ⅩLⅢ

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Tyler se quedo estático. Sus manos descansaban en mi cintura, igual que cuando estábamos bailando, y no se movían. Yo tenía ambas manos entrelazadas entre ellas detrás de su cuello, y mis labios que antes estaban ansiosos por besarlo fueron perdiendo su energía, al ver que el no respondía.

Decepcionada me fui separando poco a poco.

Tal vez se había cansado de ser rechazado, de ser ignorado. Tal vez le gustaba otra, una que si se interesara en él.

Lo mire y, para mi mala suerte, el me estaba mirando.

—Yo-yo —tartamudee más nerviosa que nunca. No podía pensar ninguna idea coherente. Así que hice lo que toda personaje dramática hace, huir.

Entre a la fiesta, donde ya habían chicos ebrios por todos lados. No quería molestar a Nathan y Lauren, pero necesitaba desahogarme con ella.

Me abrí paso por la pista de baile y luego por el pasillo de la casa, ambos abarrotados de personas.

Llegue a la habitación de Lauren y gire la manilla de la puerta, pero estaba trancada. Toque rápidamente, haciendo que lo peor de mi imaginación se apoderara de mi mente. Aunque la puerta se abrió sin retraso unos segundos después.

Nathan me miraba.

— ¿Cómo te fue, tigre? —fue lo primero que dijo.

— ¿Y Lauren? —ignore su pregunta. El indico el baño de ella.

—Estamos viendo una película —me dijo. — ¿Puedes irte? —dijo lo más dulce que pudo.

—Quiero hablar con ella.

—Y yo quiero estar con ella.

Enarque una ceja.

— ¿Enamorado? ¿Nathan Glover enamorado? —me burle.

— ¿Y si es así, algún problema? —lo mire sorprendida por un momento hasta que entendí su broma.

—El que se enamora aquí, pierde —siguiendo su juego le dije, sabiendo que era la persona menos indicada para decirlo.

—Entonces creo que perdí —me rodeo. —Cierra la puerta con seguro, hay muchos ebrios y no quiero que le pase nada —apunto a el baño y cerró la puerta detrás de el.

Me quede ahí. Seguramente era otra broma, para molestarme o algo.

— ¿Alexa? —dijo una voz detrás de mí. Me di la vuelta y la vi. — ¿Y Nathan?

—Lo saque —sonreí para luego ponerme seria, recordando por que había venido...a desahogarme. —Tengo que hablar contigo.

— ¿Qué pasa? —se sentó en su cama.

No es mi vida, es solo una misión más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora