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Abrí la puerta de la habitación de Lauren con cuidado y asome mi cabeza. Ella aun estaba inconsciente en su cama, entre y cerré la puerta con cuidado.

El aire olía distinto, inspire. Menta. El perfume de Nathan.

No es por ser paranoica, pero tenía la impresión de que Lauren estaba un poco más a la derecha, de la última vez que la vi, hace una hora. Me acerque a la cama y vi como en el lado izquierdo de esta, las sabanas estaban algo arrugadas.

Suspire.

Mi imaginación. Solo mi imaginación.

Me di la vuelta para sentarme en el sillón, pero me encontré con algo.

Un ramo de flores amarillas, que desconocía, reposaba sobre el sillón.

Extrañada me acerque y vi una nota entre las flores.

La tome y leí; 'No estás sola en esto. Lo prometí y lo cumpliré'.

El mensaje no tenia firma. Aunque era totalmente contradictorio a lo que sabía, tenía una ligera idea de quién podría ser.

Narra Lauren.

Una hora atrás.

Me trate de enderezar, mi espalda estaba dormida. Apenas me levante dos centímetros, podría jurar que mi cara estaba roja del esfuerzo que estaba haciendo. Nathan se levanto y me ayudo a sentarme.

— ¿De qué hablas? —hable atreves del respirador artificial con dificultad.

—Yo...no creo que sea la persona adecuada para decirte.

—Dijiste "Lo siento", ahora quiero saber por qué lo sientes —exigí.

Tomo mi mano y acaricio mi palma con su pulgar. La sensación me erizo la piel.

— ¿Segura? —asentí. —Estas...estas —fruncí el ceño extrañada por su tartamudeo, nunca lo había escuchado tartamudear. —Estas —inspiro y suspiro. —Estas embarazada.

Lo mire a los ojos y él me devolvió una mirada llena de preocupación.

Embarazada, resonó su voz en mi cabeza.

Mis ojos bajaron hasta mi vientre.

Estaba embarazada, y era de Nathan.

Tal vez Nathan no se haría cargo del bebé, pero yo lo tendría, lo criaría y lo amaría por los dos. Un pequeño tesoro estaba creciendo dentro de mí.

Se me cayó una lágrima, Nathan la quito con el pulgar.

—No llores —me dijo. —No me gusta verte llorar.

—Es de felicidad —aclare.

— ¿Estas feliz? —se sentó a mi lado en la cama.

—Si —sonreí con dificultad por el aparato de respiración. —Entenderé si no te haces cargo yo...

—Nunca te dejaría sola —me miro a los ojos, provocando que me derritiera en tan solo dos segundos.

—Pero tienes a Alexa.

—Al parecer es psíquica, por que se encargo de terminar conmigo ayer —tomo mi mano.

Narra Alexa.

—Son Camelias—dijo una voz detrás de mí. Me di la vuelta asustada.

— ¡¿Lauren!? —exclame y prácticamente corrí a ella.

Sonrió.

—Mis flores favoritas —miro el ramo. —Muy difíciles de encontrar ¿Tu las compraste?

—No —respondí.

—Oh.

— ¿Hace cuanto despertaste?

—Hace como una hora, estaba durmiendo.

Mire las Camelias amarillas, eran muy bonitas.

—Yo no las compre ¿Entonces quien?

—No lo sé, acabo de verlas.

—Tienen una nota.

—Dámela —miro las flores, específicamente la nota, como si solo al mirarla la nota se teletransportaría hacia ella.

Le pase la nota. La leyó con expresión seria y fue sonriendo cada vez más hasta que la bajo hasta su regazo.

— ¿De quién es? —insistí.

—Nathan —dijo bajo, con una sonrisa de oreja a oreja extendiéndose por su rostro.

Narra Nathan.

—Me acosté con ella y la deje embarazada por accidente —repetí de nuevo, tratando de no gritarle.

—Te falto algo —exigió ella de brazos cruzados.

—Me haré cargo del bebé —mire fijamente mis manos.

— ¿Tu? ¿Haciéndose cargo de un bebé? —rió.

Me ha hecho repetir las mismas preguntas y respuestas desde hace media hora, y siempre acaba en la misma discusión, para volver a empezar en un ciclo interminable.

— ¿Por qué no? Yo puedo hacerlo —afirme arrogante.

—Nathan no puedes hacerlo.

—Si puedo.

—No puedes.

—Si puedo.

—No, no puedes —parecíamos un par de niños peleando por quien rompió la ventana.

—Que si...

— ¿Sabes —me interrumpió. —si quiera lo que implica "hacerse cargo del bebe"?

—Bueno yo... —dude.

—Implica —casi grito. —Estar con la madre en todas las etapas del embarazado —enumero con los dedos. —Gastar dinero en ropa, visitas al doctor, ecografías, medicinas y juguetes ¿Estás listo para todo eso? —abrí mi boca. — ¡No!

Suspire frustrado.

—Lo lograre —murmure entre dientes.

— ¡No podrás! —puso las manos sobre la mesa. —Y aunque lo lograras. Sigues sin poder, no con Lauren, es la hija del objetivo de 405, después de la muerte de su padre ni tú, ni 405 pueden estar conectados a esa familia.

—Llámala por su nombre —dije frío. Odiaba que nos llamaran por los números, como si fuéramos un ganado.

—Ella no tiene un nombre —le escuche murmurar.

— ¿No tiene?

— ¡Eso no importa! ¡Lo que importa es que no puedes, no puedes y no lo harás!

— ¡¿Entonces qué quieres?! ¡¿Que deje a ese niño sin padre?!

—Exacto.

— ¡No puedes ser tan insensible, Anne!

—Sí, sí puedo y tú serás igual.

— ¡Me haré cargo de ese bebé!

— ¡Si lo haces! —amenazo.

— ¡¿Si lo hago qué?!

—Nos encargaremos de deshacernos de ti. Ya conoces la regla, no obedeces ¡Pum! Estas fuera. ¿Me oíste?

La mire con rabia. Una parte de mi quería golpearla, la otra quería ir a llorar a los brazos de...Lauren.

—Como digas —me levante y camine a la entrada de la oficina.

—Espero que lo cumplas —cerré la puerta de un portazo detrás de mí.

Hice una promesa y la cumpliré, pase lo que pase, me dije.

-Nhela

No es mi vida, es solo una misión más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora