Ocho

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— Entonces, estas terminando conmigo — Claramente aquello no había sido una pregunta, era una afirmación.

Sus manos debajo de la mesa apretaban sus rodillas, enterrando sus uñas en la piel de estas, intentando no perder la poca calma que tenía.

— Alya, no, solo necesito un poco de espacio — Estiró su brazo, colocándola sobre la mesa para alcanzarla, buscando que ella la estrechara entre sus manos, cosa que no pasó — No quiero terminar contigo, no cuando aceptaste casarte conmigo —.

— ¿Entonces? — Preguntó, evadiendo su mirada.

El rostro de ella no reflejaba la seguridad que usualmente estaba ahí, tampoco se encontraba radiante.

Solo había una calma completamente fingida, algo que no era propio de ella.

Nino se sintió culpable de que Alya estuviera experimentando un momento nada agradable, que su rostro no expresara lo que siempre hacia incluso en los malos momentos.

Pero no podía irse para atrás, no si quería mantenerla alejada del peligro.

— Es algo que necesito — Murmuró, retirando el brazo de la mesa — Un proyecto muy importante para mi está en puerta y es parte de nuestro futuro — Aquello no era del todo una mentira, si tenía un proyecto por el cual tendría que luchar con uñas y dientes pero en aquel momento esperaba que funcionaran de excusa.

— Sigo sin entender Nino — Al fin le devolvió la mirada, tenía levemente el ceño fruncido — ¿Por qué no me lo dijiste? — Su voz la sentía quebrada.

Se suponía que ambos se contaban todo, se apoyaban ¿Qué acaso su apoyo no contada ya para él? No le había dicho nada.

Y eso le dolia.

— Tú también tienes cosas por las cuales preocuparte, Alya, ambos estamos luchando por nuestros sueños —.

Ella lo examinó, sabía que había algo más.

Y le dolía que no confiara en ella, le dolía que se quisiera alejar.

— Creí que tu sueño era casarte conmigo —.

Él se quedó mudo, recordando aquello que le dijo la segunda vez que le había propuesto matrimonio, quedando como un pacto sellado por ambos.

Las manos de ella comenzaron a temblar, mordió su labio por dentro para no decir nada más, no quería llorar tampoco.

— Y aún lo es, Alya — Le llamó al ver como preparaba sus cosas para irse.

Se encontraban en una cafetería que ambos solían frecuentar, en Monmarte, donde ambos podían jurar que muchos buenos momentos habían pasado en aquel lugar.

Pero ahora Alya solo sentía un sabor amargo como el café sin azúcar que ella usualmente bebía.

— No te puedo recriminar nada, supongo — Comentó a la par que se ponía de pie, siendo imitado por él — Sólo te pido ahora yo, que me dejes estar sola — Se acercó a él, poniéndose de puntitas para darle un suave beso en la mejilla.

Después, dio la vuelta y caminó hacia la salida de la sencilla cafetería, perdiéndose de la vista de Nino.

Cuando la vio salir, sintió que se llevaba un pedazo de él consigo.

Quería salir corriendo por ella, deseaba alcanzarla y decirle todo, decirle que no se alejara de él, que tenía miedo de lo que podría pasar por que de manera espontánea había sido sumergido en un mundo que si bien ya conocía, le era nuevo estar dentro de él.

We are back [Miraculous Ladybug]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora