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Corrí a mi habitación, ignorando los gritos de Jared. No me moleste en ducharme o arreglarme el cabello. Tire la ropa de entrenamiento en mi habitación y corrí a buscar algo que ponerme.

— ¿Qué pasa? —se puso delante mío Jared cuando salí de mi habitación.

— ¡Lauren! ¡Ahora mueve tu trasero de mi camino! —le grite.

— ¡Ya! ¡Ya! ¡Ya! —puso las manos a la altura de la cabeza y se movió a un lado.

Corrí escaleras abajo, lo más rápido que mis pies me dejaban.

— ¿A dónde vas? —me siguió Jared.

—A casa de los Lewis —tome las llaves de su motocicleta.

— ¿Qué haces? Ve en tu auto —me las trato de quitar.

—Puede haber tráfico —abrí la puerta. —Lo siento —cerré. Me subí a la motocicleta negra de Jared, y arranque rápido por la calle a una velocidad, que estoy segura, no se puede usar en una calle residencial.

Como creí había tráfico, la motocicleta me permitía moverme ágilmente entre los autos. Esquivando el tráfico. Variados tipos de bocinas sonaron, cuando pasaba entre un auto y otro. Ya que la velocidad normal para hacerlo era de unos 10 o 20 k/h, cuando yo en cambio, iba a unos 50 k/h.

No podía quejarse nunca toque ningún auto.

Llegue a la casa Lewis más rápido de lo que había esperado. De un salto me baje de la motocicleta, y al mismo tiempo saque las llaves.

Corrí a la entrada, pidiendo a los guardias que era urgente que me dejaran entrar. Les hable del mensaje de Lauren. Y corriendo conmigo entraron a la casa. De una puerta salió Ashley seguida por Tyler quien comía un sándwich.

— ¿Qué pasa? —se quejo Ashley mirándose las uñas. Tyler me miro curioso.

— ¿Dónde está la habitación de Lauren? —exigí a Tyler

—Pero, ¿Qué pasa? —volvió a preguntar Ashley.

— ¡Cállate! —le grite, y se cayó asombrada. —La habitación de Lauren. —pedí de nuevo.

—Es por aquí —me dijo uno de los guardias. Le seguí por una de las escaleras, hasta llegar a la ultima puerta en un gran pasillo.

Seguramente la puerta estaba cerrada con llave, pero nada me costaba intentar. Para mi asombro la puerta se abrió. Nunca antes había entrado a la habitación de Lauren. Tenía tonos pasteles en casi todas sus cosas. Rosados claros. Cafés delicados. Beige y cremas. Pero no había tiempo para observar con detalle su habitación.

— ¡En el baño! —grito uno de los guardias.

Intente abrir la puerta, pero no abría. Pude haberla tumbado con una patada, pero parte de la cordura que me quedaba me dijo que no.

No es mi vida, es solo una misión más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora