Capitulo 19

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Estoy en una calle a oscuras, no tengo ni la menor idea de como he llegado aquí, ni siquiera tengo la sensación de haber estado caminando. De la nada un farol se enciende justo frente a mi, la luz solo me permite ver una casa antigua con las ventanas tapadas y justo debajo del farol a una mujer de unos veinti tantos, su cabello le llega a la cintura, tiene la piel blanca y pecas salpican sus mejillas y nariz, sus ojos son como dos grandes aceitunas color dorado.
- Ahora eres tú.- Me dice con una voz algo áspera y una sonrisa en sus labios. ¿De qué habla? nunca la había visto, me estoy volviendo loca.
- No te conozco.- Respondo rápidamente y trato de voltearme, si esto es un sueño, no la quiero aquí.
- Eso es obvio, yo solo había escuchado de ti, pero ahora la última Supremo ya tiene rostro.
- ¿Cómo sabes lo que soy? ¿quién eres y qué es lo que quieres?- Esto es confuso.
- Muchas preguntas... ... Me recuerdas a él, tu interior, pero tu exterior es igual a ella.- Pienso, sé que se refiere a mi padre y a mi madre, pero ¿quién mierdas es? ¿la madre de Briana?, no lo creo, no se parecen.
- Tranquila, mis intenciones no son malas, estoy en tu equipo, pero... ¿me permites darte un consejo?- ¿Enserio?, lo único de lo que soy capas de hacer es de asentir con la cabeza.
- Busca el porque de todo.

Abro los ojos bruscamente, estoy sentada frente al escritorio de mi recamara, la luz entra por las ventanas a las cuales no corrí las cortinas, es extraño, según yo antes de dormir me tumbe en la cama, ¿cómo acabe aquí? Me desperezo y estiro mis brazos, veo manchas de carboncillo en mis manos, ¿cómo es eso posible?, luego examino el escritorio, hay dibujos por todas partes, de una mujer, faros, calles desiertas y unos garabatos que parecen ser letras, una frase. ¡Dibujé mi sueño!
- Alana... ¿qué hiciste?- La voz de Verónica llega de la puerta de mi recámara.
- Yo... Ni puta idea, es decir, tu eres la experta aquí, ¡deberías saber lo que yo no!- Okay Alana, no te alteres, respira y cuenta hasta diez.
- Este idioma... ¿sabes lo que dice?- Pregunta después de entrar y tomar la hoja que tiene los garabatos escritos con carboncillo, así que es un idioma, me pone la hoja en la cara, y aunque nunca, jamas en mi vida había visto algo como eso, en mi mente aparece claramente lo que dice, como si lo estuviera leyendo: "busca el porque de todo".
- Tiene que ser una maldita broma.- Suelto, cuando me confirmo a mi misma que dibujé mi sueño mientras lo tenía, nunca había hecho algo así.
- Debemos avisarle a Ian, el debe de de estar...
- En el jardín, esperandome, me toca practicar con él, yo se lo digo, mientras que nadie más lo sepa.- Sin esperar respuesta me escabullo al armario, ahí tengo la ropa que traje el día que presencie el asesinato de Shira, no es mucha pero con la que me dió Verónica es suficiente para mi.

******

- Creí que tendría que traerte aquí, ya es tarde, tuve que robarme una hora de Marcus para poder completar tu rutina.- Ian se ve tan adorable como coach además de que agradezco que se este tomando esto enserio.
- ¿Desde cuándo tengo una rutina?- Se supone que debería decirle lo que ocurrió, «¿por qué no lo haces?», me reprocha mi conciencia, estúpida.
- Primero tengo que poner a prueba tu resistencia, después comenzamos la parte de la defensa personal, creí que te gustaría volver al bosque.
- ¡¿Qué?!, ¿es un chiste? ¡esta del otro lado de la ciudad!- Exclamo, debe ser broma.
- Lo sé, iremos trotando, será un buen comienzo, y cuando lleguemos, veré que tan fuerte te has hecho.
- ¿Fuerte?
- Tus dones te dan capacidades que cualquier chica de 16 años no tendría, ya lo verás.- Lo dice con una sonrisa picara en el rostro, «ahora no puedo decirle, no puedo.»

******

Millones de kilometro después, y como 10 paradas para descansar, al fin llegamos, la tranquilidad y paz que siento cuando estoy aquí es extraordinaria, me encanta este lugar.
- No fue tan malo ¿o si?- pregunta Ian mientras se sienta en el pasto del prado bajo un árbol, no parece cansado, la única señal de que estuvo corriendo es su respiración ligeramente acelerada.
- ¿No se supone que querías hacerme inmortal?, tú tratas de matarme.- Comienza a reír por mi comentario, me dejo caer junto a él, suerte que gracias a la ropa de deporte esto no es tan malo, odio sudar.
- ¿Crees que esto haya sido una coincidencia?- Supongo que esa pregunta es buena para comenzar a tratar el asunto que tengo entre manos.
- Si te refieres al hecho de que seas lo que eres, no, pero si te refieres a que yo te haya encontrado, sí, y ha sido la mejor coincidencia en décadas.- Mi yo interior da volteretas por la respuesta, pero luego me abofeteo «¡ve al grano!»
- Anoche tuve un sueño, mientras lo tenía... Creo que lo estaba dibujando,en el sueño había una mujer, que conocía a mi padre y a mi madre, me dijo que estaba de mi lado y que no tenía intenciones de hacerme daño, pero... También me dió un consejo, dijo que buscara el porque de todo.- Ian se ha puesto serio, todo rastro de humor y del Ian juguetón han desaparecido.
- Creí que Verónica te había ayudado a bloquear eso.
- Lo hizo, bueno no, dejo de hacerlo después de todo lo que paso, ahora eso es trabajo de Marcus, el punto es...
- El punto es que no puedes confiar en nadie, ¿qué tal si también quiere asesinarte?
- Pues va a tener que hacer fila y esperar su turno.- Respondo riendo, pero a Ian no le hace gracia.
- ¿Qué?, ¿esperas que me preocupe?, lo hago sí, pero no demasiado, no quiero vivir mis días angustiada por eso, si van a matarme prefiero ser feliz antes de eso.
- ¿Tú qué crees que signifique tu sueño?- Pregunta después de un largo silencio.
- Yo pienso que... Que es hora de confirmar lo que todos me han dicho.
- ¿Qué cosa?
- Que soy el vivo retrato de Nora Lewis, mi madre.

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