Imposible...

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Shey ya no sabía que hacer... estaba sola, y se lo merecía. Se sentía una puta.

Desde la fiesta, ha estado decaída. No comía, no hablaba, a penas salía de su habitación... a Sixteen le estaba empezando a preocupar.

Pero la morena tomó una decisión. No se sentía estando bien en aquel pueblo, así que llamó a sus padres para pedirles un billete a Los Angeles... se iría una temporada con ellos, para desconectar y poder pensar.

En cuanto bajó con las maletas, Lau entró por la puerta con el mismo vestido que llevaba en la fiesta.

La morena se quedó un poco en shock, para después correr a abrazarla.

–¿Dónde coño has estado? Te he estado buscando estos días y nadie sabía de ti... un poco más y llamamos a la policía.– Habló Shey muy nerviosa.

–Tranquila, ahora estoy perfectamente...– Mintió la pelinegra. Lau arrugó el entrecejo al ver bolsas en el suelo.– ¿Quién se muda?– Preguntó. Shey se separó de ella lentamente.

–Yo.– Respondió suspirando. A Lau casi le da un infarto.

–¿¡Que te vas!?– Preguntó la pelinegra algo enfadada.

–Lau, tranquila, solamente...

–¡SOLAMENTE TE VAS Y ME DEJAS!– Le gritó. La chica podía ser muy impulsiva y dramática a veces.

–No... No te dejo, sólo...

–¿¡SOLO QUÉ!?– La volvió a interrumpir casi llorando.

–sólo necesito pensar y alejarme...

–¿Alejarte?– Preguntó la chica.– Alejarte de mí.

–No Lau, esto no es por ti... comprende que estoy pasando por muchas cosas y...

–¿Y qué? ¿Huyes así sin más?

–¡Si!– Le gritó.– ¡Ponte en mi lugar por un momento!– Estaba cabreada con la pelinegra por ser tan egoísta. Lau se quedó callada mirándola con lágrimas en los ojos.– Me siento una puta y una mierda. Necesito olvidarme de que existe este pueblo por unas cuantas semanas...– Sollozó la morena.

–Ahora ponte tú en el mío... Me siento una mierda también, ¿Sabes? Mi ex me tenía en su apartamento encerrada, y cuando consigo que me deje en paz, resulta que mi hermana se va unas semanas antes de navidad. Me siento abandonada, ¿sabes?– La chica no paraba de llorar, y lo odiaba, odiaba llorar aunque fuera delante de su hermana.

–Ay Lau, por favor, deja de hacer una montaña de un grano de arena.– Shey suspiró cansada de esa conversación.

Lau paró de llorar. Puede que fuera estúpido sentir un vínculo tan fuerte con su hermana, tanto que lo que hacía le dolía más que lo que le hizo Andy... pero no podía retenerla, no podía retener a nadie. No puedes obligar a una persona a quedarse a tu lado...

–Está bien.– Fue lo único que dijo Lau antes de pasar por el lado de Shey sin mirarla e irse a su habitación.

Shey se sintió peor aún, pero necesitaba salir de ahí...

Se despidió de Sixteen con un abrazo y salió por la puerta, puede que con la esperanza de que a Lau se le hubiera pasado el cabreo/berrinche y le fuera a despedir como es debido... pero sabía que eso no iba a pasar.

***

Brendon estaba aburrido en la cafetería. Se encontraba en una mesa, recostado y mirando su chocolate como si le estuviera contando una historia muy interesante.

Alguien se sentó en frente del chico, haciendo que este saliera de su ensoñación.

–Ryan...– Se sorprendió bastante al ver al castaño sentado ahí, frente a él.

–Hey Brendon... Quería hablar contigo y no te encontraba por ningún lado, tampoco contestabas al móvil y Dallon siempre me decía que estabas en la biblioteca.– Habló Ryan un poco nervioso.

–Ya...– Brendon volvió a recostarse en la mesa y a mirar el vaso humeante de chocolate. No quería hablar del tema, de verdad que no tenía ganas, pero Ryan parecía ansioso.

–Voy a ser totalmente directo, ¿Te gusto?– Preguntó haciendo que el moreno lo mirase sin moverse del sitio.

***

Nueva York:

Oli estaba dormida casi encima de Bob, mientras este intentaba alcanzar su teléfono el cual estaba sonando. Pero si se movía mucho acabaría despertando a su amiga, y no quería hacerlo porque si no comenzaría a joder.

Casi llegaba, sólo necesitaba estirarse un poco más... Hasta que acabó cayéndose al suelo, llevándose por delante a la chica, la cual se despertó.

–¿Qué ha pasado?– Preguntó Oli tallándose un ojo mientras miraba a Bob coger el móvil a la velocidad de la luz.

–¡Mikes! ¡Amore mío!– Le escuchó decir al rubio.

–Oye rubio...– Le llamó la atención para que este la mirase.– ¿Tu novio no iba a venir contigo?– Preguntó al darse cuenta de que Bob le dijo que conocería a Mikey.

–Su madre dijo que ni hablar, que ella estaba no sé dónde de viaje de negocios y que su hermano era responsable de él... así que no.– Le explicó en un susurro tapando el micrófono. Después, volvió a ponerse el teléfono en la oreja.– Perdona...– Se disculpó sonriendo como un idiota.

Oli decidió dejar al rubiales hablar con su novio e ir a prepararse un café.

Estaban en el apartamento de la castaña, donde también se quedaron Lito, Vic y Kellin... pero esos no se encontraban por allí, así que dedujo que se fueron temprano.

Se fue a su cocina y comenzó a preparar dos cafés.

[...]

Bob entró en la cocina con mala cara. Se sentó en la pequeña mesa y se bebió el café de un sólo buche, dejando a la castaña un poco pillada.

–¿Estás bien?– Le preguntó la chica arqueando una ceja.

–Me he peleado con Mikey.– Respondió Bob cortante.– Es que no le entiendo. Primero, todo está bien, estoy bien, estamos bien, no peleamos, lo hacemos en todas partes, muchos "te quieros" y mucho decirme que confía en mí y que no es celoso. Y ahora me viene con las preguntitas de "¿me engañas?" "¿De verdad me amas?" "¿Con quién estás?" Y me pone nervioso. Le he dicho que confíe en mí, que yo le quiero y que no sea tan celoso... ¡y se ha cabreado mucho conmigo! Por decirle la verdad, que es un celoso de primera.– Le soltó de una.

–Oh bueno, pero no has hecho nada y él en el fondo lo sabe. Sólo son rocecillos tontos que tienen todas las parejas. Él simplemente te echa de menos y se preocupa porque teme perderte.– Le explicó Oli, relajando un poco al rubio.

–Tienes razón... pero él sabe lo mucho que le amo y que no voy ha hacer nada, que no quiero hacer nada con nadie que no sea él.– Murmuró Bob sonrojado.

–Pues... dale una sorpresa volviendo antes de lo esperado.– Se le ocurrió a la castaña.

–Oye, pues no es mala idea.– Dijo Bob entusiasmado.– Le diré a Frank que volvemos el miércoles. Vamos hoy a dar una vuelta y a una tienda de discos... quiero comprarle un regalo a mi chico.– Después de desayunar, los dos chicos llamaron a Chapa para que les devolviera a su amigo y así poderle enseñar algo de Nueva York.

Café, libros e invierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora