Capitulo 4

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Estoy en un lugar muy obscuro y cuando mi visión se acostumbra logró divisar que estoy rodeada de árboles, enormes con sus ramas vacías por la caída de las hojas, hace un frío que me cala hasta los huesos y con mi blusa sin mangas se siente mucho peor, de pronto tengo la sensación de que debo correr hacia algún lado, correr lo mas rápido que pueda porque estoy en peligro pero no se porque, corro entre los árboles pero tropiezo en una piedra y caigo sobre mi tobillo así que me lo lastimo y ya no puedo seguir corriendo, trato de esconderme entre la hierva y de pronto una mano sostiene mi hombro y comienza a sacudirme muy fuerte... Y cuando abro mis ojos estoy en mi habitación, y quien me esta sacudiendo es Ian que esta sobre mi cama viéndome fijamente.
- Lamento despertarte, pero es tarde, tenemos poco tiempo y mucho que enseñarte.- Lo veo fijamente, sigo aturdida por lo que acabo de soñar, y no entiendo nada de lo que me dijo.
- Alana ¿está todo bien?- Me pregunta, con sus ojos gris intenso en los míos, puedo ver que esta preocupado por... Mi.
- Emmm... Sí, todo bien, ¿por qué me ves así?- Le digo dejando en la parte más recóndita de mi cerebro el extraño sueño que acabo de tener, para preocuparme después de el.
- Bueno pareces... Aturdida.- Dice
- No estoy aturdida, es solo que es Sábado y son las 6:00 Am y además tu estas en mi recamara, cosa que no entiendo ya que nunca te deje entrar.- Su buen humor vuelve y no puede evitar sonreír.
- No, no me dejaste entrar pero, no tuve otra opción, toque muchas veces tu ventana y no la abrías, así que decidí entrar. Tienes un sueño muy pesado Alana.- «No tengo el sueño pesado, es solo que tenia un sueño importante y tu solo llegaste a interrumpir»
- Bien, ya me has despertado, ahora sal por donde entraste, espera abajo y deja que me vista para que me lleves a donde sea que me llevarás.- Le digo saliendo de mi cama y empujándolo a la ventana.

Me pongo unos jeans ajustados, una camisa azul agua y mis converse blancos. Como mi camisa tapa mi marca recojo mis rizos en una coleta alta, pero como mi pelo esta muy rebelde algunos de los rizos salen de mi coleta. Bajo la escalera y como mi tía y mi hermana siguen dormidas escribo una nota rápida y la dejo sobre la mesa, diciendo que salí a caminar.

******

Ian esta esperando en su motocicleta, se ve tan sexy con sus jeans de mezclilla deslavados y su camisa negra, camino hacia él.
- Ves ¿no es tan difícil esperar?- Le digo sonriendo y poniéndome el casco que me tiende.
- No, esperar no, pero lograr que te despiertes, eso si que es difícil.- Me contesta sonriendo abiertamente.
- Ok, gracias por no ocultar que te estas burlando de mi.- Le contesto yo también sonriendo.
- ¡Oh! Alana yo nunca me burlo de ti.- Dice en tono sarcástico.
- Ok ¿no habías dicho que tenemos poco tiempo y mucho que enseñarme?- Comento ya acomodada detrás de él y lista para que arranque.
- ¡Vaya, estas deseosa por aprender! Nunca dejas de sorprenderme.- Arranca su motocicleta y salimos a una velocidad increíble hacia la carretera que va hacia la costa para girar en la misma desviación y llegar al mismo bosque donde me llevo ayer.

******

Pienso en lo que dijo, no se si estoy deseosa de aprender sobre mi supuesto don, lo que si se es que si Ian dice la verdad es porque mi padre me mintió y yo necesito descubrir porque lo hizo.
- Bien Alana, aprender a controlar tu don no será fácil, e incluso será exhausto ya que todo esta en tu mente y eso es lo que vas a controlar.- Me dice en tono serio paseándose frente a mi, lo cual me distrae, no puedo negar que Ian es muy muy guapo y el estar con el me hace sentir tantas cosas que ni siquiera se como explicarlo.
- Tienes que estar muy concentrada, sino no funcionará.
- Ok y ¿que haré primero?.
- Tu don es el de la tierra, puedes controlar la naturaleza por lo tanto puedes dar vida a plantas que ya están muertas, es sencillo y eso es lo que intentaremos primero.- Señala el trozo de tierra que esta a mis pies y lo que veo es unas ramas débiles y frágiles de un pequeño árbol, un árbol que hace unos minutos no estaba ahí.
- Bien y ¿cómo se supone que haga eso?
- Ya te lo dije Alana, todo esta en tu mente.- Eso es estúpido, no puedo hacer que el árbol solo crezca, pero bien como insiste cierro mis ojos e imagino la imagen de un árbol frondoso en lugar de ese feo y descuidado árbol. Espero un momento y los abro esperanzada de ver lo que imagine pero no, el árbol sigue igual.
- No puedo.- Le digo, en un tono que da a entender que esto es muy estúpido.
- Sí, si puedes, no importa cuanto tardes, tengo todo el tiempo del mundo.- Dice recargándose en un árbol frondoso detrás de el. Lo veo a él y después al árbol tratando de encontrar una manera de que sus malditas ramas vuelvan a tener hojas. Recuerdo que papa decía que todas las plantas deben ser tratadas con paciencia y amor, pues también tienen vida como nosotros y que también deben ser cuidadas, suspiro y vuelvo a ver a Ian que también me mira. Me hinco para estar a una altura razonable con el árbol, estiro mi brazo y toco con mis dedos las ramas del pequeño árbol, siento la mirada de Ian sobre mi pero la ignoro y sigo con lo que sea que hago, cierro nuevamente mis ojos y sin dejar de tocar al árbol imagino que le transmito un poco de mi fuerza además de cariño y amor, imagino que sus raíces son tan fuertes que nunca podrán romperlo o que nunca morirá otra vez y por último también imagino la imagen del árbol frondoso y ramas llenas de hojas verdes.
- ¡Fantástico!- Dice Ian. Abro mis ojos y lo que imaginé esta ahí, logre darle vida al árbol.
- Nunca dejas de sorprenderme Alana, se supone que no deberías haber podido hacerlo.- Me levanto y alzo una ceja pareciendo sorprendida.
- Bien pues, me gustan los retos, Ian pero creo que sobre todo me gusta sorprenderte. Y la cara que tienes no la cambiaría por nada.- Digo estallando en risa.
- Bien, me encanta ese sonido.- Se acerca a mi y me toma por la cintura, esta tan cerca que creo que va a besarme, pero entonces escucho la voz de mi padre en mi cabeza «sal de ahí Alana, no es seguro» Cierro los ojos de golpe y me aparto, mi cabeza duele y todo esta borroso.
- Alana, tengo que sacarte de aquí no es seguro, vámonos.- Dice Ian tomando mi cintura. Pero sé que es tarde porque escucho voces a lo lejos. - Ven aquí hay que subir.- Dice señalando el árbol en donde hace un momento estaba recargado. Escaló con cuidado rogando porque mi visión borrosa no sea un problema y que mi cabeza deje de doler, Ian viene detrás de mi, cuando unas ramas nos tapan de la visión de quien sea que esta ahí paramos.
- Se que ella esta aquí, puedo sentir su energía a mucha distancia, ella ya a usado su don.- Dice un hombre alto moreno con cabello castaño oscuro y ojos tan negros como la estrella de ocho picos en su cuello.
- Lo sé yo también lo siento pero parece que ya se fue.- Dice una voz femenina que me suena familiar, trato de asomarme para ver quien es pero Ian sigue sosteniéndome muy fuerte por la cintura así que no logro ver nada.
- Debió haberse ido, ya debe tener guardián, hay que avisar a los demás.- Dice el hombre a la mujer, supongo que ella accede porque después se van. Ian me ayuda a bajar, toma mi rostro entre sus manos y me mira muy preocupado.
- ¿Estas bien?-  No puedo decirle que no me siento bien, que en estos momentos parece que baje de un estúpido carrusel porque todo me da vueltas y que parece que mi cabeza va a estallar. Y como no puedo decir eso le miento.
- Si, pero no entiendo ¿quién es él? Y ¿quién venia con él? Era una mujer.
- El es Rafael un demonio y la estrella que tenía en el cuello es la marca de la que te hablé, no logré ver a su acompañante pero también debe ser una de los suyos.
- Y ¿ahora que?- Le digo con la voz temblorosa y las lágrimas quemando mis ojos amenazando con salir.
- Mientras solo uses tu don aquí y mientras yo este presente estarás bien, te lo prometo, ya te lo dije no voy a dejar que nada te pase.- Sus ojos miran fijamente los míos. Y no puedo contener más las lágrimas, así que dejo que salgan corriendo por mis mejillas.
- Porque ese es tu trabajo ¿verdad?
- No, porque que ya no podría estar una eternidad sin ti.- Dice tiernamente limpiando mis lágrimas con sus pulgares.
- Yo aun no soy inmortal.
- Exacto aun no, pero pronto, te lo prometo.- Como realmente me siento muy mal y dudo que aguante hasta mi casa para poder desmayarme, decido que se lo debo decir a Ian.
- Bien ahora tengo que decirte algo importante.
- De acuerdo ¿que pasa?.
- Antes de que tu trataras de sacarme de aquí escuche la voz de mi padre que me daba la advertencia, el problema es que siempre que escucho su voz mi cabeza duele y veo borroso y créeme en estos momentos parece que estoy muy... Ebria.- Le digo sosteniendome de sus hombros para no caerme.
- No creo que ellos vuelvan, ven vamos a que te sientes.- Ian habré una mochila que no sabia que llevaba con el y me tienede una botella.
- ¿Que es... Eso?- Pregunto con mi cabeza apunto de estallar.
- Es agua, con dulce, no quitara tu dolor de cabeza pero ya no veras borroso y así podré llevarte a casa sin que parezca que te has emborrachado.- Dice, y estoy segura de que se esta riendo, creo que ya lo conozco un poco mejor, tomo el agua que me da y si como el dijo, mi dolor de cabeza no desaparece pero ya puedo verlo sin que parezca que esta dando vueltas.
- ¿Te sientes mejor?- Me pregunta sentándose junto a mi y tomando mi mano, su mirada sigue preocupada.
- Mmm... Si estoy bien, no te preocupes.- Le digo con la mirada más sincera que puedo, pero aunque ya no veo borroso, sigo preocupada por mi sueño de hoy en la mañana y no creo que sea buena idea decírselo a Ian, no quiero preocuparle más.
- Bien, voy a llevarte a casa.- No quiero ir a casa, si voy no me quitare a mi tía Shira de encima es Sábado y Bob le da ese día de descanso, y tampoco quiero hablar con Jenna, ella me conoce bien y va a interrogarme hasta saber porque estoy como estoy.
- Llévame a donde sea, menos a mi... Casa, créeme no quiero estar ahí, al menos no ahora.- Me inspecciona y asiente.
- ¿Ya desayunaste?
- No.
- Bien, pues te llevare a un lugar cerca de la costa te gustara, su comida es muy buena.
- ¿Tu comes? Quiero decir ¿puedes comer?- Me mira y sonríe de una manera que su preocupación de hace un momento se esconde.
- Claro que como Alana, no lo necesito pero... Tampoco me afectaran un emparedado tal vez.- Me levanto de un salto olvidando mi cabeza palpitante y le regalo a Ian una de mis mejores sonrisas.
- Eso es genial, así no me sentiré como una completa tragona estando contigo.- El suelta una carcajada que a mi me parece hermosa.
- Me encanta tu sentido del humor, creo que la Agregaré a la lista de cosas que me atraen de ti.- Se gira y camina hacia donde dejo su motocicleta, yo no puedo evitar sonrojarme, ¿tiene una lista de cosas que le atraen de mi? No lo puedo creer.
- Entonces ¿vienes?-  Me grita ya que camina muy rápido tengo que correr para alcanzarlo.

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