Mi cabeza se recupera de una desorientación momentánea por el duro aterrizaje sobre el pavimento, ya estamos todos, y sin pensarlo corro detrás de unos arbustos situados a unos metros de la gran fuente seguida por Ian, Marcus y una quejumbrosa Verónica.
- ¿Estoy despeinada?- Pregunta cuando estamos ocultos.
- Tiene que ser una broma.- Resopla Ian en un susurro, alguien en su lugar se estaría preocupando por el hecho de que pudieron habernos visto, no por su peinado.
- ¿Cómo entramos?- Escucho a Marcus detrás de mi.
- ¿Por la puerta?- Sugiero cuando veo que esta entreabierta, al parecer alguien entro pero olvidó cerrar la puerta.
- Eso es...
- Muy fácil.- Completa Ian.- Pero no tenemos otra manera, así que... Estén atentos y cuidado.- Se que eso va dirigido especialmente a mi, así que pongo los ojos en blanco y puedo ver un atisbo de sonrisa en su rostro.Cautelosamente caminamos hasta la entrada, en donde la gigantesca puerta de hierro nos espera.
Al entrar no hay mas que un largo pasillo iluminado con unas débiles antorchas a intervalos de unos metros, pero aun así todos sacamos de su funda a las espadas, esperando a que alguien nos ataque y defendernos. Hay tanto silencio que nuestros pasos resuenan en todo el lugar, como quisiera ser más silenciosa ahora mismo.
- Hay que separarnos.- Me sorprende lo que digo, teniendo en cuenta que no pensaba en algo como eso.
- Bien, tú ve con Ian, yo con Marcus.- Sugiere Verónica, y después de otro tramo el largo pasillo se divide en dos, Ian y yo tomamos el camino de la izquierda.
- No es por contradecir lo que dijo Elssa, pero esto no parece una escuela.- Odio reconocer pero tiene razón, hemos revisado algunas habitaciones, y lo único que encontramos son papeles que no entendimos, y armas muchas armas, en cada una de ellas.
- Tal vez ni siquiera este aquí...- No creí que se escucharía, pero rayos si que Ian lo escuchó, incluso el tono de desilusión, trato de arreglarlo pero escuchamos voces doblando el pasillo, y lamentablemente no hay a donde correr, los guardias nos han encontrado, y no están contentos de ver intrusos.
- Mierda.- «Demonios Alana ¡callate de una vez!» Me regaño mentalmente, cuando estoy nerviosa o asustada tiendo a decir malas palabras.
- Solo son dos, podemos con eso.- Me anima Ian, quien es atacado por un hombre más alto que él, más fornido que él y con cara de asesino serial, escucho que choca metal con metal, mi espada y la del chico un poco mas escuálido pero igual de alto que su amigo grandullón me ha atacado, y yo ni idea de como bloquee su golpe.
- Huele a intrusos.- Dice el escuálido con los dientes apretados.
- Muchas gracias, compre la loción ayer.- Le sigo la corriente y luego separo mi espada de la suya, y atacó, siguiendo los consejo de Ian en mis últimos entrenamientos Mantener el equilibrio, un pie frente al otro, una vez que avanzas no puedes retroceder y sorprendentemente funciona, hasta que por un descuido mío el chico escualido me hace un corte en el brazo, y aunque no puede matarme con esa espada, en definitiva duele como el mismo infierno.
- Esto será divertido, no eres inmortal, así tu muerte dolerá mas.- ¿Ahora se burla? Maldito idiota, yo voy a matarte. Viene hacia mi y con una fuerte estocada me tira la espada, Ian no puede ayudarme y me juré que no sería mas la damisela en apuros, así que robando el fuego de una de las antorchas, bueno varias, hago una especie de cuerda alrededor del chico, se que duele, es decir, es fuego, después de unos minutos no queda mas que polvo, acabo de matar a alguien, ya no escucho la pelea de Ian, y cuando me giro el grandullón esta en el piso, con una herida en el pecho, Ian esta sujetando mi espada en su mano.
- Creo que se te cayó algo.- Dice- Aunque dudo que la necesites.- A pesar del momento río un poco.
- Gracias, sigamos se darán cuenta de esto pronto, y Elssa tenía razón, no soportan a los "intrusos".- El asiente y continuamos caminando.
Llegamos a una especie de escalera así que comenzamos a ascender, sin bajar la guardia, no puedo creer que buscar a mi madre sea tan difícil.*****
El final de la escalera nos llevo a un amplio salón, donde hay una mesa con varias sillas, supongo que es donde tienen algún tipo de reuníos o algo así, y de la nada aparecen dos figuras peleando arduamente con varios guardias, Verónica y Marcus también fueron sorprendidos, sin decir una palabra, Ian y yo nos unimos a la pelea, esta vez yo convino mis nuevas habilidades en combate que mis nuevas habilidades en dones, creo que después de todo esto no se me da tan mal.
El último hombre cae a los pies de Verónica, todos seguimos ilesos, solo yo con la herida en el brazo, suerte que fui yo, en cualquiera del resto abría sido una herida mortal.
- Debemos salir de aquí.- Afirma Verónica con varias gotas de sudor escurriendo de su rostro. En ese momento un sonido invade todo el lugar, además de ser bañado en una luz azul intenso.
- ¿¡Qué mierdas es eso!?- Grito para que me escuchen.
- ¡Una alarma! ¡ya saben que estamos aquí!- Dice Marcus, y segundos después varias pisadas resuenan de las escalera por donde llegué con Ian y de los pasillo que se abren paso en los lados del gran salón.Sorprendentemente ahora estamos rodeados por un centenar de hombres con espadas en mano, espadas de metal sagrado, nosotros estamos pegados espalda con espalda, con nuestras propias espadas lista para cortar más extremidades, la pregunta es ¿tengo miedo? Sí, eso es algo que nunca niego, porque eso me dice que estoy viva, y es una buena señal, pero... ¿por cuanto tiempo?
- Ian...- La voz esperanzada de Verónica, pidiendo que haya un plan "b", pero no existe tal plan.
- Nora Lewis.- Mi voz suena clara y fuerte, los hombres (los que alcanzo a ver) se miran entre si.
- ¿Quién la busca, y qué quieren con ella?- Habla un tipo rubio que encabeza el grupo que hay frente a mi.
- Quiero hablar con ella, soy Alana Forks Lewis, su hija.
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Hidden ⭐
ФэнтезиDe un día para otro me enteré que antes de nuestro mundo hubo otro, antes de las personas que conozco hubo otras que ahora ni siquiera puedo imaginar, y lo peor de todo es que soy consciente de que ellos mismos se destruyeron... Una guerra entre dem...