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A decir verdad, eras más bonita cuando sonreías, sin preocuparte del donde, el que, el como o el cuando.

Hacías que el mundo empezase en la aureola de tu iris y acabase en los copos de nieve de la curva de tu sonrisa.

Y así, sin más, te miraba y volvías a empezar un nuevo mundo.

PALABRASWhere stories live. Discover now