones fuertes, tras varios intentos de aquella pócima que el su prometido ingería para lograr su cometido.

Tener su propio hijo. Era posible, desde luego que la mayoría de las cosas en el mundo mágico lo era; y más si se trataba del Salvador del mundo mágico. Harry se sentía feliz, pues realmente serían una familia y tendrían sus pequeños o incluso pequeñas.

—Bien —se recordó a sí mismo accediendo a la petición de Draco—. Te llevaré a ese tétrico lugar, con la condición de que tomarás tus suplementos vitamínicos.

Y quiso reírse en aquel instante, pues la situación realmente se daba el lujo de lucir tan divertida. Harry luchando para que su novio se mantuviera con la salud adecuada y al parecer, según Ron, esa tarea era más difícil que la mismísima que le encargó Dumbledore; destruir horrocruxes sin saber cómo.

Draco, para Harry, siempre estuvo dispuesto a ser una caja de sorpresa y era lo interesante del muchacho. Tiempo atrás, jamás se habría tomado la molestia de describirlo de aquella manera.

Harry se encontraba en una rabieta de emociones y entre ellos, la nostalgia era más la que solía invadir al muchacho. Actualmente vivía en el Privet Drive. Aunque el lugar era pequeño, era perfecto para una vida al lado de Draco Malfoy.

Una vida al lado de Draco Malfoy. Sonaba tan cómico si su yo del pasado lo decía. E incluso, repudiaría la idea, pronto comenzaría a burlarse de ello con su mejor amigo Ron Weasley y seguirían buscando la manera de lograr que expulsen a Malfoy de Hogwarts. No obstante, allí tan sólo eran unos críos de once años.

—¿por qué siempre haces eso? —preguntó Draco mientras se levantaba del sofá donde tan cómodo descansaba acurrucado sobre el brazo del auror el cual lo abrazaba. Harry sólo frunció el ceño ante la pregunta de Draco— perderte en tus pensamientos.

“Oh”

Draco buscó con la mano las palomitas. Comenzaba a tener hambre, y se irritaba fácilmente de ello.

—Sólo pienso en algunas cosas —admite—. Me da nostalgia el verte aquí, tan cambiado; cuando te conocí en la tienda de túnicas, tan niño y tan inocente.

Draco arrugó el ceño.

—Niño sí, ¿inocente? No.

—Eras un niño quizás un poco quisquilloso —afirmó Harry con energía. Draco rodó los ojos—Venga, ¿tan pequeño y con comentarios despectivos hacia Hagrid?

—¿Y tú tan adulto y tan bobo? —Draco le arrojó las palomitas sobre el rostro y soltó una carcajada ante la expresión de su novio—  ¿Te imaginas si llegáramos a tener un niño?

Harry sólo sonríe y besa con delicadeza su mejilla.

—Quisiera que salga como tú.

—Claro, un digno Slytherin.

Fue el turno de Harry para rodar los ojos. La película que se desarrollaba en ese instante era ni más ni menos que El conjuro.

—¿De verdad a los muggles les provoca miedo los fantasmas? —preguntó Draco fijando ahora su vista a la pantalla— No son para tanto.

Harry se encoge de hombros y presta atención a la escena de closet; en cual la madre jugaba con las niñas a las escondidas.

—Por como ellos los describen y describen la situación, sí.

—Ya he decidido el nombre si llegase a ser niño —dijo Draco en un comentario vago— James.

—¿James? —indaga intrigado Harry— ¿por mi padre?

Draco asiente aún con sus mejillas sobre el auror. Había descubierto el sutil arte de sentirse querido a través de los brazos de Potter.

Potter para él representaba todo. Ternura, carisma, amor, pasión.

—Y si es niña Lily, por tu madre. —Harry sonríe ante aquel gesto y revuelve con su mano libre la cabellera rubia de su prometido.

—Bien, está bien. Me encantaría tener todos los hijos que quiera contigo, pero déjame elegir el nombre de los siguientes.

—¿Los siguientes? —repite Draco incrédulo— ¿De verdad crees que habrá más?

—Claro, ¿te he dicho que soy experto en adivinación?

Draco enarcó una ceja.

—¿Lo eres?

—Sí, y sé que tendremos una familia tal cual. —Por un descuido del rubio, el auror se había colocado a horcajadas sobre él— Como los Weasley. Una enorme, con más niños y una niña.

Draco dejó ir una pequeña risa ante el comentario del azabache.

—Y uno de nuestros hijo se hará mejor amigo del próximo Salvador del mundo mágico, y portará orgulloso el apellido Potter-Malfoy.

Draco ahora sólo sonríe y Harry tuvo el descaro de robarle un pequeño y fugaz beso.

—Muy convincente —musita Draco— Si eso llegase a suceder, tú serás el que cocine para ellos todo el tiempo.

Harry tuerce un gesto de felicidad y asiente.

Pero Harry Potter, pese a ser el Salvador del mundo mágico, no sabía qué tan difícil sería cocinar para cuatro niños y a Draco, aquello le divertía.

[...]

Mil disculpas por haberte generado una mala imagen de lo que en realidad es George. Recuerda que no es canon y George jamás haría algo similar a lo que en su momento escribí, espero poder escribir algo acerca de la recuperación de su cordura y aceptar sus errores. Por ahora me estoy encargando de otros trabajos, gracias por haber leído, votado y comentado.

Subastado. |Harco. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora