ⅩⅤ (2° temporada)

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Dolor. Dolor era lo único que podía sentir.

Puntadas agudas y dolorosas en mi pierna derecha.

Sentía como un espeso y tibio liquido corría por mis piernas, luego un paño húmedo lo limpiaba, y unas manos rápidas lo volvían a pasar por sobre mi herida.

Ardía. Quemaba. Era horrible.

Alcohol.

Algo tiraba de mi piel y la unía con el otro lado de mi piel, cosiendo después de haber sacado la bala.

Podía sentirlo todo. Era, definitivamente, el dolor más grande que había soportado.

Por pequeños momentos gritaba, gemía y me quejaba.

Tenía tantas ganas de golpear a estas personas por no usar anestesia. Nada les hubiera costado clavarme una aguja con morfina para luego comenzar con la operación. Me hubieran ahorrado un montón de dolor y sufrimiento. Estaba casi segura que era ilegal operar a una persona sin algún tipo de anestesia.

Después de unos minutos, interminables para mi, al fin terminaron con la operación. Me dejaron en una camilla. Estaba exhausta, quería morir, lo hubiera preferido.

Estuve sola, por muchas horas, días, hasta quizás semanas. No tenia noción del tiempo ni de nada, salvo de que mi pierna dolía, y mucho. Estaba consciente, podía abrir los ojos, pero no quería hacerlo mucho, no quería saber en qué lugar estaba, me aterrorizaba creer y tener algún indicio de que en verdad estaba en la S.I.S. Estaba segura de que podía moverme pero hacerlo significaba sentir dolor de nuevo, y no quería. No quería ningún tipo de dolor en mi vida.

Me sentía sola, abandonada, ahora más que nunca.

Tyler no había venido a verme. Ni Nathan. Ni Lauren. Incluso la presencia de Ian hubiera servido para consolarme.

De pronto la puerta hizo ese sonido molesto al abrirla.

Cerré los ojos más fuerte. Si las enfermeras creían que estaba dormida no me harían la prueba que me habían hecho unas dos veces más antes. Mover mi pierna bruscamente para ver si me dolía. Si creían que estaba durmiendo, no se molestarían en hacerme sufrir y se irían.

— ¿Cómo estás? —pregunto una voz de hombre, algo forzada. Abrí los ojos con algo de miedo, no era una enfermera, esperaba que fuera Tyler pero ver a Matthew en el umbral de la puerta solo me dejo mas desolada y asustada de lo que ya estaba.

— ¿Qué haces aquí? —pregunte intentando incorporarme. Quería mostrarme fuerte, valiente, sin miedo, sin dolor, pero moverme solo me provoco más dolor, haciéndome ver todo lo contrario.

—Ver si todo está en orden —respondió. Dio un paso en la sala. —Cuéntame... ¿qué tienes con la A.S.I.?

—Ya lo sabes —me queje por un dolor en mi pierna al tratar de volverme a acostar. Sería mejor quedarme en esta incómoda posición. Entre sentada y acostada.

No es mi vida, es solo una misión más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora