34. ¿Qué quieres?

520 34 11
                                    

Capítulo 34

—oye Sean —Julian lo llama ya que nosotros estábamos a punto de ir al comedor del hotel—

—¿qué pasa, amigo? —se voltea y Julian le susurra algo en el oído— ouh, pues...regálamelo ¿sí? —suplica juntando ambas manos—

—no es justo —reprocha cruzándose de brazos— me lo encontré en el avión —hace una mueca— pero bueno, te lo regalo —Julian palmea el hombro de Sean y desaparece—

—¿de qué hablaban? —tomo asiento en unas de las mesas del restaurante—

—eh...no, nada —mantiene una mirada nerviosa, aja, nada—

—ah, bueno —miro por todos lados, para luego de unos minutos de silencio cojo su mentón y giro su rostro para que me mire— ¿no me vas a decir?

Él mira a su derecha, luego a su izquierda y vuelve su mirada a mi

—es que si te digo te vas a enojar

—bueno —suelto su mentón y me levanto del asiento— ya vengo

—¿qué? ¿a dónde vas? —se levanta y se acerca a mí de inmediato—

—tranquilo, solo voy al baño —lo tomo de los hombros y lo vuelvo a sentar en su lugar— así que tu pide la comida que yo ya mismo regreso ¿ok? —lo miro—

—está bien —hace su mejor cara de perrito abandonado— pero no te demores

—sí, si

[...]

—vamos al parque —lo guío hacia la salida del hotel—

—no —hace una mueca de cansancio— vamos a mi habitación, no están los chicos, se fueron

—¿y que se supone que haremos ahí? —me cruzo de brazos—

—pues, no lo sé —se agarra el mentón— yo digo que.... —se acerca a mi oído— que hagamos el 1313

—¿qué? —lo miro de mal modo— tú y tus cosas

—no ¿si viste? —se interpone en mi camino—

—no ¿qué veo? —él se ríe—

—vamos a mi habitación —me gira para volver por los pasillos del hotel—

—pero yo quiero ir a un parque —hago un puchero, aunque él no me vea—

—conmigo verás el parque, la luna, las estrellas, de todo —Sean me sigue empujando por los hombros—

—¿y cómo vas a hacer eso? —me volteo a verlo con el ceño fruncido—

—sencillo —me mira alzando las cejas juguetonamente— estando dentro de ti y dándote duro —le golpeo con mi codo en su estomago— ¡au! por favor, déjame usar el condón de Julian

—no, no, no y mil veces no —me giro a verlo—

—bueno —entra a su habitación cabizbajo y yo lo sigo—

—¿es de eso lo que hablas con Julian hace rato? ——cierro la puerta—

—sí, pero como no quieres se lo devolveré —abre un cajón dándome la espalda—

—eres un cochino —saco la lengua asqueada—

—sí, pero así me quieres —se da la vuelta y me abraza alzándome por los aires—

—sí, lo qu—

La puerta se abre abruptamente haciéndonos asustar a ambos 

—¡no jodan! ¿ya utilizaron o van a utilizar mi condón? —era Julian—

Siempre te amaré [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora