New York, New York.

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Después de horas de viaje, Frank despertó encontrándose con la maravillosa vista de los edificios de la ciudad de Nueva York.

Estaba en un taxi, al lado de Bob y abrazado a su bolsa.

Se despejó un poco y se enderezó en el sitio.

–¿Cuánto tiempo he dormido?– Preguntó Frank con la voz ronca.

–En el avión caíste dormido y he tenido que cargar contigo hasta el taxi porque no te despertabas ni a tiros. Buenos días por cierto.– Dijo Bob con una sonrisa.– Más bien, buenas tardes.

–Hace mucho que no pegaba ojo...– Murmuró Frank. Al parecer, sólo tenía que salir del pueblo para relajarse y poder dormir bien.

–Me alegro de que hayas dormido. Esta noche dejaremos las cosas en mi antiguo apartamento y nos iremos por ahí de fiesta.

–No tengo muchas ganas de fiesta.– Se quejó el castaño.

–Nos hace falta, anda venga...– Le suplicaba Bob. Frank rodó los ojos y resopló.

–Está bien. Pero yo me quedaré sentado bebiendo algo light.

–Lo que tú quieras...– Dijo Bob feliz.

Llegaron a la puerta del edificio, pagaron y se quedaron contemplando la infinidad de plantas que tenía. Después, se adentraron en él.

***

Lau se destapó con cuidado de no despertar a Andy. Cogió sus zapatos y comenzó a caminar hacia la puerta.

–¿¡A DÓNDE TE CREES QUE VAS!?– Escuchó el grito del chico que la sobresaltó. Pero no, estaba cansada de ser la sumisa. Si le mataba pues que la matase.

–¡A MI PUTA CASA CON MIS PUTAS HERMANAS!– Gritó la chica.

–¡De eso nada estúpida! ¡Te quedas aquí si quieres que deje en paz a tus amigos!– Le gritó el pelinegro cogiéndole del pelo. La chica sonrió y puso su mano en la entrepierna del chico, acariciando el bulto... para después apretarlo con fuerza.

–Me tienes hasta el coño ya. Esto es así: tú vas a dejar en paz a mis amigos y a mí si no quieres que mi padre venga con su pandilla y te cruja.– Lo amenazó.

–Es un farol.– Dijo el chico con dificultad. Aunque Lau lo tenía (literalmente) cogido por los huevos.

–Créeme que no. Te juro que como me vuelvas a tocar un pelo me encargaré de que tus huevos no sobrevivan.

–¿Y este arranque de valentía gánster a qué viene?– Preguntó Andy aún soltando quejidos de dolor.

–A que estoy harta de estar aquí. Estoy harta de que me pisoteen, de que no me tomen en cuenta, de que yo siempre sea la perra con la que follan por despecho o porque soy facilona. Se acabó, ya no pasará más porque me rindo. Todos sois iguales, voy a mandar a los tíos a tomar por culo ya.– Le soltó para después pegarle un patada en sus partes y abrir la puerta.– Como me sigas, te juro que te parto la cara. Adiós Honey~– se despidió lanzándole un beso y yéndose lejos de allí.

Tampoco iba a volver a casa, quería pensar...

Se sentía como... viva, pero muerta por dentro. Como si hubiera perdido la esperanza de encontrar a alguien decente del que enamorarse...

***

Lo mismo le pasaba a Lindsey. Desde aquella última vez que vio a Debby, se sentía muerta, sentía que no tenía ganas de hacer nada aunque por fuera siguiera siendo la misma.

Frances la iba a recoger al trabajo para evitar pasar por la cafetería para ir a casa.

Pero ese día, ese fatídico día... Frances no podía porque tenía que quedarse hasta tarde en el bar donde trabajaba.

Café, libros e invierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora