Brillante princesa, tú, sueñas en pequeño por miedo a que lo grande te pueda eclipsar y tienes miedo, miedo del amor que puedas recibir porque en tu corta vida te han hecho tanto daño que ya no quieres sufrir por películas que sabes cómo acabarán, ya no quieres llorar por fotografias que se volverán grisáceas al cabo del tiempo.
Pequeña princesa sin castillo ni corona, vives sin querer salir de tu alta torre y te cortas la melena para no tener manera de escapar. Princesa que utilizas tu cetro para saber dónde se encuentra el norte y ya van muchos largos inviernos en los que caminas descalza y no te importa el frío de tus mejillas.
Cenicienta que se ha vuelto de hielo y no busca paz porque esa paz que anhela es de existencia complicada, cenicienta, tu que juegas con cada copo de nieve que se cuela en tu habitación y te sientas en el borde de la ventana mirando al precipicio. Tú. Sabes que quieres salir. Sabes que quieres descubrir el amanecer en otro lugar, que quieres rozar el agua con los dedos y sentir cómo te hiela las manos o cómo te calienta el corazón.
Tú. Que sabes que quieres vivir. Hazlo. Vive. Estás a tiempo de demostrar que no hay corona lo suficiente hermosa para ti y que los castillos solo son cárceles que te impiden ser libre. Estás a tiempo se de ser tu. O simplemente ser como tú te quieras ver.