ⅩⅤⅠⅠ (2° temporada)

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Mis pies quemaban mientras friccionaban el piso.

Di la vuelta en la siguiente esquina. Apreté mi mano derecha en un puño, sintiendo el pendrive, que tanto había buscado. 

Pegue mi espalda a la pared y me oculte de la cámara de seguridad. Rodé por el piso y dispare a la cámara, destruyéndola. Al instante me levante y seguí corriendo, pero paré en seco al ver como dos guardias corrían hacia mi desde el otro lado del pasillo.

Mierda, pensé.

Di la vuelta a la derecha y corrí lo más rápido que pude.

Sentía los pasos detrás de mí. Parecía que el pasillo no terminaba, y cuanto más quería llegar al final, mas se alejaba.

Eso me recordó a cuando estaba aprendiendo a nadar a los cuatro años, con mi padre, cada vez que quería acercarme el se alejaba provocando que una gran cantidad de agua entrara por mi boca. Me decía que tenía que ser fuerte, que tenía que resistir, y aunque lo odie mucho tiempo por enseñarme a nadar así. Ahora tenía que hacer lo mismo que él me había dicho. Tenía que ser fuerte. Tenía que resistir.

Sentí un disparo y instantáneamente corrí más cerca de la otra pared.

Mis piernas quemaban y tenía miedo. Si me atrapaban estaba seguro de que moriría. No podías ser un fugitivo de la A.S.I. y luego aparecer en su cuartel más importante, y no morir. O quizás podrían hacerme algo mucho peor. Torturarme, como muchas veces lo he hecho yo.

Llegue hasta una ventana, cuando sentí el disparo, no solo en mis oídos, si no también en mi pecho, donde llegó.

Nunca había sentido una bala en el pecho, y no la quería volver a sentir. Me quemaba, sentía como la sangre salía de mí y me debilitaba, pero tenía que ser fuerte, tenía que seguir adelante.

Mi mirada se centro en lo que estaba frente a mí, una ventana, mire hacia atrás y los guardias me sonreían hipócritamente, seguramente, esperando a ver cómo me desangraba y moría.

Me asome por la ventana, estábamos en un cuarto piso, si me lanzaba no sobreviviría a la caída y menos con la bala que tenia.

Pero tenía que intentarlo, era mi única salida. Si iba a morir no iba a ser mientras dos agentes me miraban y se reían.

Por lo menos, moriría intentándolo.

Puse mis pies en el marco de la puerta, mientras con la mano que tenía el pendrive afirmaba mi pecho. Dobles las rodillas y me prepare, para resistir.

Desperté sudando como nunca. Mi respiración estaba acelerada y mis manos temblaban. Automáticamente me lleve mi mano a donde alguna vez, hace unas dos semanas, me habían disparado.

Ahí estaba el parche que protegía de cualquier infección la herida.

Suspire, solo fue un sueño, nada más.

No es mi vida, es solo una misión más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora