Hoy solo vengo a dedicar versos al universo que se forma en nuestra extraña relación que cada día forma más peones que no estoy segura de si quieren seguir jugando.
Y es que en esta partida de póker has mostrado todas tus cartas y sé que esta vez he ganado yo, pero tú, como si no soportases una derrota de alguien que lleva siglos perdiendo contra tí, te has proclamado vencedor de nuevo.
Qué ironía más loca, existe todo un péndulo sobre ti de las cosas que he callado, que podría decir para ganar la siguiente guerra, y no le temes, no me temes.
No has llegado a conocerme.
Se acabó jugar al póker con un ludópata tramposo.
Sin animo de ofender tu orgullo, que quizás sea difícil de resentir, creo que he llegado a imaginar en más de cien ocasiones distintas que los besos y las caricias que habíamos programado gozaban de obsolescencia.
Y como he dicho, se acabó el póker, esta vez, juegas tu solo.
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