Capitulo 29

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Nunca sabes que tan fuerte eres o de lo que eres capas de hacer hasta que pierdes el miedo de saberlo y confías en ti, eso me está sucediendo ahora mismo, ni siquiera me he movido de mi lugar, pero el fuego que Briana lanza simplemente me rodea, no me toca ni me hace ningún daño, al contrario después de que pasa junto a mi se extinguen las llamas.
- Tú no puedes...
- ¿Sorprendida? Yo también.- De la nada aparece Ian, Briana levanta una espada que no vi que llevaba, y escucho el sonido de metal con metal, Ian esta haciendo lo que prometió, sacar a Briana de mi camino para que yo pueda ir por su madre.
Tranquilamente camino hacia la cabaña, que está custodiada por cinco demonios, tres hombres y dos mujeres, todos me observan con una mirada asesina, pero antes de darles tiempo de atacar saco un cuchillo y lo lanzo a la cabeza de una de las chicas que muere al instante, después saco mi daga, el resto de ellos lleva espadas, unas grandes espadas, así que ataco a uno de los chicos y después de clavarle la daga en el pecho le robo su espada, y los tres restantes es más fácil eliminarlos.

Dentro de la cabaña hay una luz tenue resultado de las velas que hay esparcidas por todos lados, hay una mesa de madera con cuatro sillas, y un mueble al fondo, con botellas que contienen líquidos extraños, y después en el marco de la puerta que lleva a otra habitación aparece una mujer, de cabello negro con algunas canas recogido en un grueso moño, viste ropa ajustada color carmesí, no parece que estuviera durmiendo.
- Alana Jane Forks Lewis, no esperaba verter hasta mañana.- Su voz es dura y está cargada de odio, tampoco está feliz por el hecho de invadir su campamento.
- Digamos que hubo un... Cambio de planes, mis ganas de conocerte eran muchas.- Estoy alerta, en caso de que quiera atacarme. Ríe por lo bajo y luego camina hasta la mesa, en donde se recarga.
- Tienes las agallas de David, me gusta, pero... Eres idéntica a esa maldita zorra, y con eso es suficiente para que quiera exterminarte.- Una ráfaga de frío viento me hace salir volando, y derribo la puerta de la cabaña, veo confusa a mi alrededor y encuentro más cadáveres, y más guardianes peleando con demonios, pero a Ian no lo veo.
- Mucha de mi gente está muriendo por tu culpa, pero... Ya que estas aquí, dejame terminar lo que comencé hace meses.- Me toma por el frente de mi chaqueta, ¡vaya! Esta mujer sí que es fuerte.
- ¿Te refieres a asesinarme?- Pregunto aún con tono desafiante, y ella vuelve a reír como si fuera un chiste y luego me lanza contra un árbol en el que me golpeo la espalda, «vas a pagar eso muy caro». - Por que entonces tenemos la misma idea.- Me levanto pero no dura mucho, porque antes de lo que puedo pensar las ramas de los árboles me rodean la cintura, los brazos, todo el cuerpo.
- Gracias a que controlo a la amiguita de David, también tengo control sobre los poderes que tú tienes, ¿no es fantástico?- Logro ver como Verónica le lanza una daga a Corina justo en el muslo, ella ni se inmuta, pero se voltea a verla, lo que me da un preciado minuto para alcanzar otro de mis cuchillos y cortar las malditas ramas, «pensaste en todo menos en el aterrizaje, que inteligente Alana» Me levanto sobando mi trasero y observando como mi chaqueta quedó hecha girones entre las ramas, a Verónica no le está llendo bien con Corina, eso es lo único que debe importarme.
- ¡Hey!- Grito para llamar su atención. - No me digas que vas a desperdiciar el poder que robaste en un simple guardián, cuando la hija del hombre que te mando al carajo está justo enfrente tuyo.- Una pequeña parte de mí esta temblando por la mirada psicópata de Corina.
- ¡No Alana!, ¿¡qué haces!?- Escucho a Verónica al momento que me giro y comienzo a correr entre los árboles que ahora quieren atraparme con sus grandes ramas.
Sin pensarlo estoy viviendo aquella maldita visión que estuvo perturbando mis sueños, corro y corro como si no hubiera otra cosa que pueda hacer, y ahora ya se de quién, tengo frío, igual que en mi sueño, y también como si no fuera capas de cambiarlo, tropiezo y me lástimo, después de esto no sé que ocurre, así que espero a que esa misteriosa mano me atrape... Y así sucede.
- Eres un imán de problemas, también tenías que sacar eso de tu padre.- La mujer que me despreció, Nora mi madre ¡esta aquí! ¿cómo?
- ¿Cómo...
- Tienes un guardián que se preocupa mucho por ti.- Ian, él la llamó.- Ahora escucha esto pequeña, sigue corriendo, en la última fila de árboles hay unas cuevas, baja allí y saca a Leilani.
- Miren esto, la linda familia está reunida.- Corina aparece en mi campo de visión, mi madre se levanta y le hace frente.
- Tanto tiempo sin verte Corina.
- El mismo tiempo en el que has dejado a su suerte a tu querida hija.
- Si bueno, estaba con la tuya, su familia.- Eso molesta visiblemente a Corina, así que mi madre me obliga a ponerme en pie y me empuja a la dirección en la que debo correr. - Vete, voy a tratar algo con esta... Perra.- Hago caso y corro, o bueno... Lo intento, mi tobillo me duele, pero luego de unos metros llego a las cuevas, aquí debe estar Leilani.

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Dentro huele a humedad y polvo, es asfixiante el aroma, sin embargo busco en las celdas hasta que encuentro un cuerpo hecho un ovillo en la esquina de la celda número 4.
- ¿No tarde tanto o sí?- Hablo con humor, como si ver a Leilani fuera ver a una vieja amiga.
- Para nada.- Responde ella con voz débil. - Pero date prisa.- Estoy de acuerdo con ella, pero no tengo ni idea como voy a abrir la reja.
- Tus poderes no son inmunes aquí.- Bueno, eso ya lo sospechaba, como las paredes son de tierra las rompo, y la reja se cae, dejando libre a Leilani.
- Tienes que subir, ir con tu madre, hay cosas que aún no sabes.- Más secretos, ¿cuántos aún seguirán ocultos?

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