ⅩⅩⅤⅠ

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—Alexa —decía una voz a mi izquierda. —Alexa, despierta —identifique la voz de Nathan, quien me movía el brazo izquierdo. Abrí los ojos con dificultad y los cerré rápidamente por la intensidad de la luz.

—Apaga eso —reclame cubriendo mis ojos con mi mano, Nathan rió y la luz desapareció.

—Listo —abrí los ojos y estábamos afuera de mi casa. Mire a Nathan con somnolencia y me sonrió. —Arriba bella durmiente, llegamos a su humilde morada —rió mirando mi cabello.

—Déjame —le golpe suavemente el hombro y el rió mas. — ¿De qué te...? —sentí con mi mano mi cabello, no era nada lindo. — ¡No te rías! —peine como pude con mi mano mi cabello. Tomo un último mechón suelto y lo coloco detrás de mi oreja.

—Perfecta —sonrió.

—Debo irme —me quite el cinturón y tome la palanca de la puerta, y el hecho el seguro.

— ¿Y mi beso? —lo mire mal. — ¿Qué? Tenemos que acostumbrarnos.

—Me vas a dejar salir ¿Sí o no? —me cruce de brazos.

—Mmm... —se tomo la barbilla pensativo. —Sabes, creo, que no —me miro riendo. —Quiero mi beso —estiro los labios haciendo una trompita.

—Hagamos un trato —levanto ambas cejas. —Yo te beso, y tú me respondes una pregunta —A simple vista no parecía un muy buen trato para mi, por esa razón lo iba a aceptar.

—Está bien —respondió después de unos segundos. Abrí la boca para preguntar. —Pero —dijo poniendo un dedo en mis labios para que no hablara. —Primero mi beso —levanto una ceja con autosuficiencia.

Bufe y me acerque a él viendo cómo iba cerrando sus ojos. Le di un beso, aunque solo un toque en los labios.

—Listo —me aleje rápido. —Ahora mi pregunta...

—Eso no vale —me miro mal. —Quiero un beso de verdad, eso fue...algo. Un beso de verdad es...abrazados, yo tomo tu cintura, tú mi cuello. Como el que te di en el campo.

Mire la palanca de cambios.

—Está la palanca de cambios, no hay forma. Lo siento —puse cara triste. —Ahora mi pregunta...

Antes de que pudiera decir algo, sentí sus manos fuertes en mis caderas, me levanto como si pesara menos que una pluma y no sé de qué forma, estaba sobre sus piernas en el asiento del piloto de su Audi, antes de que pudiera exclamar algo...cualquier cosa.

— ¿No hay forma? —dijo petulante mientras tomaba una palanca a su izquierda, haciendo que el asiento avanzara hacia el manubrio y mi espalda quedara pegada a este. Y nuestros rostros más cerca de lo que me hubiera gustado. —Creo que te equivocaste, es evidente que si hay forma.

No es mi vida, es solo una misión más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora