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"Que extraño" "La maquina debe estar mal" susurraban entre ellos las personas a mi alrededor.

—Ya se cual es el problema —dijo para sí mismo el entrenador. Se acerco a Nathan y le hablo bajo. Nathan le respondió y rieron juntos, el entrenador le indico a Nathan que volviera a su puesto.

El entrenador nos demostró el cambio de pulso con el chico de apellido Green y Ashley. Pero no lo demostró conmigo.

— ¿Qué te dijo el entrenador? —le pregunte a Nathan al salir del gimnasio, ya cambiados, y con las manos entrelazadas. — ¿Y por qué no me saco a demostrar el pulso?

—El tenía una teoría —rió. —Sobre mi actividad extrema.

— ¿Cuál? —pregunte curiosa.

—Que —tiro de mi mano, hasta que su boca estuvo a milímetros de mi oreja. —Había "realizado" —hizo comillas con su mano libre. —Un ejercicio intenso recientemente.

— ¿El trote? —lo mire. Se acerco hasta otra vez estar a milímetros de mi oreja.

—No —sentí su sonrisa rozar mi oreja. —Anoche hice un ejercicio intenso.

Me sonroje.

—Por eso no te saco adelante, seguramente tu también tenias actividad extrema —me guiño su ojo derecho.

Iba a decir algo pero fui interrumpida al instante por Nathan.

—Viene Tyler —advirtió. Y de hecho, Tyler venia caminando por el pasillo. Con su gran único estilo de chaquetas de equipo de fútbol. Unos pantalones que marcaban sus tan bien musculadas piernas, y su cabello siempre bien peinado cuidadosamente con gel.

—Hola —salude a Tyler y Nathan le hizo un gesto con la cabeza en señal de saludo.

El siguió caminando, sin prestarnos atención. Pero se devolvió, en sus mismos pasos, hacia nosotros.

— ¿Nathan porque tenias tu pulso en extremo? —pregunto sin más llegar hasta nosotros.

Nathan rió.

—Supongo que soy un caso especial.

—El entrenador te lo debió haber dicho. Es un caso muy extraño, y bueno, la curiosidad me mata —me miro de reojo.

—Bueno. Si tanto insistes. Te lo diré —

Tyler sonrió. —Anoche fue nuestra primera vez —Nathan sonrió y me acerco a el por la cintura.

No, Nathan no está diciendo esto. No a él. No se lo está refregando de este modo, me decía, tratando de convencerme que estaba en esos sueños donde todo se hace peor, a casa segundo.

—Y el entrenador cree que mi pulso aun no se ha acostumbrado o algo —dijo como si no le hubiera entendido mucho al entrenador.

Mire a Tyler. Su rostro destilaba tristeza, desprecio, enojo y decepción. ¿Pero a cual de nosotros dos iban dirigidas esas emociones? No lo sé.

No es mi vida, es solo una misión más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora