Café, libros e invierno.

Desatar tu rabia en la guitarra no aliviará tu dolor.

3/3 "desearía ser cualquiera menos yo"

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[nota: antes de empezar, esta canción de Frank define todo lo que siente y básicamente de ahora en adelante aparecerán canciones del álbum "parachutes". Entenderéis el dolor de Frank...]
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–sigo esperando, Brendon.– dijo Ryan con cierta impaciencia. El moreno se mantenía callado, mordiéndose el labio inferior debido a los nervios y la tensión.–¡Brendon!– gritó sobresaltado al nombrado.

–¡sí señor, lo siento señor!– gritó el moreno como si de un soldado se tratase.– yo... no puedo evitar sentirme así. Estoy celoso.– afirmó nervioso.

–pero ¿celoso de qué? ¿En qué sentido? Me falta información...– preguntó Ryan.

–pues... celoso, en el sentido posesivo: sólo YO puedo hacerte reír, sólo YO te toco el pelo... en ese sentido. No puedo controlarlo.– explicó el moreno con vergüenza.

–eso es una estupidez, yo puedo tener otros amigos a parte de ti.– soltó el castaño enfadado.

–no, no lo entiendes... sentía celos de que tú y Spencer...– ahí se trabó. Comenzó ha hacer gestos con los dedos, juntándolos entre sí. Pero Ryan lo miraba extrañado, como si no entendiera ni mierda.

–Brendon, no te entiendo.– dijo Ryan negando con la cabeza.

–ya sabes, tú y él...– volvió a trabarse e hizo los mismos gestos con los dedos.

–¡BRENDON AL GRANO!– gritó el castaño harto de los gestitos.

–¡de que tú y Spencer tuvierais una relación romántica!– al fin pudo soltar. Ambos quedaron callados. Ryan sospechaba que algo así era lo que le sucedía, pero ahora que se lo había confirmado estaba en shock.– lo siento, soy lo peor...– comenzó ha hablar Brendon de nuevo, al menos para matar el silencio incómodo que se había formado entre ellos. Pero Ryan no ponía de su parte, al contrario, se mantenía en silencio, pensativo...– creo... creo que debería irme.– murmuró el moreno levantándose.

Mientras, en la mente de Ryan se reproducía una y otra vez la escena de la pelea de la fiesta.
Ese día, Brendon había sido tan capullo, tan idiota y... homófobo... de hecho, intentaba olvidarse de él porque dijo que aceptaba tener amigos gays/bisexuales siempre que no acaben besándole a él.

Y estaba tan perdido en sus pensamientos que ni se dio cuenta de que el moreno ya había salido por la puerta.

***

Jamia llevó a Frank (a rastras) al taller que tenía Bob en el garaje de su casa. El castaño no entendía nada, no sabía cómo Bob le iba a ayudar a superar todo ese dolor que sentía en su pecho y que no se iba ni aunque le arrancaran el corazón de cuajo.

No había dejado de soltar lágrimas, no quería llorar, pero esas gotas de agua traicioneras salían sin su maldito permiso.

La pelinegra comenzó a llamar al timbre repetidas veces.

–¿quién demonios...?– Bob salió por la puerta con el pelo alborotado y sin camiseta, dejando a los dos chicos frente a su puerta boquiabiertos y sonrojados, porque, joder, Bob no estaba nada mal...– Jamia, Frank, ¿qué hacéis aquí?– preguntó confundido.– ¿y a ti qué te pasa?– preguntó en serio extrañado al ver a Frank llorar. Jamás lo habían visto llorar, ni mucho menos con un ataque de nervios/ansiedad.

–demasiadas preguntas. Bob, necesitamos un gran favor.– dijo Jamia con cara de desesperada.– Frank no puede volver a casa hasta que las cosas se calmen, le darán ataques así todo el rato.– comenzó a explicar.